Guillaume Faye (Angulema, 7 de noviembre de 1949- 7 de marzo de 2019) fue un filósofo, académico y periodista francés defensor del identitarismo como parte de la Nouvelle Droite. Siguiendo la tradición de Martin Heidegger, Raymond Ruyer y Giorgio Locchi, Faye fue instrumental en posicionar al Islam como el enemigo del mundo occidental. |
Guillaume Fayees un periodista y escritor
francés. En la Tribuna del País Vasco ha sido entrevistado, aportando
lo que muchos no quieren decir sobre lo que está pasando en Francia.
El debate sobre el Islam, el laicismo, la
integración, la asimilación, el “comunitarismo”, la “desradicalización”
antiislamista, etc, está desconectado de lo real y del sentido común,
intelectualizado, por lo tanto fuera de la realidad y por lo tanto es
inútil. Es una ensalada de postulados ideológicos y de deseos piadosos. Pero
el corazón del problema es práctico, material, cuantitativo
demográficamente y, además, étnico. Diez principios que deberían ser
evidentes sobre esta cuestión.
1- No combatir solo los efectos de la inmigración sino, sobre todo, sus causas
Querer prohibir los velos en los lugares
públicos, controlar el financiamiento y la altura de los minaretes de
las mezquitas, rechazar en escuelas, hospitales – y en todo lugar- las
prácticas islámicas conquistadoras, etc. – y todo esto mediante leyes y
reglamentos-, todo esto es necesario. Pero hemos perdido desde el
principio si no comprendemos que todo esto también es insuficiente.
Fracasarán si no tratan la fuente del problema. Y esta es a la vez
puramente cuantitativa y demográfica, pero también étnica: la
inmigración extraeuropea de mayoría musulmana en progresión exponencial y
la fecundidad netamente superior de los inmigrantes. Esta es la doble
causa que hay que tomar en consideración.
2 – Pensar a largo plazo antes que a corto plazo
Matemáticamente,
si no se hace nada para bloquear el flujo de la inmigración, si ninguna
“remigración” (retorno a su país) es puesta en marcha, para la segunda
mitad del siglo XXI, Francia no será un país étnicamente “europeo” y el
Islam será netamente mayoritario. Francia será un país afro-árabe
musulmán (igual que muchos de sus vecinos) enfocado a violencias
etno-religiosas incesantes y a la pauperización, con un éxodo masivo de
los últimos europeos de origen. Guerra civil étnica endémica probable. Es la ley de hierro de la demografía (inmigración y natalidad). En este caso, simplemente Francia desaparecerá, incluso puede ser que su propio nombre.
Pero esta perspectiva de medio y largo
plazo es ignorada totalmente por las oligarquías (los dirigentes
actuales estarán muertos o serán nonagenarios cuando el hundimiento
final se produzca) que piensan y actúan solo a corto plazo. Es el
reflejo de una sociedad de lo inmediato, que no se proyecta en el
futuro, que olvida su pasado, que toma Prozac o fuma porros para no
pensar en el presente.
3 – Comprender que las fuerzas que desean la destrucción étnica de Europa están trabajando para ello
Estas
fuerzas se infiltran en el Estado francés y los otros, en la
tecnocracia europea, en las oligarquías mediáticas, partitocráticas
(incluido el FN) y sindicales. Ellas imponen la ideología
inmigracionista y colaboran con la islamización.
Fundamentalmente antidemocráticos
(“anti-populistas”, como dicen en su jerga), animados por un sentimiento
nihilista de odio hacia la cultura, la historia y el enraizamiento de
las naciones europeas, aliados objetivos del Islam invasivo, estas
fuerzas empujan a las autoridades políticas de derecha o de izquierda a
un etnocidio de los europeos. Todo está hecho para dejar entrar la marea migratoria y para destruir la raíces culturales de las identidades europeas, especialmente en la enseñanza pública y los medios de comunicación.
4 – El etnopluralismo es como el motor de agua, nunca funcionó en ninguna parte y nunca funcionará
Es una idea a enterrar en el cementerio
de las utopías, como el comunismo. Existe una incompatibilidad de vida
en común (cohabitación territorial) en una misma unidad política entre
las poblaciones étnicamente diferentes: sobre todo, si algunas son
arabo-musulmanas o africanas. Las excepciones no son más que burbujas
artificiales compuestas de élites.
Incluso si esto evidencia la
imposibilidad del etnopluralismo (revelado ya por Aristóteles) es un
tabú, una prohibición ideológica, y ella es precisamente evidente para
los que viven en una zona étnicamente mixta. Esto no es sentido por las
elites inmigracionistas y antiracistas simplemente porque esta gente, al
contrario que los “pequeños blancos”, no viven ni están jamás en
contacto con sus queridos inmigrantes arabo-musulmanes o africanos, que
no son para ellos más que abstracciones. Es por lo que difunden para los
otros -no para ellos- el concepto de “vivir-juntos”
5 – ¿Combatir el “comunitarismo”? Demasiado tarde
El
combate contra el “comunitarismo” (esa palabra trampa que sirve para
enmascarar el término de “colonización étnica”) no sirve de nada,
tampoco el combate contra la islamización y contra la radicalización. Es
demasiado tarde. Fue todavía posible a principios de los años ochenta
del pasado siglo integrar y asimilar en la “Republica” y la cultura
franco-europea a inmigrantes extra-europeos. Pero es rigurosamente
imposible desde que ellos suponen porcentajes considerables,
mayoritarios en ciertas zonas urbanas. Es inútil intentar mejorar las
cosas, hay que darle la vuelta a la cuestión. Es decir, bloquear los
flujos migratorios e invertirlos.
6 – No hay que ensañarse en el deseo de que ellos son “nuestros compatriotas” ya que no lo quieren
Es rigurosamente imposible hacer una
nación unida con una proporción creciente de poblaciones
arabo-musulmanas y africanas, incluso francófonas. La candidez de los
inmigracionistas y asimilacionistas, desde el FN al PS, de querer que
esos millones de inmigrantes o hijos de inmigrantes sean “nuestros
compatriotas” es equivalente al rechazo hostil de un número cada vez más
grande de entre ellos -sobre todo entre los jóvenes- de considerarse
como franceses -o belgas, alemanes, etc.- incluso si tienen la
nacionalidad. Ellos no quieren integrarse o asimilarse. Cada vez más
jóvenes de origen árabe-musulmán, africano o turco, por toda Europa,
incluso con nacionalidades europeas legales, se consideran como
ciudadanos de sus países de origen mientras Europa es detestada como una
tierra de conquista. Ellos son un reflejo racista. Ese es su problema.
7 – Querer crear un “Islam de Francia” es una ridícula utopía.
El Islam no es solo incompatible con la
“República”, es incompatible con todo lo que no es él mismo, religión o
cultura. Es un enraizamiento psíquico profundo, étnico. De Gaulle lo
había visto, de ahí su rechazo a la Argelia francesa como apéndice de
Francia. La idea de un “Islam de las Luces” moderado y reformado es un
callejón sin salida. Los musulmanes franco-compatibles o
republicano-compatibles son minorías utopistas, o son embaucadores
faltos de sinceridad. El Islam es intrínsecamente hostil a todo lo que
representa la civilización europea. Las únicas ideologías que han
flirteado con el islam son totalitarias: antes el nazismo y hoy día el
marxismo, con el “islamo-izquierdismo”. Y no es por azar.
8 – Contra el terrorismo islámico: desislamizar Francia
No
es solo el espionaje y el intento de desmantelar las redes islamistas
lo que evitará los atentados, ni programando en prisión (escuelas del
crimen) ridículas e inoperantes (a la vez contra productivas)
operaciones de “desradicalización”. Es, sobre todo, prohibiendo la
entrada en el territorio (inmigración cero) de todo nuevo inmigrante
musulmán y revertiendo los flujos migratorios a través de deportaciones
masivas. Está mal decirlo, pero el riesgo de atentados terroristas en un
país occidental es proporcional a la importancia numérica de su
población musulmana.
9 – Admitir que la influencia musulmana y arabo-africana alcanza la totalidad del territorio nacional
La causa de todos los problemas es
demográfica y matemática. Constatación de Patricio Riberiro, secretario
general del sindicato de policía Synergie-Officiers: “Ningún lugar es
inmune, el fenómeno de la comunitarización y la insularidad de un montón
de barrios se observa por todas partes con la infiltración y la
invasión del tejido escolar, asociativo y deportivo, es un mar de
fondo”. Menciona que “la negación de la realidad de un cierto número de
cargos electos” revela, en realidad, “la aquiescencia y la connivencia
intelectual”. Piensa que “este angelismo o clientelismo cínico nos
conduce a la catástrofe”. Nada que añadir. El problema es estrictamente
demográfico, nada más. Por razones de corrección ideológica y semántica
hablamos de “comunitarismo”, espantoso neologismo, mientras que se trata
sencillamente de una invasión exterior (inmigración) e interior
(natalidad).
De otra parte, el escritor argelino
Boualem Sansal señala: “El orden islámico intenta instalarse en Francia,
es un hecho patente, en muchos lugares ya est instalado” ´(“FigaroVox”.
Entrevista 17/6/2016)
10 – Integración y asimilación: misión imposible
La
integración (es decir, la adopción parcial de las costumbres del país
de acogida, como el idioma, pero conservando una parte de sus usos y
costumbres de origen) es posible si los inmigrantes no sobrepasan más
del 5% de la población de acogida. Para la asimilación (la adopción
total de la cultura de acogida y el abandono de la propia) el porcentaje
es todavía más bajo. Para decepción de todos los discursos (del FN, de
la derecha y del centro), ni la integración ni la asimilación son
posibles por una razón matemática: la proporción de inmigrantes es
demasiado fuerte. Las masas de niños africanos o árabes de origen no
podrán jams, salvo excepciones evidentemente, ser asimilados o realmente
“afrancesados” por la escuela. La Francia universal, supracultural,
supraétnica es una imposibilidad, el fruto de una utopía intelectual
abstracta construida en tiempos cuando la inmigración masiva no existía.
Conclusión: resolver el problema global supondrá un enorme choque
Los problemas de comunitarismo creciente,
de “guetización”, de fricciones y enfrentamientos incesantes con las
costumbres musulmanas en expansión que degradan la vida cotidiana de los
autóctonos europeos, de criminalidad multiforme en alza constante, de
hundimiento del nivel de una escuela pública multiétnica, de terrorismo,
evidentemente, estas ecuaciones jamás serán resueltas por medidas
políticas interiores de diseño, pues son demasiado duras.
El referéndum británico a favor del
“brexit” ha sido en realidad un voto protesta -algo desesperado- de las
clases populares inglesas contra la inmigración. Pero una Gran Bretaña
separada de la UE -si el referéndum es respetado- ¿limitará la
inmigración? No es seguro.
La solución general vendrá primero de un
restablecimiento de las fronteras nacionales y de una interrupción total
de toda inmigración extraeuropea, incluso legal, de trabajo y de
reagrupamiento familiar; segundo, una política resolutiva de expulsión
de todos los clandestinos e inmigrantes en situación irregular y de
“remigración” para aquellos que están en situación regular. En cuanto a
aquellos que son “franceses de papel” (o de cualquier otra nacionalidad
europea) debido al derecho de suelo -que deberá ser imperativamente
suprimido- su situación será la más difícil de resolver, pero deberá
hacerse.
Cierto, estas soluciones suponen un
inmenso coraje. Provocarán choques, dramas y conflictos que habrá que
afrontar. Pero continuar sin hacer nada desembocará en una situación
todavía peor. La ecuación es simple: a partir del momento donde una
inmigración-desagüe es autorizada (alentada) por el Estado desde hace 40
años, con una tasa de reproducción de dos a tres veces superior de las
poblaciones inmigrantes, con un 90% de ellos musulmanes, y una huida de
las elites jóvenes, Francia estará muerta en veinte años.
Fuente: somatemps.me
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