A veces los políticos marcan un momento en la Historia, pero no sólo en
el sentido convencional, sino por la importancia que le dan a la
divulgación del conocimiento histórico como elemento para que la
sociedad tome conciencia de su pasado, valore mejor su presente y mire
de otra manera el futuro. Esperanza Aguirre es una de esas políticas
cuyo papel para la divulgación de la historia de la libertad en España
ha sido muy importante. Y no ha sido nada fácil.
El liberalismo fue la ideología más tergiversada y calumniada del siglo
XX español. La izquierda y la extrema derecha le achacaron, y aún hoy
lo hacen algunos, la mayor parte de los males del país. Mientras el PSOE
y el PCE, luego IU, fueron desde la Transición construyendo una
interpretación de la Historia a su medida, la derecha asumió un
sentimiento histórico de culpa que le impidió durante décadas incluir en
su discurso cualquier referencia al pasado. Esa hegemonía cultural de
la izquierda en aquellos años supuso la asunción general de su visión
histórica. Sus dirigentes políticos y sindicales desde 1879, año de
fundación del PSOE, fueron presentados como únicos padres del Estado
social y democrático de derecho que se estableció en la Constitución de
1978. Del mismo modo, la Segunda República, en su etapa gobernada por la
izquierda, se citaba como el antecedente de nuestra democracia. Y así
la España de 1931 a 1936 se convirtió en el campo más trillado de la
historiografía nacional, y todavía lo es.
Esperanza Aguirre siempre ha estado convencida de que el liberalismo
era la alternativa en Europa a la socialdemocracia. Y en ese afán por
reforzar la idea liberal en España se empeñó en darle divulgación a su
historia, especialmente al siglo XIX. Tampoco fue sencillo, pues era
necesario que el partido de la derecha española cambiara. La etapa de
liderazgo de Manuel Fraga fue baldía al respecto, sin duda por el pasado
de su máximo dirigente. Tan sólo se recuperó la figura de Antonio
Cánovas, pero de una forma exageradamente tímida.
La dirección de José María Aznar inició un nuevo modo de concebir la
derecha, y con eso se abrió el paso a la recuperación de la historia de
la libertad en España. El papel de la FAES fue importantísimo a este
respecto, y producto del mismo fue Genealogía del liberalismo español, 1759-1936 (Papeles FAES, 1998), dirigido por José María Marco, que fue el primer libro de muchos otros.
La fecha clave para el impulso de Esperanza Aguirre al conocimiento de
la Historia fue 2008. El bicentenario del levantamiento del Dos de Mayo y
del inicio de la Guerra de la Independencia fue un buen momento para
iniciar la tarea de dar a conocer, desde las instituciones, las
personas, las ideas y los acontecimientos que configuran el nacimiento
de la nación política y, por tanto, de la libertad moderna en España.
Con gran acierto, y para cumplir con este objetivo, se creó en noviembre
de 2007 la Fundación Dos de Mayo. Nación y Libertad, dirigida por el
catedrático Fernando García de Cortázar.
Al tiempo que Esperanza Aguirre se prodigaba en la presentación de
obras de historia que contaban algo distinto sobre los españoles y su
lucha por la libertad, en la Fundación, y bajo su tutela, se organizaban
exposiciones para conmemorar la jornada del Dos de Mayo, se
pronunciaban conferencias en seminarios, o se recuperaban libros que de
otra manera seguirían perdidos. El propósito era divulgar entre los
españoles el pasado de lucha por la libertad desde 1808, las Cortes de
Cádiz, la Constitución de 1812, el establecimiento del Estado
constitucional –uno de los primeros de una Europa entonces absolutista–,
y las casi interminables batallas por las libertades hasta el siglo XX.
Porque la Historia no empieza en 1931, y menos aún la de la libertad y
la democracia.
En el pasado mes de julio, Aguirre resumía en una jornada del Campus
FAES el empeño que había tenido personalmente en el conocimiento de la
Historia. Uno de los problemas del país, decía, es que no se tiene
interiorizada la narración del pasado, que los españoles, a diferencia
de los franceses, los británicos o los norteamericanos, desconocen "cómo
hemos llegado a ser lo que somos".
Con la marcha de Esperanza Aguirre se nos va una política que tomaba la
Historia sin complejos, que se alejaba del tópico del eterno fracaso
para tener en cuenta los aciertos y los errores, que plantaba cara al
paradigma dominante, y que no se amedrantaba a la hora de opinar sobre
los avatares históricos de nuestro país. Me temo que es una pérdida
irreparable, y no sólo para el conocimiento de la historia de la
libertad.
Fuente:libertaddigital.com
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