Un legionario de bronce con el arma en trance de combate y con la bayoneta calada no es de recibo para nuestros políticos. Ellos hubieran preferido un legionario portando un ramo de flores y, a ser posible, con una coleta surgiendo del chapiri y con un deje de blandura en la posturita
Para celebrar el
centenario de la fundación de la Legión, el Ayuntamiento de Madrid
impulsó la creación de un monumento conmemorativo, que encomendó al
magnífico escultor Salvador Amaya, autor de la escultura que
inmortaliza, en la plaza de Colón, al heroico Blas de Lezo. Unen a Blas
de Lezo y al fundador de la Legión, el general Millán-Astray, sus
mutilaciones físicas en acciones de guerra. El vencedor en Cartagena de
Indias contra la impresionante flota inglesa al mando del Almirante
Vernon y el general Millán-Astray perdieron en combate un ojo, un brazo y
una pierna. La escultura legionaria representa a un legionario anónimo,
con su fusil y la bayoneta calada, en posición preventiva. «¡ Madre
mía, qué susto, no vamos a la inauguración, no y no!», se ha oído en el
cercano Ministerio de Defensa. El alcalde de Madrid, José Luis
Martínez-Almeida ha invitado al acto de inauguración del monumento, que
se celebrará el próximo martes 8 de noviembre, a la llamada cúpula del
Ministerio de Defensa, invitación que ha sido rechazada, porque un
legionario de bronce con el arma en trance de combate y con la bayoneta
calada no es de recibo para nuestros políticos. Ellos, de haber sido
consultados, hubieran preferido un legionario portando un ramo de flores
y, a ser posible, con una coleta surgiendo del chapiri y con un deje de
blandura en la posturita. Pero con el arma y la bayoneta calada… ¡Qué
horror, qué espanto, qué susto! Y para colmo, apuntando hacia las
estatuas de Largo Caballero e Indalecio Prieto, en la acera enfrentada
de La Castellana. Porque ahí tienen razón los políticos del Ministerio
de Defensa. En el monumento al legionario no se advierte ningún detalle
medioambiental, ni LGTBI, ni referente al cambio climático, ni a la
transexualidad, nada, nada, nada. Salvador Amaya, el escultor, no ha
reparado en esos pequeños detalles que hoy en día son obligatorios. Y ha
dibujado, bocetado y esculpido un legionario que representa a todos los
legionarios que han pasado con orgullo y honra por la Legión en 102
años.
Y claro, en el Ministerio se han
asustado de lo lindo. Porque el legionario de Salvador Amaya se las
trae. «¡Qué aspecto de machista y maltratador!», habrá comentado la
subsecretaria, altamente conmocionada por la elementalidad militar del
monumento. «Parece un legionario en acción de combate, señora ministra, y
eso sí que no. Usted no va, ni yo, ni el de más allá. ¡Qué susto de
estatua!».
Lo que tendría que haber sido un
acto civil y militar se ha quedado en lo primero. La Legión lleva 102
años defendiendo a todos los españoles. Más de 10.000 caídos por España.
Siempre, los más aplaudidos por el pueblo llano en los desfiles. En las
misiones internacionales, el máximo reconocimiento por sus servicios
por parte de los ejércitos aliados.
No
existe el cansancio, ni el hambre, ni la sed, ni la ambición personal,
ni el egoísmo en un legionario. Si hay que morir por acudir en auxilio
de un compañero, sea la muerte bienvenida. En los tercetos del soneto a
los infantes del poeta Amós de Escalante, se resume al legionario.
No hay a su duro pie risco vedado.
Sueño no ha menester, quejas no quiere.
Donde le ordenan va, jamás cansado.
Sueño no ha menester, quejas no quiere.
Donde le ordenan va, jamás cansado.
Ni el bien le abruma ni el desdén le hiere.
Erguido, valeroso y abnegado,
Pelea por España, triunfa o muere.
Erguido, valeroso y abnegado,
Pelea por España, triunfa o muere.
El
propio autor del monumento al Legionario, lo ha recordado en un
mensaje: «Todos los que queráis honrar a la Legión y a sus más de 10.000
caídos por España lo podréis hacer en un acto civil, no militar por
órdenes políticas, que tendrá lugar el próximo martes 8 de noviembre a
las 17 horas en el paseo de la Castellana esquina a la calle Vitruvio».
Buen
emplazamiento. En los jardines de la Escuela de Ingenieros
Industriales, el Museo de Ciencias Naturales, y el feo, pero simbólico
por lo que representa, monumento a la Constitución de 1978, la que
desean fulminar con trampas y socios traidores los actuales gobernantes.
Los que ven a un legionario de bronce, 102 años de valor, sacrificio,
vida y muerte por España y gritan aterrorizados. ¡Qué horror, qué susto,
un soldado con la bayoneta calada! No vamos.
Pues mejor.
Fuente :www.eldebate.com
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