"Una sociedad que pone la igualdad por encima de la libertad,
acabará sin igualdad ni libertad."
Milton Friedman
En estos momentos de incertidumbre política y económica , cuando el estado a traves del gobierno y otras instituciones interviene cada vez más en la vida de los individuos , restringiendo su libertad día a día en aras de un supuesto " bien común" , queremos contribuir desde este blog a difundir los principios del liberalismo , cada vez más necesarios para conservar la libertad y la iniciativa como ciudadanos.
Hernán Cortés, La Malinche y el jefe de Tlaxcala | Cordon Press
Portavoz de lo conocido en los años 70 como lesbofeminismo, y también materialismo feminista francés, Monique Wittig
vio en la fracción femenina una "clase oprimida, que desaparecerá
cuando desaparezca la clase patriarcal masculina, pues así como no hay
esclavos sin dueños tampoco habrá mujeres sin hombres". Su antorcha la
empuña hoy el llamado lesbocomunismo chicano, que a
través de la dominicana Ochy Curiel y la boliviana Julieta Paredes apoya
la regeneración del continente bautizada comoAbya Yala, un término
precolombino traducido por "tierra en plena madurez".
Curiel
y Paredes cultivan un análisis "carnal" de las cuestiones, descrito a
veces como "teoría/ficción", que combina lírica con documental
–mezclando entrevistas efectivas e imaginarias– para transmitir
experiencias "vividas por el cuerpo". En 2009 otra portavoz de la
corriente, Cherry Moraga, sintetizó su perspectiva como "no traicionar nuestra raza con malinchismo"–por La Malinche, traductora y amante de Hernán Cortés–, pues solo evitará verse corrompida si evita todo "influjo extranjero".
Cultivar la posverdad permite a estas publicistas seguir denunciando
el racismo del blanco, e ignorar que en el mundo azteca, inca o maya, el
más alto destino de la mujer era morir dando a luz. Tampoco asumen que
estas tres culturas llevaron la práctica del sacrificio humano a extremos inauditos,
confirmados no solo por testigos foráneos e indígenas sino por
evidencias arqueológicas en continuo aumento. Por ejemplo, el imperio
azteca celebraba 18 fiestas anuales dedicadas al sacrificio humano, y su
panteón de dioses vampíricos reclamaba sangre de vírgenes e impúberes
masculinos, salvo el exigente Tlaloc –la deidad de la lluvia-, conforme
solo con las lágrimas de niños pequeños. Las ofrendas se hacían usando
cuchillos de obsidiana, con la meta de poder exhibir los corazones
todavía palpitantes.
Thank you for watching
Si Moraga y sus colegas no demuestran otra cosa, rehuir el malinchismo es comulgar con una especie de Esparta mucho más atroz,
donde ascender en la escala militar –única respetable– dependía del
número de chivos expiatorios ofrecidos por cada guerrero al sacrificio,
frecuentemente engordados para satisfacer el canibalismo ritual de todos
los espectadores, y más de un arqueólogo ha empezado a dudar de su
carácter simbólico.
En efecto, el pueblo azteca ignoraba tanto la rueda como la cría de
ganado, y dado lo tóxico de coyotes y jaguares, con mercados que solo
ofrecían pájaros y ofidios en términos cárnicos, lasproteínas humanas resultaban ser lo más nutritivo
con mucho. Despreciar cada año quince, veinte o cincuenta mil cadáveres
de materia tan tierna parece tan absurdo como que nosotros
despreciásemos el cordero pascual y lechal.
Hasta qué punto ese Imperio fue odiado por sus súbditos lo prueba la propia conquista, que Cortés consumó gracias a contar con vasallos de Moctezuma
como aliados. Eso es rigurosamente indiscutible, pero el criterio de
dichos vasallos –como los reyes de Tlaxcala y Otumba– se borra de la
memoria. Hoy los turistas del DF pueden grabar en sus móviles cómo cada
año alguien disfrazado de Cortés se arrodilla ante Moctezuma en la Plaza
del Ángel, ante aplausos de la concurrencia.
Lejos
de aborrecer a los feroces romanos, y a las no menos feroces tribus
germánicas y escandinavas, Europa les celebra como antepasados
admirables por un motivo u otro. No me extrañaría que algo parejo acabe
ocurriendo en Iberoamérica, cuando las razas se desdibujen por progresos
del mestizaje, y algo remotamente parecido a información conviva allí
con el fanatismo. Por lo que a mí respecta, siempre me espantó el
patrioterismo –por ejemplo, jamás veo partidos de nuestra selección si
el adversario no es fuerte–, y entiendo que la patria humana solo puede ser la tierra entera; pero la combinación de querer odiar y querer ignorar, la rabia analfabeta, me da cada día más lástima, por no decir más asco.
Esta tarde encontré en una de las redes a Erasmus Darwin –sí el
abuelo del biólogo-, que hacia 1800 y ante la cámara de los Comunes se
declaraba admirado "por cómo tratan los españoles a los indios como
semejantes, incluso formando familias mestizas y creando para ellas hospitales y universidades,
pues he conocido alcaldes, obispos y hasta militares indígenas, lo que
redunda en paz social y bienestar". ¿De qué sirve encadenar embustes, y
sobre todo omitir términos comparativos? Tanta cháchara sobre el
Imperio, omitiendo para empezar al inca y al azteca, ¿tendrá algún día
la bondad de informarse sobre los satélites de la Rusia soviética, o
simplemente el régimen aplicado a las provincias cubanas ?
Es posible que en las últimas horas haya recibido un vídeo en el que
un científico que se autodenomina creador de la tecnología de ARN
mensajero advierte de una larga lista de riesgos y desaconseja la
vacunación infantil contra el Covid.
Su mensaje proclama
toda clase de perjuicios asociados a esta inmunización. Sin embargo,
ninguna de sus afirmaciones se sostiene científicamente, tal y como
señalan a EL MUNDO expertos en Virología e Inmunología.
"Tiene todas las tesis conspiranoicas",
apunta José Antonio López Guerrero, director del grupo de
Neurovirología del Departamento de Biología Molecular de la Universidad
Autónoma de Madrid, quien recuerda que, en ciencia, las afirmaciones
deben demostrarse con datos y no hay ninguna evidencia que certifique
tales ideas.
El vídeo, por ejemplo, incluye
mensajes como que la vacuna "resetea el sistema inmunológico", "causa
daños permanentes en órganos críticos del niño", "obliga al cuerpo de tu
hijo a crear proteínas tóxicas" o "puede causar daños reproductivos que
pueden afectar a futuras generaciones de tu familia", entre otras
aseveraciones.
"Hace afirmaciones completamente falsas", señala Alfredo Corell,
catedrático de Inmunología de la Universidad de Valladolid y miembro de
la Sociedad Española de Inmunología. Pronuncia las mismas palabras
Isabel Sola, directora del Laboratorio de Coronavirus del Centro
Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC).
Desde el
principio al fin, el mensaje del vídeo "no tiene fundamento", subrayan
los científicos consultados, que lamentan el daño que unas afirmaciones
así pueden causar, más aún viniendo de un investigador.
El
autor del vídeo, Robert Malone, hizo en los años 80 contribuciones
seminales a la investigación con ARN, principalmente sobre cómo
conseguir su transferencia a las células. No continuó con esta línea.
Pero, en varias ocasiones ha manifestado sentirse agraviado
por una falta de reconocimiento a su papel. Se considera el 'padre' del
descubrimiento y piensa que le han robado su lugar en la historia.
Este
investigador "desarrolló el primer vehículo lipídico de ARN y consiguió
una expresión transitoria de proteínas, pero tanto la modificación de
ARN como las partículas transportadoras lipídicas se han mejorado mucho
después", explica Corell. Su contribución, por tanto, ha podido ser
relevante, pero dista mucho de poder considerarse el 'padre' de las
vacunas.
¿Ha hecho Malone este vídeo -y otras declaraciones contra las vacunas antiCovid- por despecho? "Yo como mínimo veo un conflicto de interés en una persona que ya ha declarado que se siente injustamente tratado", señala Sola.
Desde
luego, en sus palabras actuales no hay un ápice de ciencia, coinciden
todos. Para empezar, no es cierto, como señala el vídeo, que el ARN
mensajero se integre en el ADN causando daños irreparables.
"Es
una molécula mensajera que, para bien y para mal, tiene una vida media
muy corta, no se integra en el genoma", explica Isabel Sola. El ARNm de
las vacunas da instrucciones a las células para fabricar una proteína
específica del SARS-CoV-2 y conseguir así que el sistema inmunitario
aprenda a reconocerlo y combatirlo. Una vez cumplida su función, la
molécula se degrada.
"Él mismo reconoce en el vídeo que sí se ha vacunado. Si la vacuna fuera, como él dice, una terapia génica, no distinguiría de edades.
También se hubiera integrado en su genoma, causándole los daños a los
que hace referencia. Sabe que no es así", apunta López Guerrero.
"También
dice que la proteína que se produce con la vacuna es tóxica. ¿Pero
cuántos millones de personas se han vacunado ya? Para hacer este tipo de
afirmaciones no basta con advertir, hay que demostrar", continúa el
investigador. "En EEUU se han vacunado millones de niños. ¿Dónde están esos daños irreversibles que menciona? ¿Dónde están las pruebas de lo que afirma?, añade.
Remarcando
varias veces su posición, el autor del vídeo pone mucho énfasis al
decir que las vacunas pueden causar daños reproductivos a los niños.
"Afirma que pueden llegar a las células germinales, sugiriendo que
estamos ante un delito contra la humanidad. Pero esta afirmación carece de sentido. No hay absolutamente ninguna posibilidad de que el ARNm se integre y afecte a las células reproductoras", subraya Sola.
"Tampoco
tiene fundamento afirmar que las vacunas resetean genéticamente el
sistema inmunológico. No tiene ni idea de lo que está diciendo. Eso es
totalmente falso", remarca Corell.
Aunque
la tecnología de ARN mensajero sea novedosa en el ámbito de las
vacunas, al final, consigue lo mismo que hacían las vacunas anteriores:
mostrarle al sistema inmunitario una especie de carta de presentación de
un patógeno para que este sepa identificarlo y luchar contra él si
vuelve a encontrárselo.
Ya sea mediante una vacuna
de ARN mensajero o una vacuna convencional, el objetivo de esta
herramienta es expresar y presentar al sistema inmune una proteína de un
patógeno. Y eso no genera ningún tipo de reseteo o alteración permanente en el funcionamiento del sistema inmunitario. "El denominado reseteo genético no existe", subraya Corell.
"La
tecnología del ARN como vector se lleva estudiando desde hace décadas,
no es una cosa que se haya improvisado de la noche al día. Se ha
estudiado cómo estabilizar la molécula porque el ARN es muy poco estable
y lo que tiende a hacer la célula es degradarla. Se ha estudiado cómo
hacerla estable, cómo conducirla hasta los ribosomas para que produzcan
las proteínas, cómo conseguir que esas proteínas se expresen y salgan de
la célula para que sean vistas por el sistema inmunológico...Todos los
estudios que se han hecho desde hace décadas han convergido en esta
vacuna, cuya seguridad y eficacia se han probado en ensayos clínicos en
decenas de miles de personas y se han vuelto a demostrar con los cientos
de millones de personas que ya se han vacunado con ella. No se puede
sembrar miedo de esa manera", lamenta López Guerrero.
En la
burguesía catalana, especialmente en la barcelonesa, «el nen y la nena»
ocupan un lugar de privilegio en la presunción social.
–¿Has
visto cómo medró el nen de los Capdevila Pipoll-Clochet? Lo han
nombrado Director de las Montañas Rusas de «Port Aventura».
–Lo hará bien, porque es un nen muy avispado.
En
los años 60, en una importante revista de sociedad, aparecían todas las
semanas dos mujeres de Barcelona de alto tronío. La condesa viuda de
Lacambra y doña Marta Moragas de Moragas. Eran las presidentes de todas
las asociaciones benéficas. Una semana, no se produjo ninguna
cuestación, y la condesa viuda de Lacambra no tuvo la oportunidad de
aparecer en las páginas de sociedad. Pero sí lo hizo doña Marta Moragas
de Moragas, con una gran fotografía en la que posaba con un enorme oso
de peluche entre sus brazos. Pie de foto: «Doña Marta Moragas de Moragas
con el precioso oso de peluche que ha de regalar a su nieta, su nena
preferida, con motivo de su onomástica».
En
el hogar de los Batet estaban de fiesta. La nena Meritxell llevaba
camino de convertirse en una gran bailarina de Ballet clásico.
–A este paso, la nena bailará en el Ballet de la Ópera de Viena, decía el padre orgulloso.
–Invitaremos a los Premiá de Fontsalit al estreno, porque su nena baila fatal y nos envidian.
–Qué «diversió».
Y
no llegó a la Ópera de Viena, pero se convirtió en una notable
bailarina, que llegó a interpretar a uno de los cisnes blancos del Lago de los Cisnes.
Y cansada de bailar, estudió con brillantez. Joven, rubia, con el pelo
muy rizado por doquier, y una gran ambición política. Se dio de alta en
el PSC, y como buena socialista, se introdujo en los espacios del
nacionalismo. Pero se enamoró de un político pepero, Lasalle, muy
acomplejado y más aburrido que un baúl, santanderino, que llegó a ser
secretario de Estado de Cultura con el Gobierno de Rajoy. Lasalle fue el
que le endosó al ministro Méndez de Vigo el papelón de entregar a
Trueba, el acaparador de paisajes, el Premio Nacional de Cinematografía,
acompañado de unos buenos miles de euros, y que Trueba agradeció
ciscándose en España. Cineasta oficial, como Almodóvar, León de Aranoa y
demás subvencionados. En París, Almodóvar, posando vestido como mi tía
Cuca, mi madrina, (Q.E.P.D.) ha manifestado que sabía que su película no
iba a gustar al 50 por ciento de los españoles, porque España es una
nación dividida. Y tiene razón. Pero se le olvidó recordar que la
subvención para producir su bodrio lo hemos pagado el 100 por cien de
los españoles, sin haber sido consultados previamente del destino de
nuestro dinero.
Pero hay que ir a Meritxell,
la bailarina. No respeta su cargo de presidente del Congreso de los
Diputados, la tercera autoridad del Estado.
En
el acto de la conmemoración del 43º aniversario de la promulgación de
nuestra Constitución, con pésima educación y parcialidad pasmosa, se
dedicó a atacar, desde su alta responsabilidad institucional, al PP, Vox
y Ciudadanos. Eso sí, dejó tranquilos a los etarras de EH Bildu, y a
sus parientes separatistas de ERC. La presidenta del Congreso está
obligada a exigirse a sí misma la serena cortesía de la imparcialidad, y
más aún, en un acto festivo como el del pasado 6 de diciembre en el
Congreso de los Diputados. Sucede que estos sanchistas han perdido la
vergüenza definitivamente, y nadie les pide cuentas por su repugnante
tendencia a la mentira, la manipulación, el abuso grosero en sus cargos y
el desprecio por la ecuanimidad. Más que presidente del Congreso es una
chica de Sánchez, y así se comporta.
Hemos perdido en España una buena bailarina y ganado una nena inmersa en la desvergüenza. La nena de los Batet.
Se cumplen 85 años del mayor genocidio de la Guerra Civil, del que
guardan memoria las inmensas fosas comunes de Paracuellos del Jarama.
Entre 5.000 y 8.000 personas fueron asesinadas por desafectas al régimen
republicano, ese que los herederos políticos de
los asesinos y de sus cómplices -todos los partidos del Frente Popular
participaron en las checas y la represión- proclaman hoy, desde el
Gobierno, república ejemplar, al tiempo que los yolandos se
reclaman orgullosos hijos de Lenin y del Che. No hay monumento a la
desmemoria como esas desoladas lomas bajo las que descansan del terror
de sus últimos momentos tantos miles de muertos.
Nadie ha hecho, en 85 años, una película sobre esa masacre. La hay sobre Benigno Rodríguez, El Ángel Rojo,
que detuvo las sacas de presos preventivos, todos ellos sin abogado ni
juicio, por ir a misa, secuestrados por la Junta de Defensa del Gobierno
de la República, ese régimen ejemplar. Las masacres seguían la política
de exterminio de clase inaugurada por Lenin -seis millones de
muertos- y continuada por Stalin -en 1936, ocho millones, llegó a
veinte-. La masacre de Paracuellos es además inseparable de los
asesinatos de presos de la Cárcel Modelo. Azaña hace una breve
referencia al de su primer jefe político, Melquíades Álvarez: su cadáver pesaba tan poco que, al tirar el cuerpo al camión de los muertos, cayó por el otro lado. ¡Ah, esos milicianos sudorosos de cuyas violaciones a las monjas se reía Almudena Grandes!
Hay
infinitas películas sobre la represión franquista en la guerra o la
posguerra. Ahora preparan una ley, típicamente comunista, que castigará
disentir de lo que los desmemoriadores del Gobierno ordenen recordar. ¿Qué productor hará la película Paracuellos,
que llenaría las salas y ahuyentaría la subvención? ¿Cuántos actores se
negarían a participar en una "justificación del franquismo"? Porque
Paracuellos puede justificar el Alzamiento y hasta explicar el desenlace
de la Guerra. Así que no habrá película, ni serie sobre un hecho
archidocumentado y sobre el que sólo se duda del número de muertos: ni
del sadismo de los verdugos, ni de lo deliberado de la masacre,
semejante a tantas otras en toda España que los desmemoriadores siguen llamando improvisadas. El comunismo no improvisa jamás.
El silencio desolado de Paracuellos es el de una nación que, ahora sí, parece resignada a morir.
" Lo que propone Bruselas a la mayoría europea
de religión o tradición cristianas es un desarme unilateral en lo
espiritual, que se produce ante la pujanza demográfica de un islam que
no ha abandonado su vocación expansiva. "
A principios de noviembre, el Consejo de Europa puso en circulación una campaña en la que pedía, en nombre de la "diversidad", "respeto para el hiyab",
el pañuelo con que se cubren la cabeza las mujeres en la cultura
tradicional musulmana. La iniciativa fue duramente criticada por quienes
ven en este accesorio un símbolo inequívoco de la sumisión de la mujer
en el Islam. A los pocos días, el Consejo retiró la campaña, que había
sido defendida y financiada por la Comisión Europea.
A finales de noviembre, el Corriere della Sera informaba de la existencia de una guía interna que recomendaba a los funcionarios europeos evitar el uso de la palabra Navidad
y eliminar de sus discursos públicos cualquier referencia al
cristianismo, por indirecta que fuera. El documento había sido encargado
por la Irene Montero de Bruselas, Helena Dalli, y recibió un alud de críticas que ha acabado provocando su retirada.
"No
es un documento maduro y no cumple los estándares de calidad de la
Comisión", ha balbuceado en un tuit la comisaria europea de Igualdad,
sin explicar dónde están los fallos y qué hay que mejorar en la próxima
edición. Según la propia Galli, la guía tenía el noble objetivo de "ilustrar la diversidad de Europa y destacar la naturaleza inclusiva de la Comisión Europea con respecto a todos los modos de vida y creencias de los ciudadanos europeos".
En nombre de una neutralidad que no respeta al felicitar el Ramadán o celebrar el uso del hiyab, la Comisión Europea asume una vez más la agenda del antioccidentalismo woke
al pedir que se excluyan los símbolos cristianos del espacio público,
al tiempo que fomenta los de otras religiones. Además de privar a la
inmensa mayoría de los europeos, sean creyentes o no, de referentes
comunes sin los que no se entiende nuestra historia y forma de vida, la diversidad que
promueve Bruselas apela a la sensibilidad y la libertad religiosa para
castigar, curiosamente, a la confesión más tolerante y respetuosa con el
distinto.
Mientras exige
perfil bajo al cristiano, la Comisión Europea anima a quienes menos lo
necesitan a afirmarse y exhibir sin restricciones su adhesión a una fe
islámica que se manifiesta, mucho más a menudo que el cristianismo, en comportamientos agresivos y autoritarios hacia los apóstatas, los laicos y los creyentes de otras religiones.
Al
adoptar recomendaciones como las que contenía la guía interna, Bruselas
nos dice implícitamente a la gran mayoría de europeos de raíces
cristianas que nuestra herencia es algo irrelevante que ha de esconderse
para no ofender a otras culturas.
Este
mensaje contrasta radicalmente con el que la propia UE transmite a los
creyentes musulmanes. Para Bruselas, el origen religioso de las fiestas
navideñas es una mera anécdota que debemos ignorar en aras de la inclusividad y
una mejor convivencia. Pero el hiyab o el Ramadán son elementos
esenciales de la identidad musulmana que es necesario proteger y
respetar para garantizar los mismos valores democráticos con los que
justifican enterrar nuestro sustrato cristiano.
Lo que propone Bruselas a la mayoría europea de religión o tradición cristianas es un desarme unilateral en lo espiritual,
que se produce ante la pujanza demográfica de un islam que no ha
abandonado su vocación expansiva y está aprovechando la deserción
occidental para ganar terreno en tierra de infieles.
"Tanto leer me está gastando los ojos. Pero entender lo que no entendía,
hacerme sabio, bien vale la pena...". Adelanto en exclusiva del diario
que el filósofo pidió que no se publicara hasta después de su muerte.
Reflexiones y ensayos con heroína: "Será un escándalo".
17 de octubre: «Tanto leer me está gastando los ojos. Pero entender lo que no entendía, hacerme sabio, bien vale la pena».
Apenas hace una semana de su muerte y Antonio Escohotado ya ha empezado a pronunciarse. Su espíritu acaba de hablar a través de un diario de tapas de corcho, al que ha tenido acceso Crónica, que el filósofo empezó a escribir a mano en los años 90, y cuyo destino era la publicación después de su muerte.
El
libro, o más bien la libreta de más de un centenar de páginas, es una
sucesión de breves reflexiones, ideas y aforismos. O como decía el
Antonio más prosaico: «Cuando se me ocurre algo que vale la pena lo
apunto». Pero también un dietario de su régimen farmacológico,
inspirándose en Confesiones de un opiómano inglés, de Thomas de
Quincey, donde experimenta los efectos de las sustancias químicas en las
emociones, en la percepción humana, y en su plasmación como literatura.
«Este diario permitirá a mi familia pagar sobradamente mi entierro, seguro que será un escándalo, y un best seller»,
comentaba con sorna Antonio engordando el interés. Y también: «No lo
publico antes de morir por si viene una turba gris a quemarme la casa».
De momento, explica su hijo y albacea literario, Jorge Escohotado, la
familia «no ha cerrado su publicación con ninguna editorial, ni tiene
previsto sacarlo a la luz al menos hasta 2023».
7
de octubre: «Justo antes de despertar sentí lo que Heráclito anunciara
con 'una luz que se enciende en la oscuridad', ojalá una vida sea una
llama que al apagarse devuelve la paz del nos ser».
14
de octubre: «Vejez y bondad. Dos moscas copularon a dos palmos de mis
ojos, al menos dos horas largas. Luego, cuando volvieron a volar, les
enseñé el matamoscas pero no lo usé».
29
de julio: «Psicoanálisis. Noble ocupación la introspectiva, pero no
está claro que explicar con ingenio el origen de una reacción vaya a
cambiarla. No está claro que baste saber. En mi caso, por ejemplo, las
formaciones reactivas, teniendo al fondo un complejo de inferioridad.
Con los ánimos, se diría que los alivia un oidor consejero mucho más que
su interpretación genética. Y los alivia porque el sujeto pide
compañía, atención, no luz. Quien busca luz, sólo eso, jamás acude a un
psicoanalista. Sin embargo, quien busca luz no para de psicoanalizarse».
4
de octubre: «Lo que llamamos crímenes de lesa humanidad son ultrajes a
nuestra decencia como especie, pues de convertirlos en imperativo
categórico, desapareceríamos rápidamente».
«Pero
es un maravilloso continente, por fino y traslúcido, que nos recuerda
la superioridad de la técnica sobre todo el resto de los actos. Por
fortuna un animal todavía tan adepto a la arbitrariedad como el humano
descubrió como contrapartida razonable lo útil, mal que le pese al
romántico. Vamos a la zaga de la invención inteligente, y eso es quizá
el único antídoto eficaz para el irresponsable 'me da la gana' que
tantos custodian como esencia de lo Satisfactorio».
BIOENSAYO SOBRE LOS OPIÁCEOS
Mientras Aprendiendo de las drogas
fue un bioensayo esporádico, su obra póstuma incluye «un bioensayo
crónico», explica Jorge Escohotado, «centrado principalmente en la
familia de los opiáceos, y en el que mi padre va probando
cronológicamente sustancias, dosis y calidades». El filósofo, añade su
hijo, «experimenta con heroína, opio, y derivados como la oxicodona y el
fentanilo, convencido de que la heroína retrasaba el metabolismo,
bajaba el latido del corazón, aumentaba el sueño, reducía el apetito
sexual y quitaba el hambre, lo que la convertía en una sustancia que
podría llegar a utilizarse para cronificar enfermedades como el cáncer».
«Al
estar escrito a mano, a lo largo de los años, con distintos bolígrafos y
plumas, permite atisbar el ánimo con el que ese día escribía ese día mi
padre», cuenta Jorge. Como también el avance del párkinson, que le
obligó a dar por concluido el libro justo antes de partir hacia Ibiza en
junio de 2020, en un viaje sin retorno. Entonces se sirvió de la mano
de este redactor para seguir adelante. «Yo soy mi paciente. Yo soy el
cobaya de la humanidad. Sé que la heroína es perfectamente compatible
con la vida (...) Es un fármaco tremendamente activo. En pequeñas
cantidades produce grandes efectos (...) Tomo drogas para sentirme mejor
(...) pero hay que ser elegante, 'mesurao', responsable, y encontrar lo
que buscas (...) Marco Aurelio, el más sabio y noble de los
emperadores, desayunaba, casualmente, todos los días, un haba de opio de
Egipto con vino caliente. Con eso le bastaba. Hoy por cierto, estoy así
de feliz porque he tomado también un haba», cuenta en Los penúltimos días de Escohotado (La Esfera).
6
de mayo: «La regla de no revisar lo escrito me impide precisar si la
última mención a dosis subrayaba algo semejante a con dos al mes voy
sobrado. Sandez grande, pues ando en torno a tres y bajando de cuatro,
sencillamente porque la sedentariedad -para acabar el Tomo II- me
condenaba a aumentar sin beneficio, logrando tan sólo una mano
temblorosa y un espíritu sombrío. Perdí peso y apetito, ya empezaba a
conformarme con esperar señal más precisa de fallo sistémico, pero la
buena de Nieves me llamó la atención y le prometí pelear con ejercicio.
Pasaron quince días; pasé de una tabla alterna a dos tablas diarias, con
paseos cotidianos, y volvieron la fuerza, el apetito y el peso. Vuelven
a valer los tres gramos, que por supuesto siguen siendo misteriosos por
lo que respecta a su composición y la consoladora certeza de que el
esfuerzo crea endorfinas».
10
de mayo: «La luz se fue hace algunos minutos, a las 4.55 PM, dejándome
rabioso porque estaba trabajando con provecho, y todo colapsa. Qué
fantástico grado de dependencia guardamos con la corriente eléctrica.
Pero como no me rindo, enciendo una vela acorde con estos tiempos -de
medida fina y poca llama- vuelvo a la tinta. Me habré pasado un mes
largo con problemas de temblor en la mano, que cesó cuando volví a darle
caña al cuerpo, y era inquietante que las emes y otras letras saliesen
mal hechas, como terminadas antes de empezarse, y lo atribuyo a que el
caballo carga la mano con un temblor».
4
de octubre: «Consentirme una línea mayor de la debida me castiga con un
temblor de mano, y me costó escribir lo previo. No repetiré dosis hasta
haber agotado el exceso. Tampoco es tan difícil respetarse con algo más
de disciplina, anteponiendo otra vez la elegancia a la avidez».
Antonio
se autoimpuso la norma de no releer nunca lo escrito en este diario,
por lo que se ven tachones, mayúsculas y signos de puntuación colocados
aleatoriamente. Se saltó la norma en el verano de 2016, como excepción
para confirmar la regla, y leerle varios renglones a la periodista Nuria
Richart, durante una serie que Libertad Digital hizo sobre las bibliotecas de varios escritores: «Para
no acabar en un pataleo patético ante la Parca, ir envejeciendo debe
usarse para aprender el desapego, reduciendo paso a paso un instinto de
conservación, que nos ayudó a sobrellevar dificultades, pero resulta
progresivamente absurdo».
Durante su
entrevista, grabada cinco años antes de su muerte, ya advertía cómo
afrontaría el final de sus días: «Si la vida se despide de ti, lo mejor
es decir hasta luego. Es que es tremendo, hay gente que la vida se
despide de ellos y de repente se aferran especialmente a ella, y te
dicen, pues ahora es cuando quiero vivir, cuando resulta que tiene un
cáncer horrendo. Pues ahora voy a luchar, y ahora me voy a quedar. Pero
si ya tienes 80 años, por qué».
-A lo mejor somos así, es inevitable -le cuestionaba Nuria.
-Yo espero no ser así, pero hasta el último momento no se puede decir, porque podría ser como una bravata... ya veremos.
Y
al final no sólo no fue así, sino que se mantuvo firme en su intención
de dejarse morirse nada más aterrizar en la isla cinco años después, y
morir a los 80 años que ya le ponía como presunto ejemplo aleatorio a
Richart.
13
de septiembre: «...Durante buena parte de sus vidas optan por cuidarse
muchísimo, cuando de nada sirve, ofreciendo así la última manifestación
de una existencia equivocada durante la adolescencia, cuando
consolidaron su deseo de hacer lo mínimo para disfrutar al máximo.
Apartando el tribunal de la muerte como si no fuese con ellos.
Prefiriendo la voz de la complacencia inmediata a la voz de la
conciencia, de repente un papel con cifras, y alguien con bata blanca
pone plazo a algo que nunca dejó de tenerlo. Y no haber progresado en el
desapego, convierte sus vidas en el equivalente para los animales a
estar en una embarcación que está en llamas. Que gran ridículo, y al
tiempo qué merecido».
28 de enero
de 2012: «Tantos amigos torturados por confiar en la revisión de sus
fluidos. Llamar preventiva a una medicina que diagnostica males
incurables es un contrasentido, ni más ni menos ridículo que prometer la
vida eterna a través de la automomificación. Tanto hablar del sistema
inmunitario, y ni un solo estudio sobre la bajada de defensas aparejada
al diagnóstico del cáncer».
Escota, como
le llamaban cariñosamente sus hijos y amigos íntimos, no quería morir en
un hospital y no lo hizo. Lo hizo en la Policlínica Nuestra Señora del
Rosario, construida como en Poltergeist, sobre un cementerio, el
que fuera el más grande de la antigüedad, la necrópolis fenicia de Puig
des Molins. Poco antes de las 7.30 del pasado domingo, espíritus con el
óbolo de Caronte bajo la lengua debieron susurrarle al filósofo que
había que pagarle al barquero, para que le llevara al otro lado de la
laguna estigia, al mundo de los muertos, y entonces le pidió a su hijo
Antonio que le metiera un bombón en la boca.
Jorge,
al ver llegar el final, le colocó sobre el pecho un teléfono móvil, y
le puso sus dos canciones favoritas, las mismas que sonaron día y medio
después en el cementerio de Santa Inés, Go your own way de Fleetwood Mac, y These Days,
de Jackson Brown, ambas que tocaba a la guitarra y cantaba el propio
Escohotado. Pero el filósofo se marchó antes de que acabara la letra,
porque quizá ocurrió lo que sospechaba en Los penúltimos días:
«Una de dos, o mi flujo se apaga, y entonces viene un eterno silencio
tranquilísimo al que me considero acreedor y merecedor, o bien hay algo
más. (...) Román, mi hijo perdido, mis padres, todo el mundo espiritual
de primer tipo que ha llenado mi vida. O sea, de alguna manera, revive
la memoria. Resucita entera. Y en el delirio de mi imaginación digo, a
lo mejor aparece Román. Eso es lo que pienso».
Hacía
una semana que la muerte de Antonio parecía inminente porque,
inconcebible sin un cigarrillo o un porro entre los dedos, de repente
había dejado de fumar. Un edema en los pies fue ascendiendo hasta las
manos. Luego se le encharcaron los pulmones. Y entonces empezó a
retransmitir a sus allegados el fallo multiorgánico que horas después
acabaría con su vida, como si retransmitiera un centro al área del Real
Madrid en una de sus columnas en La galerna, donde no remata ningún jugador: fallo del hígado, fallo renal y fallo del corazón.
29
de abril: «Me asalta el temor de que el día de mi agonía vengan a
agravarla los corazones rotos durante el largo extravío de mi vida como
mujeriego. Qué lejos me encuentro de aquel hombre, con el que tanto me
identifiqué. Eso gané, por otra parte, y gracias a ello contemplo más
serenamente el ocaso, por no mencionar la inmensa ventaja de haber
encontrado al fin la mujer debida».
El cuerpo de Antonio descansa en el cementerio de
Santa Inés. Uno minúsculo, que parece de juguete, al lado de una iglesia
con forma de panacota, y junto a pescadores y costureras, como indican
los grabados y miniaturas de barcas y máquinas de coser que decoran sus
nichos. A un lado tiene el agroturismo Can Partit, de sólo seis
habitaciones, donde Antonio residió de marzo a octubre, con el cabezal
de su cama apoyado en una de las paredes del cementerio. Pocos dudan de
que el escenario se convertirá en breve en un mausoleo de porros,
flores, vasos de whisky, y mensajitos depositados por peregrinos,
similar al de Jim Morrison en Pere Lachaise.
HACER EL HIPPY, EL AJEDREZ Y AMNESIA
A
su amigo de la infancia, el traductor y diplomático Manolo Sáenz de
Heredia, fue al que le tocó hablar en el funeral. Con él compartió
pupitre y partidos de fútbol en el patio. Con él se vino a Ibiza a hacer
el hippy, y a jugar miles de partidas de ajedrez. Con él fundó Amnesia
en el 76, el mismo número de su nicho en Santa Inés. Hay una foto de
ambos. Rubios y melenudos en el campo, en la que Manolo mira con
atención algo minúsculo que Antonio tiene entre los dedos, y que
difícilmente sería un pistacho. El rubio melenudo es hoy un anciano de
barba blanca, ojos azules y sombrero, que aguantándose las lágrimas
pidió a los asistentes que no estuviéramos tristes, que era un día para
celebrar la vida de Antonio. Y expuso las dos grandes lecciones que
aprendió de su amigo tras sesenta años de relación: «No tengas miedo» y
«no pierdas el tiempo». Su epitafio: «Quiso ser valiente, y aprendió a estudiar».
Sus
seis hijos y su tercera esposa deberán gestionar ahora un patrimonio
editorial formado por más de una veintena de libros. Daniel, el
primogénito, piloto de vuelos comerciales, llegó casi de milagro para
despedir a su padre, y convertirse en el nuevo portador del icónico
anillo rojo de Escohotado. Ese que perdió en una playa de Ibiza, a la
que se había ido con una amiga, y que apareció días después en un bar a
muchos kilómetros, y en el dedo de otra mujer.
Allí
también estuvo Jorge, periodista, y Alejandro, ingeniero informático;
Rebeca, licenciada en Historia del Arte y portadora de la belleza de su
madre, un icono de las fotografías de la Ibiza hippy. Y Antonio,
psicólogo y con el que Escota compartía sus principales
aficiones, el fútbol y el ajedrez, al que el filósofo dedicó años de
estudio y muchas partidas, para acabar engendrando un hijo que se
convirtió en un rival invencible. Y también Claudia, la más pequeña y
futura abogada.
La familia pretende iniciar un proceso de desnarcotización
de su obra, conscientes de el discurso que le popularizó, eclipsó el
resto de su trabajo, y le privó de muchos reconocimientos. De momento,
lo que tienen sobre la mesa es un homenaje público en Madrid. A medio
plazo una Fundación. Y la vicealcaldesa de la capital, Begoña Villacís, ya anunció en Twitter: «Madrid debe reconocer con una calle a uno de sus sabios».
Escohotado
se ha ido, y los demás ya podemos escribir una línea de nuestro
epitafio, como Ulises en Troya: «Si alguna vez cuentan mi historia, que
digan que caminé con gigantes, los hombres vienen y van como trigo en
invierno, pero estos hombres jamás morirán... Que digan que viví en los
tiempos de Héctor, domador de caballos; que digan que viví en los
tiempos de Aquiles». Pues si alguna vez cuentan nuestra historia, que
nadie dude en decir que vivimos en los tiempos de Escohotado.
Hay intelectuales con una sola idea que
terminan aprendiéndose la idea de memoria y la repiten cada vez que
pueden, adornándola o adormeciéndola. Don Antonio era una olla a presión
de conocimientos, vivencias, anécdotas y lecturas, y los conocimientos,
vivencias, anécdotas y lecturas no entienden de disciplina
Coincidí con don Antonio Escohotado unas pocas
veces. Soy su admirador, pero no me atrevo a presumir de amistad. Es
más, siempre lo traté de «usted» anteponiendo el «don» a su nombre. Me
inspiraba un infinito respeto. No soy de tertulias organizadas a fecha
fija. En el bar de «Mayte», en la plaza de la República Argentina,
también conocida como de los Delfines, José Luis Coll organizaba una
tertulia de pretendido humor, con actores y dibujantes. Nos pidió a
Mingote y al arriba firmante que asistiéramos, y lo hicimos para no
volver jamás. Las tertulias de humoristas son las más aburridas, de
escritores las más pesadas y las de dibujantes y pintores las más
vacías. Claro, que otra cosa era toparse de cuando en cuando con don
Antonio Escohotado, que tampoco era partidario. Don Antonio era
luminoso, preciso y valiente, pero poseía tanta sabiduría que en muchas
ocasiones, al exponerla se trabucaba. Hay intelectuales con una sola
idea, y claro está, terminan aprendiéndose la idea de memoria y la
repiten cada vez que pueden, bien adornándola o adormeciéndola. Don
Antonio era una olla a presión de conocimientos, vivencias, anécdotas y
lecturas, y los conocimientos, vivencias, anécdotas y lecturas no
entienden de disciplina. Se mezclaban, surtían de su boca, alegraban su
mirada, se pisaban unos a otras y nos quedábamos alelados. Un ejemplo
taurino. Le pidieron a Antonio Ordóñez, el gran maestro, que asistiera a
una tienta en la que iba a torear un niño que iba para figura del
toreo. Y llegó a serlo. El niño toreó a la vaquilla con muchísimo arte y
gracia. Y Antonio Ordóñez le puso nota:
–Me ha gustado. No ha hecho nada feo.
Eso mismo lo tenía don Antonio.
–Me ha gustado. No ha dicho ninguna tontería.
Hablaba
y hablaba con una brillantez modesta y devastadora, de una cosa y de la
otra, y jamás se le escapaba una tontería. Por lo demás, era acogedor,
amable, misericordioso y llevaba el señorío en sus venas. Lo dejó
grabado en una conversación que ha transcrito El Debate: «Un país no es
rico porque tenga diamantes o petróleo. Un país es rico porque tiene
educación. Educación significa que, aunque puedas robar, no robas.
Educación significa que tú vas paseando por la calle, la acera es
estrecha, y tu te bajas y dices: 'Disculpe'. Educación es que, aunque
vas a pagar la factura de una tienda o de un restaurante, dices
'gracias' cuando te la traen, das propina, y cuando te devuelven, lo
último que te devuelven, vuelves a decir 'gracias'. Cuando un pueblo
tiene eso, cuando un pueblo tiene educación, un pueblo es rico». Un
genio bien educado es mucho más genial que un genio grosero. Ahí tienen
el ejemplo de un autodidacta, que no hizo ni el bachillerato, y se
convirtió en un triunfador en el teatro –con Miguel Mihura–, en el
dibujo y el humor. Se llamaba Antonio de Lara, y su mote era «Tono».
Agonizaba y fue a visitarlo su gran y jovencísimo amigo Antonio Mingote.
«Tono» fue uno de los talentos más grandes de la «Generación Simpática
del 27». José López-Rubio ofreció en Hollywood una cena a sus amigos
españoles interesados por el cine. Edgar Neville, «Tono», Jardiel
Poncela y algún otro. Entre los invitados destacaban Charles Chaplin,
Buster Keaton y un señor con una melena grisácea desmedida, que habló y
habló con «Tono» largo y tendido. El de la melena se llamaba Albert
Einstein, que chapurreaba el español. Y López-Rubio le preguntó a
«Tono»:
–¿De qué hablabas con Einstein, que estaba tan interesado?
–Pues de nada en particular, Pepe. Le decía que todo en este mundo, es relativo.
Pues
«Tono» se moría y Antonio Mingote le dio un último abrazo. La buena
educación ante la muerte es un símbolo grandioso en el ser humano. Como
lo ha mostrado don Antonio con la suya. Y «Tono» se despidió de Mingote
con la más sublime educación:
–Perdona, Antoñito, que no te pueda acompañar hasta la puerta, porque esto de morirse es una lata.
Don
Antonio, con independencia de su sabiduría, su libertad y su
generosidad era uno de los españoles mejor educados de los entresiglos
XX y XXI. Queda su obra publicada. Para leerla, hay que saber leer y
ofrecerse a su inteligencia. Y seguirá, empolvada, en las esquinas de
las librerías. Gracias por tanto y por todo, don Antonio.
Cuando la izquierda fusila, ejecuta a fascistas. Cuando lo hace la derecha, asesina. Perdón por haberme confundido
Con el fin de adaptarme anímicamente a la Ley de
Memoria Democrática de Sánchez, Bolaños, Marlaska, Podemos, ERC y la
ETA, necesito pedir perdón. Y lo hago, en hinojos y humillado desde una
petición de misericordia iluminada por la gratitud histórica. Quiero
agradecer desde aquí a socialistas y comunistas su entereza y coraje por
fusilar sin dudas a cinco mil peligrosos elementos de la Reacción
conservadora en Paracuellos del Jarama, entre ellos, a 267 menores de
edad. Obviamente, esos asesinatos, ya perdonados por la Ley de Amnistía,
no pueden calificarse como tales. Cuando la izquierda fusila, ejecuta a
fascistas. Cuando lo hace la derecha, asesina. Perdón por haberme
confundido.
Como nieto de un ejecutado en
Paracuellos, el escritor y comediógrafo Pedro Muñoz-Seca, quiero pedir
perdón a socialistas y comunistas por haberlos responsabilizado de su
muerte. El culpable fue él, escribiendo lo que no gustaba a socialistas
ni comunistas. Y les agradezco, con muchos años transcurridos después de
su valiente gesta, de haberse mofado de Muñoz-Seca, cuando herido de
muerte sobre la tierra de Paracuellos, tuvo que esperar más de cuatro
minutos de agonía mientras los milicianos, con gran sentido del humor,
se reían de sus últimos estertores, para recibir el tiro de gracia. Y
deseo agradecerles la eficacia de su tiro de pistola en la sien, tardío
pero definitivo, prueba de la caridad y humanidad de quienes se vieron
obligados, por culpa de sus comedias, a terminar con su vida.
Pido
perdón en nombre de la familia Ceñal. Ocho hermanos asturianos. Ramón y
Rafael y el mayor de todos no se hallaban aquella noche en su casa. Los
primeros estaban en el Seminario, y el tercero se había incorporado al
Ejército Nacional, el que ganó la guerra y hoy, afortunadamente, la ha
perdido con más de 80 años de retraso. Pido perdón en nombre de su
madre, que vio cómo, con justicia revolucionaria, se llevaron a sus
cinco hijos para fusilarlos por el terrible delito de creer en Dios, y
entre los cinco, al más pequeño, que había cumplido diez años de edad.
Pido perdón a los que se vieron inducidos a fusilar a esos cinco jóvenes
y peligrosos cristianos, y lo hago también en nombre de su madre, que
no supo interpretar la situación, perdió la cabeza, y se fue apagando
poco a poco en un hospital con un rosario entre las manos hasta que su
merecido sufrimiento terminó con su vida.
Pido
perdón y agradezco a socialistas y comunistas el fusilamiento de los
cinco hermanos De la Quadra Salcedo y Arrieta Mascarúa. De los obispos,
sacerdotes, religiosos, seminaristas, monjas y hermanas de la Caridad
que murieron torturados y fusilados, ellas previamente violadas, por su
empecinamiento antidemocrático de creer en Dios y no dar su brazo a
torcer, prueba inequívoca de su soberbia, renegando de su fe. Pido
perdón a socialistas y comunistas y al presidente de la Generalidad de
Cataluña, Luis Companys, por las muchas decenas de miles de militares y
paisanos ejecutados, por no tener cabida, lugar ni sitio en la España
roja y separada, paraíso de la igualdad, de Largo Caballero, Negrín,
Prieto y Stalin. Y como la nueva Ley de Memoria Democrática alcanza
hasta 1982, ruego encarecidamente a la ETA, hoy gobernante con sus
votos, que me perdone por no saber aceptar las ejecuciones –jamás
asesinatos–, de los vascos y demás españoles que no perdieron ni un
segundo en intentar ser comprensivos con la valentía de sus comandos.
Especialmente, los comandos que asesinaron niños, futuros fascistas.
Pido
perdón y agradezco que, al fin, gracias a la Ley de Memoria Democrática
de Sánchez, Bolaños, Marlaska, Podemos, ERC y la ETA, haya alcanzado la
luz de la verdad, y aprendido la diferencia que se establece entre el
asesinato derechista y la ejecución obligada por motivos de progreso,
sostenibilidad, empoderamiento y futuro.
Perdón, perdón, y gracias mil, Sánchez, Bolaños, Marlaska, ERC, Podemos y la ETA.
La vida
sin Escohotado va a resultar más pobre, pero ahí están los libros. El
último lo tengo en la mesilla por desvirgar: ‘Hitos del sentido’. España
sin su magisterio será más roma, más aburrida. Porque le cupo al sabio
mantener en su ancianidad los destellos del descubrimiento continuo,
profundo y voraz. No había nada que no mereciera su interés, ni
reflexión que no apurara. Tuvo la pericia de ahondar en la razón sin
botellas de oxígeno y sin perder en el descenso la bonhomía. Bondad y
humor de sabio son crema de la crema, fruto y sutileza últimos del
jardín de los dones.
Nació para conferir sentido y desdeñó hasta la sombra de la posibilidad de una trampa en
favor
de su personaje. Ni una concesión como las que han echado a perder a
otros filósofos contemporáneos. Pienso en el joven y brillante Markus
Gabriel: Escohotado no habría caído nunca -nunca cayó- en la tentación
de acompasar su pensamiento al espíritu de los tiempos sacándose de la
manga una pseudoética muy muy muy preocupada, ay, por el planeta.
‘Tilt!’
Su lectura para siempre estará disponible. Allí hallará
bálsamo y alivio del espíritu, allí gozará del placer inefable de la
inteligencia en todo su esplendor el hombre del futuro, que aún no ha
nacido. Y el niño del presente que consiga esquivar el adocenamiento
preparado por esta izquierda rebordenca que ahora trabaja para
perpetuarse en el poder por lo civil o por lo penal, para desplegar su
ingeniería social, castrarle el cerebro y lobotomizarle ambas pelotas a
la muchachada. Bibliotecas habrá en el espacio intangible, salvo que la
dictadura que viene desenchufe internet. No veo a la UE permitiéndolo,
aunque nunca se sabe.
A lo que iba. Estarán sus libros, que la
mayoría no leerán y que a la minoría seguirán alumbrando. El curioso
accederá a las claves y a los razonamientos que, desdeñando adjetivos,
cambian la visión del mundo y, a menudo, la vida: la persistente
calamidad del pobrismo, las sorpresas del caos. La libertad, nuclear.
Pero no podrán recordar su mirada, portalón abierto que te hacía
partícipe de los tesoros últimos. Eso es, y agradezco al destino tal
regalo, la memoria de ciertas conversaciones. Danzas verbales de dicha
por la razón en marcha, por la vida tan ancha y tan inacabable. Y sin
quererlo fueron lecciones impagables porque él era maestro todo el
tiempo (así le llamé siempre, nunca Escota), y yo apuré hasta las heces
cada oportunidad que me brindó, y no fueron pocas.
No
dejó de asombrarme su curiosidad insaciable de niño anciano, aquella
inexplicable combinación de inocente sorpresa y claridad cegadora del
intelecto aun cuando se aplicaba sobre algún asunto menor. Porque en su
palabra ninguno seguía siéndolo, toda anécdota cobraba trascendencia;
había pasado por su mente y había salido de nuevo, rodeada la luz. Hay
una felicidad inmortal en la lucidez. Ahí has estado siempre, y ahí
sigues.
A los 80 de su edad y 50 años después de publicar su primer libro, La conciencia desdichada. Ensayo sobre la religión en Hegel, ha muerto Antonio Escohotado, uno de los intelectuales realmente importantes del último medio siglo en España, y cuya obra
la trasciende. La recepción de la noticia, en los medios de
comunicación y los comentarios de sus lectores, permiten ver con nitidez
la sima de burricie, manipulación sectaria y asnal conciencia feliz de
un país, que, en sus generaciones más jóvenes, se niega a la obligación
de saber, con un descaro de pavo real.
Vayamos
a lo importante, que no es que fuera hippie y comunista, fundara la
discoteca Amnesia o que la Policía le tendiera una trampa y pasara un
año en la cárcel por "delito imposible" -hoy "inducido"-, de tráfico de
drogas, cuya libertad de comercio siempre defendió. Más que lo
discutible de asegurar su pureza hay que acercarse a su Historia general de las drogas para alcanzar más allá de una biografía novelesca y novelada.
Su gran obra es Los enemigos del Comercio, subtitulado en su primer tomo Historia de las ideas sobre la propiedad y en el tercero, Una historia moral de la propiedad. El País, que ya no lee ni las solapas de los libros que ignora, decía ayer que trata sobre "la sociedad de consumo". De heno, en el caso del goyesco burro que finge leer los libros que come.
Esa trilogía es uno de los pocos libros realmente importantes sobre la lucha entre pobreza y riqueza, libertad y control,
y responde a esa desdicha placentera de la conciencia de Escohotado que
le llevó a luchar contra su ignorancia en economía leyendo a Menger en
las playas de Tahití, yendo siempre más allá de la cómoda bruma de lo
socialmente aceptado y políticamente correcto. Lo que iba a ser
un estudio sobre el comunismo en los socialismos del XIX se convirtió en
encuesta sobre el cristianismo y la moral de la pobreza, que a
su vez le llevó a Ciro y las formas primitivas de propiedad y libertad,
dependientes del salario y contrarias a la esclavitud y al "precio
justo" de las cosas. Fue el primer lector de Memoria del comunismo y le entrevisté para Libertad Digital durante dos horas inolvidables, sitas en Youtube. Y nos comprometimos a estudiar la lucha en la Escuela de Salamanca entre la responsabilidad social de la Iglesia y el ancestral pobrismo evangélico.
Jano García es economista y escritor. Acaba de publicar 'El rebaño' (Esfera de los libros), ensayo prologado por Antonio Escohotado.
Lo único seguro que hay en esta vida es que la muerte es un sendero
que recorreremos todos antes o después. A pesar de ello, cuando fallece
un ser querido la pena nos inunda de igual modo. Es inevitable pensar
que ya no escucharás más su voz, sus ácidas
expresiones, su mirada, su fina ironía, sus gestos y que cualquier
contacto desaparece hasta que el paso del tiempo te vuelve a reencontrar
con él.
A Escota lo
conocí personalmente tarde, demasiado tarde, pero eso no me impidió
detectar que estaba frente a una persona única e irrepetible. Mi temor
era que pensara que ese chico jovencito que quería conocerlo le
resultara decepcionante. No fue así. La complicidad brotó al instante y
la sensación era que nos conocíamos de toda la vida. Lo que
transmitían sus textos, un humanismo y un amor por la verdad y la
libertad inconmensurables, se palpaba todavía más en persona.
Cuando sentía que todo el mundo iba en la dirección opuesta, escribirle era una necesidad para comprobar si el mundo se había vuelto loco o, por el contrario, el loco era yo. Sus respuestas eran un bálsamo de tranquilidad. Escota experimentó
el desprecio, el silencio y la deformación de su imagen porque sus
pensamientos no coincidían con lo políticamente correcto (y eso que
todavía no se había popularizado el término).
Escota no
se plegaba ante nadie y eso le costó ser apartado hasta que la llegada
de internet le brindó la oportunidad de ser escuchado a lo largo del
globo terráqueo. Su mensaje pudo ser escuchado por aquellos a los que se
les había robado la oportunidad de oír las lecciones de un hombre sabio
que acumulaba una gran cantidad de información y experiencias vitales. La mayor enseñanza que me ha dejado es preguntarme por qué constantemente.
Resulta imposible entender nuestra realidad y encontrar la solución a
los problemas que se nos presentan si somos incapaces de detectar
previamente los motivos.
A diferencia de otros pensadores y filósofos, Escota no
era un dogmático, cosa que le engrandecía todavía más. Se lo
cuestionaba todo y no tenía ningún inconveniente en cambiar de idea si
estaba equivocado. Nunca antes conocí a alguien con tan bastos
conocimientos, con esa humildad y honestidad intelectual. La cabeza más
lúcida, libre y valiente que jamás he conocido se marcha cuando más
falta hace. Como decía él: «Dejar que el otro sea libre es la gran asignatura pendiente de la humanidad».
Así lo llamábamos nosotros, los de la
tropa de la libertad, la ilustración y el pensamiento en marcha. Así lo
he llamado yo en el primer tuit escrito por mi mano tras su muerte. Era
un dolor extremo el que la movía. ¿Debo aclarar que me refiero al
filósofo Antonio Escohotado, fallecido en Ibiza hace unas horas?
Había vuelto allí como van los elefantes hacia su cementerio.
Decir que fuimos amigos es decir poco. Éramos compañeros del alma, compañeros, como de Ramón Sijé dijo Miguel Hernández en la elegía que le dedicó en El rayo que no cesa.
Thank you for watching
Esta
columna es una esquela, y las esquelas se publican simultáneamente en
distintos medios de información. Permítanme que haga algo que jamás he
hecho: publicar una columna, la misma, en todas las cabeceras donde
escribo e incluso en alguna donde habitualmente no lo hago. La filosofía
es, por definición, universal, no admite particularismos, no se trocea,
y Escohotado era, sigue siendo, uno de los grandes y escasos filósofos
que a contrapelo de la irresistible ascensión de la trivialidad reinante
prolongaba y ensanchaba la tarea de Aristóteles, de Hegel, de Hobbes,
de Hume... De sus fuentes, de sus colegas, de sus maestros.
No hablo sólo de España; hablo del mundo. Su docencia era disidencia, como siempre lo es la alta filosofía. Escohotado saltó a la fama con su Historia general de las drogas y a la posteridad que ahora, quiéralo o no, le aguarda con los tres hercúleos volúmenes de Los enemigos del comercio.
Es ésta una de las más colosales obras de filosofía de la historia que
jamás se hayan escrito. Casi una enmienda a la totalidad del pensamiento
progresista. Debería ser de lectura preceptiva en todos los centros de enseñanza. Yo, antes de que saliera su primer volumen, le aconsejé que lo llamara, parafraseando a Kant, Critica de la razón roja.
No me hizo caso. Sugiero ahora a la editorial Espasa que agrupe los
tres tomos, más el apéndice formado por sus últimas y aún inéditas
reflexiones, bajo ese título genérico. A tiempo están.
Pero no
quiero glosar ni elogiar aquí, por más que elogio merezca y admiración,
rayana en la estupefacción, suscite, el magisterio y la inmensa obra
literaria, científica, jurídica, política, sociológica y filosófica que
Escohotado nos deja en herencia contra la que nada podrá la segunda ley
de la termodinámica, esa aguafiestas, sino recordar, celebrar y llorar
al amigo, al compañero de tantas aventuras de letras y de armas vitales,
psicoactivas y extracorporales... No tanto a Escohotado, sino a Escota, simplemente Escota.
Serán muchas las páginas que dedicaré a todas esas andanzas en el cuarto volumen, si llega, de mis Memorias, pero aquí voy a limitarme a reproducir lo que, con el título de Carta de un amigo —la enviaba él—, escribí un martes del mes de marzo de 1990 en la revista Época. Fue esto...
"Llegó ayer por la tarde. Dice así:
Amados míos: la eternidad de belleza y de benevolencia, los torrentes
de ternura, la lujuria sin prisa demorándose en sus lentos grados como
una espiral entre la tierra y el cielo, la generosidad del alma,
largueza nacida del espíritu que no conoce el miedo, del espíritu
templado en lo más alto…
De ella, la pureza no forzada; de él, la serenidad desnuda. Y lo uno y
lo otro desembocando, a veces, en el estupor del recién nacido.
Todos recién nacimos de aquella ebriedad.
Compartí eso con vosotros, y decir que estoy en deuda no roza la
enormidad del hecho vivido. El hecho vivido es amor, confianza,
admiración. Quizá, ante todo, es amor al espíritu y espíritu del amor.
Disponed de mí. Que Dios os bendiga.
Y, a pie de página, un nombre y un ser que voy a guardar
bajo siete llaves maestras en el secreto de mi almario. Habíamos
emprendido juntos un viaje sin fondo al fondo del misterio de la carne
de los dioses. Que entienda quien quiera, pueda, sepa y deba entender.
¡Oh, Quetzalcóatl!".
Aquel nombre, que entonces no quise revelar, era el de Escota, que hoy ya no está, pero es, sigue siendo, fundido ya en lo que él llamaba Absoluto.
Vuelvo
a Miguel Hernández... "Tanto dolor se agrupa en mi costado / que por
doler me duele hasta el aliento (...) ¡A las aladas almas del almendro
de nata te requiero, / compañero del alma, compañero!".