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Antonio Escohotado ha rememorado en un libro sus andanzas ibicencas - Víctor Lerena |
«Antonio, hay que pagar para
conocerte», le dijo Alain, un jefecillo de la mafia
corso-marsellesa, a Escohotado mientras las Fuerzas del Orden les ponían
las esposas. Esto era marzo de 1983, Ibiza, y Guardias Civiles y Policías
Nacionales habían preparado su perdición. El estudioso y librepensador había
aterrizado en la isla pitiusa en 1970 con su mujer e hijo con la idea de
ensanchar su conciencia y aplicarse a la revolución sexual. Quería aventuras,
vaya. Antes de que él y el resto de la tribu bohemia apareciera por allí, en
los 50 y 60, ya habían pululado en el paraíso ibicenco los Azcona, Welles
o Pink Floyd con el afán de redescubrir la sensación de libertad y aire
puro lejos de «la tristeza y mediocridad» de las grandes ciudades, como dijo Josefina
Aldecoa.
El que fuera luego conocido como el
azote de Madres contra la Droga acabó pagando un año en el purgatorio, o
sea en prisión, por la escena narrada en la entradilla y cuyo embrollo confuso
de alcance misterioso cuenta en su nuevo libro «Mi Ibiza privada».
Antonio Escohotado (Madrid, 1941) cerró sus casi 14 años en la isla con la
sensación de «estar siendo abortado del cuerpo social», pues era un profesor
universitario acusado de traficar con grandes cantidades cocaína. Pero también
fueron los años más decisivos de su vida.
Nos ha contado su hijo que es noctámbulo, un búho.
Bueno, tanto no. Hoy me he portado bien y me he despertado a las 11. En la
época del Instituto de Crédito Oficial (ICO) estaba despierto toda la
noche e iba a trabajar sin dormir. Después, dormía de 3 a 11 de la noche. Es
porque ya tenía un chaval, un teléfono, las visitas, la mujer, las voces... hay
mucha diferencia entre la soledad de la noche en cuanto a concentración. Por
otra parte, me gusta mucho el sol, no creas que le tengo miedo a eso. Hay gente
que le gustan los días lluviosos, a mí no. Soy muy de natación y me gusta la
idea de la plenitud solar.
Vamos a Ibiza. Andaba en Madrid, tenía 30 años, trabajo estable y bien
retribuido en el ICO. Además, era profesor universitario con hijo y mujer. Pero
había ganas de marcha.
Primero recalamos en una casita que me hizo mi suegro en Ávila pero la
verdad es que estaba bastante mal hecha. Luego pensé yo irme al valle de Arán,
lo que hubiera sido una robinsonada. Y, por fortuna, quedó la buena oportunidad
que fue Ibiza. Era necesario vivir aventuras, lo sentíamos los dos. Con mi
antigua esposa, que en paz descanse, sentíamos la necesidad de abrir el
horizonte. Fue por ensanchar la conciencia en todas las direcciones.
En 1970 recalan en la isla. Entonces, Jean-Paul Sastre y el Che Guevara
eran sus referentes, sus «estrellas polares».
Qué horror, ¿verdad? ¡Qué horror!
¿Ahora quienés son?
Angus Deaton, el
demógrafo economista. Y Clint Eastwood.
Desde las alturas de su edad, ¿cómo analiza su devoción por aquellos ídolos
caídos?
No me miro con ninguna compasión, fue una locura y ya está. Pero bueno,
había que vivirlo también. Había que ponerle corazón, y se lo puse. A mí me
hace mucha gracia que el comunista de salón, digamos tipo Rufián, me
llaman chaquetero. Tiene verdadera gracia, allí te jugabas que te pegaran un
tiro en cualquier momento y estos lo único que se juegan es ganar 8 o 10.000
euros al mes por rascarse la barriga. Sin embargo, emiten juicios morales sobre
terceros, vaya por dios.
Foto
tras los tres meses de prisión preventiva
Vivió
en Ibiza casi 14 años. ¿Sería su periodo vital más trascendental?
Estuve viviendo diez añitos sobre la playa de Copacabana, de los 4 a
los 14, y también dejó, sin duda, huella en mi vida. Pero esto es un tercio más
de tiempo y es una época de la vida más decisiva. De hecho, se me olvidó
reingresar en el ICO. Me llamó el secretario general: «Antonio, que se te pasa
el plazo». Aquella vida yo ya no la podía volver coger.
Cuando llegó allí, era una isla misérrima y ahora la cima de la opulencia.
Ahora es el sitio más rico del mundo, no hay duda, superó hace tiempo a Mónaco
y a Saint Tropez. Y largamente. A mí me parece estupendo, que vayan por
donde les parezca. Desde luego aquello no se parece mucho a lo que me encontré
ni a lo que dejé. Pero la vida sigue.
Usted va la isla pitiusa para llevar emprender la revolución sexual, que
llama «empeño ético».
Es lo único que se podía hacer pacífico y trascendental. Dejar de perseguir
a las personas por su idiosincrasia sexual, y creo que lo conseguimos
plenamente. Y fuimos nosotros, esta tribu que a lo largo del mundo no tenía ni
dos millones de personas y llegó a ser muy muy influyente. Tocaba la música,
las artes gráficas, el gusto en definitiva. A mi juicio es la única revolución
que ha habido. Porque las otras son golpes de estado, no vas a llamar
revolución a lo que ha pasado en Cuba o Rusia.
Allí había «lugareños pobres y analfabetos, menudos y cráneos
neandertalinos». Los foráneos trajisteis diversidad étnica y culto a la belleza
corporal. Precisamente esto de la belleza corporal lo comentas varias veces...
Al final lo resuelvo como un estado de ánimo. Digo que, en realidad, la
belleza tiene mucho que ver con el estado de ánimo de «vive y deja
vivir».
Que es «lo que diferencia a las personas sanas de los neuróticos», dice.
Claro. Esos son los feos, básicamente. Que no saben bien que quieren. O
mejor dicho, que siempre quieren cosas contradictorias. Y entonces no sale,
claro. Son ambivalentes.
El culto al cuerpo y a la belleza no tiene mucho caché en la
intelectualidad.
Fue despreciada hasta nosotros. El ideal estético eran hombres de la
fealdad estética de Edward Gibbon, por ejemplo, hasta la de Sartre,
que son dos casos paradigmáticos. Derridá era guapete, la excepción que
confirma la regla. Pero dentro del mundo intelectual, que se podría llamar
intelectualoide, el exterior o todo lo que se pueda considerar simetría y
physis pues era considerado un poco odioso. A la conciencia revolucionaria lo
que menos le importa son los cánones de belleza física.
Póster original de Amensia
Fundaste Amnesia, hoy una de las discotecas más famosas de Ibiza. En una
entrevista que le hice a Ricardo Urgell, creador de Pachá, en la que dijo
apreciarte, por cierto, también contó que las discotecas exitosas son aquellas
en las que más se puede golfear. Como tu Amnesia.
Me alegro de que me estime. La verdad es que no nos hemos tratado mucho
pero sí a lo largo de mucho tiempo así que eso ya hace que intimes de alguna
manera. A él le fue fenomenal, me contaron que vendió su business por 300 ó 400
millones. Y totalmente con lo de golfear. Nos intercambiábamos personal él y
yo. La gente más guapa, chicos y chicas, los teníamos alternando de bareros o
relaciones públicas según la temporada. Ricardo estuvo a punto de
comprarme Amnesia lo que pasa es que hacía una oferta más apretada de lo
que yo deseaba. Y por eso me la acabó comprando el grupo de Madrid que
contribuyó inicialmente. Yo tenía el 51%, pues los que tenían el 49% se la
quedaron. Y me pareció moralmente lo más justo. Y mejoraron un poco la oferta
también. En modo alguno me hice rico con aquello. Me podría haber hecho
megamillonario. Pero, bah, no me importa nada. En mi vida el dinero siempre ha
sido para conseguir la independencia y punto. Cuando fui a Ibiza mi piso de la
calle Génova lo vendí por 2,5 millones y, al año, se había multiplicado.
Era un piso en la calle Génova bestial. Pero vamos, soy un desastre para los
negocios. De Amnesia prácticamente me quedé con la mesa de mezclas, saldamos
las deudas y con una guitarra que es un superejemplar. También tengo una
guitarra Ramírez de ese periodo que vale una fortunilla.
Urgell dice que él fue el primero en estropear Ibiza. ¿Está de
acuerdo?
Es verdad. El primero en meter a ese tipo de personal hortera que no sabe
que si fu o fa... Era fundamental el verbo fardar. En ese sentido, creo que lo
hizo Ricardo. Yo me fui mucho antes de que empezara el chunta-chunta y toda la
cagarruta esa.
El libro se lo dedica a la Fraternidad del Amor Eterno.
Al principio se lo dedicaba personalmente a una persona y he quitado el
nombre propio porque está vivo. Yo fui a Ibiza para ponerme a disposición de la
Fraternidad. Y, al final, lo conseguí.
¿Pero había contactado con
ellos antes?
No, solo sabía por los periódicos. Sabía que habían liberado a Timothy
Leary, que lo habían sacado de la cárcel de máxima seguridad de Folsom
en California, toda una machada. Ellos mismos alquilaron un avión y le mandaron
a Afganistán. Y allí se plantó la CIA y le dieron un enorme
dineral al rey, que poco después cambiaron por un dictador tipo soviético, y se
llevaron a Leary de vuelta para Estados Unidos.
La Fraternidad del Amor Eterno abasteció de drogas a la tribu bohemia y
«animó con iniciativas de paz y libertad en todo el planeta». Repartió 500
millones de «hostias lisérgicas», lsd, en un intento de mejorar la humanidad y
fortalecer la no-violencia. ¿Cree que un mayor uso de esta droga haría del
mundo un lugar más amable?
A mí juicio sí, indiscutiblemente. Pero es una cosa a largo plazo y, sobre
todo, no lo puede entender el que no haya tenido experiencia de primera mano.
Es imposible. Es como si le dices a un ciego que cómo es el Museo del Prado.
Y me equivoqué, la cifra verdadera fueron 1.100 millones de hostias lisérgicas.
¿Cambió el mundo esa revolución?
Estoy seguro. Me parece que cualquiera que se ponga a reflexionar sobre el
tema se dará cuenta de lo que había antes y después de Woodstock. O
antes y después de Bob Dylan y Leonard Cohen.
¿Y ahora el mundo hay que cambiarlo o va en la línea adecuada?
Siempre pensé que iba en la línea adecuada, lo sigo pensando. Pero echarle
una ayudita, de vez en cuando, en la medida de nuestras fuerzas suele venirle
bien.
En sus «escarceos con lo inefable», como llama usted a sus experiencias con
el lsd, dice que desde entonces la vida ha sido muy generosa. ¿Por qué?
Me fui a vivir aventuras. Y, luego, resulta que la aventura es conocerse a
sí mismo, llegar más y más a fondo en esta inmensidad que podemos llamar el
psiquismo. Y esta sustancia en concreto, la dietilamida de ácido lisérgico,
no hay la menor duda de entre los que la conocen que es la más profunda, que
tiene una naturaleza que si lo comparas con los núcleos atómicos pues digamos
que un protón o un neutrón cuando cruzan la galaxia cambiando de ángulo. Esto
es como el neutrino, tiene tal finura y penetración que no tiene nada que le
haga frente. Y una cosa de esa finura y penetración no se ha descubierto hasta
ahora en química, te deja literalmente desnudo. La cosa es que te aproveches de
esa desnudez o que te siente fatal. A mí descubrirme, penetrar los repliegues
de mi ser, tuve la suerte de que no había allí un señor de mala hostia con un
hacha intentando matar a su madre.
Escohotado junto a su amigo Manolo Sáenz de Heredia, cofundador de Amnesia
Habla de «delirio prohibicionista» sobre las drogas, dice que es «un crimen
de lesa humanidad». ¿Por qué?
Desde Fidel Castro, los rusos y la gente más conservadora... Todo el
mundo se puso de acuerdo con Nixon cuando se declara la guerra contra la
droga en el Convenio internacional de sustancias psicotrópicas del 71.
Qué curioso, es la única votación en la historia de Naciones Unidas que
tuvo unanimidad en toda la historia. Crimen de lesa humanidad porque pensar que
los Estados tienen entre sus funciones velar por el estado de ánimo de los
ciudadanos y que velar por el estado de ánimo de los ciudadanos sea
precisamente tomar decisiones inspiradas en teología dogmática no me parece
francamente que ver lo uno con lo otro. Y es un empeño criminal por parte de
quien lo emprende.
Escribió en 1988 un artículo llamado «Carta a la madre de un toxicómano»
que da la sensación que no sería fácil verlo actualmente en prensa.
¿Verdad? Es que estamos yendo un poco hacia atrás como los cangrejos. Antes
se oponía a la autoridad. Ahora la autoridad, los jueces, la policía, los jefes
de Estado... ya están secretamente de acuerdo en que la cruzada contra las
drogas no solo no funciona sino que es brutalmente contraproducente. Pero se ha
sumado a la iniciativa lo que los romanos llamarían la plebe. Y a ver quién
cambia eso. O sea, la parte del pueblo, como diría Hegel, que no sabe lo
que quiere. Esos se han sumado y tienen toda la razón del mundo: «Llevan
ustedes cien años diciendo esto, ¿y ahora van a cambiar? Oiga, no cambie». Eso
es lo que pasa.
Sin embargo, está harto de ser el de las drogas.
También tengo algo de culpa. Es que me da vergüenza que me confundan con el
propagandista de esto y de lo otro. O la apología... Qué apología ni que niño
muerto. Pero, por otro lado, me da tanta vergüenza y me indigna tanto ver a la
gente, sobre todo en los hospitales, morir entre dolores atroces cuando podrían
morir tranquilamente en su casa simplemente teniendo los opiáceos adecuados y,
probablemente, vivir muchos más años. Yo estoy haciendo un experimento conmigo
mismo y, en verdad, no he parado de hacerlo. Estoy haciendo de cobaya de la
humanidad. Se lo digo a mis vecinos y pensarán que estoy loco, y me da igual,
pero yo sé que, al final, mi ejemplo cundirá. El experimento es ir de primera
mano con juicios formados a partir de la experiencia.
Urgell y tantos otros dicen que el alcohol es la peor droga.
Hombre claro, porque el alcohol disuelve la materia gris del cuerpo humano.
Las células tienen un pequeño envoltorio y ese envoltorio lo ataca directamente
el alcohol, es por eso por lo que limpia como tinte. Es un disolvente de grasas
del sistema nervioso humano.
Antonio Escohotado con larga melena
¿Es de la mafia hippie o no?
¿Y tú te crees que te lo voy a decir? Aquí hay mucha tontería. Lo que se
llama mafia hippie es el grupo de la Fraternidad que finalmente fueron
procesados... Tienes que ver la película. Tienes que coger tu teléfono y
localizarla y luego ponértela en el ordenador. Es del 15. Y ahí salen los dos
jefes que quedan de la Fraternidad porque a John Griggs lo envenenaron
muy atrás y era, sin duda, el jefe de los jefes. Y les metieron unos
condenorros de cientos de años a unos 12 ó 13. Pero está la película ahí, «The
Brotherhood of Eternal Love», con material de los 70. Hay otro documental
con ellos mismos actualmente. Y conocemos esa parte más peligrosa que era
tratar con esa patrulla de asesinos terroríficos que hay en Afganistán y
Paquistán para traer las toneladas de hash necesarias para elaborar el lsd en
Estados Unidos.
Respecto a su detención, da la sensación que el libro sirve también para
desquitarse de cierto sentimiento de idiotez por cómo fue y para explicar la
intrahistoria y cómo te superó una situación bastante confusa.
Completamente, para empezar que un amigo íntimo te meta dos de la pasma que
parecen que son delicuentes armados y con jeringas. Ya te cuento, empieza la
película un poco rara. Si se confirma que chantajearon a mi amigo, es posible
que mueva todo el asunto otra vez. Porque no prescribe. Pero, en principio,
estoy deseando olvidarlo. Pero si han hecho eso se han podido cargar a mi
amigo. Y eso ya no me gusta y me pone una responsabilidad encima.
Dice que la cárcel fueron unas «vacaciones cochambrosas». Y eligió la celda
de aislamiento sin dudarlo.
Fue uno de los periodos más eufóricos de mi vida. Ningún miedo me dio, a mí
lo que me daba miedo era estar fuera. El aislamiento significa que para entrar
allí no puedes entrar y estás perfectamente protegido. Y si tienes enemigos
externos es lo más seguro, pero lo que tienes que estar es aislado. Si estás
entre todos, ahí sí que estás completamente en manos de cualquiera que diga
«mátalo».
Allí escribió «Historia general de las drogas», el libro más importante
sobre el tema en España.
Y creo que del mundo. Han pasado 40 años, y los médicos, los psicólogos,
abogados, politólogos, todos están deseando buscarle un defectillo al libro. Lo
hice para rehabilitarme claramente, porque ya que me había metido en ese lío
abominable pues hago algo útil para la sociedad. Evidentemente, para mí exhumar
esa historia y hacerlo de una manera objetiva sin sesgos ni mentiras es
totalmente positivo para el ser humano.
Escohotado
en su celda de aislamiento en la cárcel de Cuenca
Tanto en su detención como en la cárcel, «El País» le ayudó a reinsertarse.
Hombre, muchísimo. Es que a Javier Pradera le conocía mucho, era
la
eminencia gris de «El País» y un grandísimo periodista. Lo conocí en
el 62, antes de terminar la carrera, porque yo era un repelente Vicente y tenía
ya terminada la tesis doctoral cuando estaba en cuarto de carrera. Entonces,
era un flipe, un tío que tiene terminada la tesis dos años antes de terminar la
carrera y que es sobre Hegel, la primera tesis sobre Hegel en castellano. Y
como Javier era el jefe del PCE de la universidad en España, era mi
superior directo. Y fuimos a cenar a casa de José Ortega, el hijo de Ortega
y Gasset. Y allí intimamos mucho Javier y yo, y José me dijo que le
recordaba mucho a su padre. Y para mí esto fue un aldabonazo que el hijo de
Ortega y Gasset me dijera esto. Y también le hice un impacto a Javier y, desde
entonces, nos hicimos muy amigos. Fue Javier el que llamó diciendo que si tenía
algo que decir para defenderme el periódico estaba abierto. Eso a la propia
policía y a los mafiosos les frenó totalmente. Que en 48 horas me plantaran un
artículo en tercera página entera para que me explique. Aquello fue decisivo,
se lo debo todo a Javier. Es que Javier me utilizaba como traductor «full
time», yo he traducido buena parte de los primeros volúmenes de Alianza
editorial. Desde Ibiza traducía para él y para Jorge Herralde en
Anagrama. Me abastecían todo lo que quería y más. Entonces no se pagaban
mal, a mí me daban la mejor porque era un traductor concienzudo. Me gusta
traducir, lo veo muy creativo y he traducido mucho. En la Nacional tengo por
encima de 40 registradas. Y luego he sido traductor en Naciones Unidas pero
«freelance».
En la cárcel la gente era «abrumadoramente fea».
No te puedes imaginar las fealdad del personal. Es una cosa que no es
posible, parece elegido aposta. Todos con vaqueros pitillo...
Los pitillos, desde hace años, están muy de moda.
Te obligan a llevarlos, ¡es culpa de Amancio Ortega!
En el libro hace un elogio de Castaneda y le da rabia que haya sido
condenado a la superchería.
Alcanzó una profundidad que no ha sido superada por nadie. Y lo de la
superchería ya aclaro que él lo hizo a posta. Se da cuenta que la mitad de la
humanidad es medio boba y si rodeas un concepto con algo exótico como brujas o
señoritas expertas en artes marciales, cualquier parida así circunstancial, los
que piensan que les va a aburrir el pensamiento y que es rollo pensar pues se
tragan el pensamiento. Por eso Castaneda vendió cientos de millones de
ejemplares. Y yo cientos de miles si llego, juntando todos. El que se atreva a
menospreciar a un hombre que se daba tan poca importancia a sí mismo, que ha
sido capaz de borrarse desde el principio, pues allá él. Pero me da la
sensación que es un poco tonto... Tonto del culo.
Fuente : abc.es