En estos momentos de incertidumbre política y económica , cuando el estado a traves del gobierno y otras instituciones interviene cada vez más en la vida de los individuos , restringiendo su libertad día a día en aras de un supuesto " bien común" , queremos contribuir desde este blog a difundir los principios del liberalismo , cada vez más necesarios para conservar la libertad y la iniciativa como ciudadanos.

jueves, 27 de septiembre de 2012

HUÉRFANOS - Manuel Llamas

Aguirre se va, y con ella toda esperanza de que este país logre poner en marcha una auténtica política reformista y adopte una estrategia de austeridad pública capaz de asentar sobre bases sólidas la recuperación económica.
Se marcha el último referente liberal que tenía el Partido Popular, ahora una formación netamente socialdemócrata, que era lo que quería su máximo líder, Mariano Rajoy. El ansiado viaje al centro al fin se ha completado, y el panorama político nacional es, ya definitivamente, un páramo. Entre tanto, España avanza peligrosamente hacia la peronización. En Argentina, desde hace décadas, gobierne quien gobierne, rige un socialismo populista –de derechas o de izquierdas– absolutamente corrupto y empeñado en hundir la economía.
A diferencia de la cúpula del PP, Aguirre reivindicaba unos principios firmemente asentados en la defensa de las libertades individuales y la propiedad privada. Pese a sus errores, la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid demostró que las políticas liberales no sólo son posibles en la España actual, sino que funcionan: ahí están los datos de la economía madrileña. No por casualidad Madrid es hoy la región más libre de España, la tercera más rica –tras las comunidades forales– y la que cuenta con un sector público más saneado.
Los socialistas sabían de sobra que no podían con el liderazgo de Aguirre, de ahí el odio que le profesaban. Su marcha, sin duda, habrá sido festejada con champán en el PSOE y en IU. Pero también habrá agradado a algunos dirigentes del PP, que veían en ella a una sólida candidata para liderar el partido en caso de una hipotética –para nada improbable– caída de Rajoy.
Más allá de la reacción que haya provocado en la clase política, la tragedia de la dimisión de Aguirre radica en que ha dejado huérfanos a la mayoría de los votantes madrileños, a cientos de miles de militantes populares y, lo que es peor, a los millones de españoles que, sin saber conscientemente que era su última esperanza, desean que España salga del atolladero cuanto antes para, así, volver a crecer con fuerza y generar empleo.
Se va Aguirre, qué pésima noticia. El único punto positivo es que ha creado escuela en el PP madrileño. Esperemos que sus sucesores estén a la altura.
Fuente:libertaddigital.com

lunes, 24 de septiembre de 2012

Esperanza, la Historia sin complejos - Jorge Vilches

A veces los políticos marcan un momento en la Historia, pero no sólo en el sentido convencional, sino por la importancia que le dan a la divulgación del conocimiento histórico como elemento para que la sociedad tome conciencia de su pasado, valore mejor su presente y mire de otra manera el futuro. Esperanza Aguirre es una de esas políticas cuyo papel para la divulgación de la historia de la libertad en España ha sido muy importante. Y no ha sido nada fácil.
El liberalismo fue la ideología más tergiversada y calumniada del siglo XX español. La izquierda y la extrema derecha le achacaron, y aún hoy lo hacen algunos, la mayor parte de los males del país. Mientras el PSOE y el PCE, luego IU, fueron desde la Transición construyendo una interpretación de la Historia a su medida, la derecha asumió un sentimiento histórico de culpa que le impidió durante décadas incluir en su discurso cualquier referencia al pasado. Esa hegemonía cultural de la izquierda en aquellos años supuso la asunción general de su visión histórica. Sus dirigentes políticos y sindicales desde 1879, año de fundación del PSOE, fueron presentados como únicos padres del Estado social y democrático de derecho que se estableció en la Constitución de 1978. Del mismo modo, la Segunda República, en su etapa gobernada por la izquierda, se citaba como el antecedente de nuestra democracia. Y así la España de 1931 a 1936 se convirtió en el campo más trillado de la historiografía nacional, y todavía lo es.
Esperanza Aguirre siempre ha estado convencida de que el liberalismo era la alternativa en Europa a la socialdemocracia. Y en ese afán por reforzar la idea liberal en España se empeñó en darle divulgación a su historia, especialmente al siglo XIX. Tampoco fue sencillo, pues era necesario que el partido de la derecha española cambiara. La etapa de liderazgo de Manuel Fraga fue baldía al respecto, sin duda por el pasado de su máximo dirigente. Tan sólo se recuperó la figura de Antonio Cánovas, pero de una forma exageradamente tímida.
La dirección de José María Aznar inició un nuevo modo de concebir la derecha, y con eso se abrió el paso a la recuperación de la historia de la libertad en España. El papel de la FAES fue importantísimo a este respecto, y producto del mismo fue Genealogía del liberalismo español, 1759-1936 (Papeles FAES, 1998), dirigido por José María Marco, que fue el primer libro de muchos otros.
La fecha clave para el impulso de Esperanza Aguirre al conocimiento de la Historia fue 2008. El bicentenario del levantamiento del Dos de Mayo y del inicio de la Guerra de la Independencia fue un buen momento para iniciar la tarea de dar a conocer, desde las instituciones, las personas, las ideas y los acontecimientos que configuran el nacimiento de la nación política y, por tanto, de la libertad moderna en España. Con gran acierto, y para cumplir con este objetivo, se creó en noviembre de 2007 la Fundación Dos de Mayo. Nación y Libertad, dirigida por el catedrático Fernando García de Cortázar.
Al tiempo que Esperanza Aguirre se prodigaba en la presentación de obras de historia que contaban algo distinto sobre los españoles y su lucha por la libertad, en la Fundación, y bajo su tutela, se organizaban exposiciones para conmemorar la jornada del Dos de Mayo, se pronunciaban conferencias en seminarios, o se recuperaban libros que de otra manera seguirían perdidos. El propósito era divulgar entre los españoles el pasado de lucha por la libertad desde 1808, las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812, el establecimiento del Estado constitucional –uno de los primeros de una Europa entonces absolutista–, y las casi interminables batallas por las libertades hasta el siglo XX. Porque la Historia no empieza en 1931, y menos aún la de la libertad y la democracia.
En el pasado mes de julio, Aguirre resumía en una jornada del Campus FAES el empeño que había tenido personalmente en el conocimiento de la Historia. Uno de los problemas del país, decía, es que no se tiene interiorizada la narración del pasado, que los españoles, a diferencia de los franceses, los británicos o los norteamericanos, desconocen "cómo hemos llegado a ser lo que somos".
Con la marcha de Esperanza Aguirre se nos va una política que tomaba la Historia sin complejos, que se alejaba del tópico del eterno fracaso para tener en cuenta los aciertos y los errores, que plantaba cara al paradigma dominante, y que no se amedrantaba a la hora de opinar sobre los avatares históricos de nuestro país. Me temo que es una pérdida irreparable, y no sólo para el conocimiento de la historia de la libertad.
Fuente:libertaddigital.com

domingo, 23 de septiembre de 2012

“Esa Juana de Arco liberal” - MARIO VARGAS LLOSA

Esperanza Aguirre ( Fernando Vicente)
Debió de ser allá por los años 1983 ó 1984. La concejala del Ayuntamiento de Madrid que acababa de hablar lo había hecho con una claridad y rotundidad infrecuentes en un político y defendiendo ideas que no estaban para nada de moda. “¿Quién es esta Juana de Arco española liberal?”, pregunté. La pregunta llegó a sus oídos y, desde entonces, en todos estos años —los de su extraordinaria carrera y, también, los de nuestra amistad— cada vez que la he visto, Esperanza Aguirre me ha recordado aquella anécdota. ¿Por qué Juana de Arco? Porque defender, como ella lo hacía, el liberalismo, me pareció entonces la manera más rápida de precipitarse en la hoguera del desprestigio y la ruina.
Que me equivocara de manera tan garrafal, muestra los altos méritos de Esperanza Aguirre, que, ante la sorpresa general, acaba de anunciar su renuncia a la Presidencia de la Comunidad de Madrid y su retiro de la vida política. No sólo ha sido uno de los escasos políticos de convicción de estos años en España; también, uno de los más populares, que más elecciones ha ganado y que, en todos los cargos que ha ejercido —concejala, senadora, ministra, presidenta del Senado y presidenta de la Comunidad—, ha conseguido impulsar más medidas y reformas de corte liberal, gracias a las cuales la provinciana capital de España de hace tres decenios es la metrópoli de hoy día y la región más próspera, menos endeudada, una verdadera potencia industrial y la de vida cultural más rica y diversificada de todo el país.
Con ella al frente del Gobierno jamás se hubiera hundido España en la crisis que hoy padece
La vamos a echar mucho de menos. Todos. Los que, como yo, la admirábamos y nos hubiera gustado verla llegar a la Presidencia del Gobierno, convencidos de que, con ella al frente, jamás se hubiera hundido España en una crisis como la que hoy padece, y también sus adversarios, a los que deja hoy en la orfandad, sin tener alguien a quien odiar y atacar con la saña con que se encarnizaron contra ella (ayudados a veces por los micrófonos indiscretos), que se les enfrentaba sin complejos de inferioridad, respondiendo a los insultos con ideas, sin perder nunca las buenas formas y derrotándolos siempre en las urnas.
Esperanza Aguirre libró en todos estos años un doble combate. Contra una izquierda dura, dogmática y vanidosa que se creía dueña no sólo de la verdad ideológica, sino también de la compasión, de la solidaridad y de la “justicia social” y contra una derecha conservadora y ultra, acomplejada y acobardada frente a la izquierda, desconfiada del mercado y la apertura económica, favorable al rentismo y con más intereses que convicciones y principios. Ninguna de estas dos fuerzas pudieron derrotarla pero le hicieron la vida difícil, muy difícil, y la obligaron muchas veces a hacer verdaderos prodigios de táctica política —simulacros y fintas de concesiones, supuestos pasos atrás a fin de saltar adelante— para no verse acorralada en lo personal, y, sobre todo, hacer avanzar los principios liberales básicos de recortar el intervencionismo estatal en la vida económica y social y privatizar en todo lo posible tanto la creación de riqueza como las instituciones y la vida ciudadana.
En su famosa distinción entre el “político de convicción” y el “político de responsabilidad” de 1919, Max Weber matizó que no se debía entender esta diferencia como una antinomia sin remedio, y que había casos, infrecuentes sin duda, en que un político era capaz de conciliar ambas opciones. Una de esas excepciones ha sido Esperanza Aguirre. Nunca perdió de vista los principios liberales a los que se adhirió cuando era todavía muy joven; pero, a lo largo de su carrera política, la experiencia le mostró que la democracia no tolera la rigidez doctrinaria, pues la realidad es siempre más sutil y compleja que las teorías que pretenden exhibirla, y que las ideas que no son capaces de adaptarse a la realidad terminan siempre por conseguir resultados opuestos a los que persiguen. En muchos momentos de su vida política, Esperanza Aguirre accedió a iniciativas reñidas con sus convicciones, porque no había más remedio, o para salvar al menos parcialmente su propia agenda. Pero, lo importante, a la hora de juzgar de manera de global su gestión, haciendo las sumas y las restas, es que nadie podrá negar que en toda su trayectoria aquellas son mucho más numerosas que estas, y que por eso de ella se puede hacer el mejor elogio de un gobernante: que dejó la Comunidad de la que fue responsable mucho —muchísimo— mejor de como la encontró.
Quisiera destacar su apoyo a los exiliados y perseguidos políticos de Cuba
Quisiera destacar un aspecto admirable de la política de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid: el apoyo a los exiliados y perseguidos políticos de Cuba. Ellos han sido siempre los parientes pobres entre todos los latinoamericanos que han debido dejar sus países por las amenazas y el acoso de que eran víctimas de parte del poder. Como, por una de esas aberraciones ideológicas de la que está repleta la época en que vivimos, la Revolución Cubana, pese al más de medio siglo de ruina económica y dictadura política que ha significado para la isla, sigue gozando de una cierta intangibilidad moral ante la izquierda, el centro e incluso sectores de derecha, los exiliados cubanos han padecido de la indiferencia y a veces de la abierta hostilidad de los gobiernos democráticos españoles. La excepción, en esto, ha sido, gracias a Esperanza Aguirre, la Comunidad madrileña, que ha ayudado a muchos de ellos a encontrar trabajo, a obtener los permisos correspondientes y a sobrellevar las inevitables penalidades del destierro.
Cuando fue ministra de Educación y Cultura del primer Gobierno del Partido Popular, la enemistad hacia Esperanza Aguirre de artistas, escritores, cineastas, periodistas, profesores, fue enorme y el ensañamiento contra lo que hacía y decía no conoció límites, sobre todo de los caricaturistas a los que, la inmutable calma con que la ministra ejercía su función como si la tempestad no fuera con ella, atizaba la ferocidad. A juzgar por las barbaridades que le decían y atribuían, la educación y la cultura en España habían caído en manos de una antropófaga, o poco menos. ¡Vaya injusticia! Pocos políticos he conocido que tengan más respeto por el trabajo creativo —artístico o intelectual— que Esperanza Aguirre y que hayan hecho más esfuerzos que ella, en su vida privada, en los escasos recreos que le deparaba su enloquecedora agenda de trabajo, para leer, asistir a conciertos o exposiciones y estar enterada del ir y venir de la vida cultural. Y, también, que haya llevado ese respeto al extremo de no haber querido nunca instrumentalizar las actividades artísticas en provecho personal.
Y, sin embargo, discretamente, lo que ella ha hecho para impulsar la vida cultural en su esfera de influencia ha sido enorme. A ella se debe, en buena parte, que en las últimas décadas la oferta cultural en la comunidad madrileña se haya multiplicado por diez, dejando muy rezagadas a todas las otras ciudades y regiones de España, entre ellas a Cataluña, que en los años sesenta o setenta era la capital cultural de España, y que esta vida cultural sea libre, diversa, múltiple, y, en ella, la iniciativa privada coexista con la pública.
¿Por qué ha renunciado a la política precisamente en este momento? En los últimos dos días he sentido vértigo leyendo todas las especulaciones al respecto. Que porque se le había reproducido el cáncer que padeció hace un par de años, que por discrepancias irreductibles con la política económica de Mariano Rajoy, que por querellas y animosidades en su propio partido, y otras todavía más fantasiosas. Aunque no tengo ninguna otra información que las que he leído en la prensa, creo que nada de eso es cierto. Y que probablemente dijo la verdad en su comparecencia televisiva: que había llegado el momento de retirarse para dar paso a gente más joven, que, después de 30 años de estar en la intensa brega política, quería poder dedicarse un poco más a esa familia que con tanta paciencia y generosidad la ha apoyado en estos años y la ha visto tan poco. Saber retirarse a tiempo, no enquistarse en el poder, ceder la posta a la nueva generación, forma parte, también, de la filosofía (y la coherencia) liberal.
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Fuente:elpais.com