En estos momentos de incertidumbre política y económica , cuando el estado a traves del gobierno y otras instituciones interviene cada vez más en la vida de los individuos , restringiendo su libertad día a día en aras de un supuesto " bien común" , queremos contribuir desde este blog a difundir los principios del liberalismo , cada vez más necesarios para conservar la libertad y la iniciativa como ciudadanos.

viernes, 23 de diciembre de 2011

A por Federico - César Vidal

No exagero diciendo que El linchamiento es un libro importante. Confieso que tuve sensaciones diversas mientras lo leía: me reí a carcajadas, sentí ganas de vomitar, incluso lloré... de rabia y de pesar. Me llevó incluso a recuperar el recuerdo de episodios que, piadosamente, mi memoria había borrado.

Ésta es una obra magnífica, documentada, sólida y muy bien escrita. Casi me atrevería a decir que constituye una auténtica Comedia humana de la España de los últimos años. Es en esta España, sí, sometida a un cambio no deseado y hurtado a la voluntad popular, donde se engrana la acción de El linchamiento, porque cuando se ha decidido llevar a cabo un plan de semejante envergadura hay que acabar con quien se enfrente con él.

Tucídides ya dejó de manifiesto lo difícil que era saber cuándo empezaba una guerra. Creo que lo mismo sucede aquí. Se podría decir que el linchamiento comenzó cuando el Rey, en el curso de una cena, manifestó su malestar con Federico. Como diría Esperanza Aguirre, si se hubiera tratado de Iñaki Gabilondo, el Rey lo hubiera invitado a comer. Era Federico y los medios se apresuraron a repetirlo.

Se podría decir que el linchamiento se gestó cuando la COPE se convirtió, con Federico a la cabeza, en lo que el hispanista Stanley G. Payne definió como la única oposición a ZP tras el 11-M. Se podría decir que el linchamiento se fue decantando a medida que personas relevantes, muy relevantes, de la Administración socialista se lo solicitaron a algunos obispos, por supuesto no de manera gratuita. Y se podría decir que el linchamiento se sentenció en aquel congreso del PP en Valencia en que Mariano Rajoy anunció que en su partido no había lugar para los liberales.

Yo, la deformación del historiador profesional me obliga a ello, creo, como haría Tucídides, que, en realidad, el linchamiento se convirtió en una acción inevitable desde el mismo día en que se gestó un plan para alterar el curso del sistema constitucional vigente a fin de cambiarlo por otro que favorecería a minorías agresivas y despiadadas, terroristas incluidos. Ese plan tuvo uno de sus momentos culminantes en los atentados del 11-M, manipulados por las izquierdas y los nacionalistas para cambiar el resultado de las elecciones y que llevaron al poder a ZP.

Durante la primera legislatura de ZP, los ataques contra Federico y otras personas fueron terribles, pero en su mayoría se trató de embestidas frontales que procedían de aquellos que podría darse por supuesto eran adversarios. Sin embargo, la segunda victoria electoral de ZP provocó cambios incluso en aquellos que, por definición, debían oponerse a lo que estaba sucediendo en España.

Hasta entonces los ataques habían venido de la izquierda y de los nacionalistas, que, por ejemplo, llegaron a crear en Cataluña un comité cuya finalidad real era impedir la difusión de los programas de COPE. Cómo sería de claro su objetivo que el primer informe que emitió estuvo dirigido única y exclusivamente a atacar a La Mañana, que dirigía Federico Jiménez Losantos, y a La Linterna, cuyo director era a la sazón un servidor de ustedes.

Sin embargo, tras aquella segunda victoria electoral, el PP de Rajoy cambió, y también lo hicieron –justo es decirlo– la Conferencia Episcopal y la dirección de COPE; dirección de COPE, por cierto, que, a tenor del último EGM, si hubiera tenido en sus manos el destino de España la habría dejado peor que ZP, que ya es decir. Baste decir que ZP y sus cuates, a pesar de su dañina gestión, jamás aniquilaron ni de lejos el 70% de la capacidad productiva del país, que fue lo que hizo precisamente la dirección de COPE cuando despidió a Federico.

Federico –que había sido casi idolatrado, al que invitaban a comer los obispos (soy testigo: lo acompañé en alguna de esas comidas), al que los comerciales agradecían los incomparables resultados económicos (entonces lo eran sin los periodistas de deportes de la SER), al que no pocos periodistas y anejos pedían entrar en sus tertulias– se convirtió en blanco de las calumnias y las insidias, los ataques y los navajazos, las querellas y las amenazas de todos.

No sólo es que el PSOE y los nacionalistas arremetieran contra él. Insisto: eso se daba por supuesto. También lo hizo el sector de la policía más afectado por las investigaciones del 11-M (presumiblemente, algunos se sentarán en breve en el banquillo), el sector del PP más ambicioso y menos convencido ideológicamente (¿o acaso alguien conoce las convicciones ideológicas de Gallardón?) y, al fin y a la postre, la propia gente de COPE y personajes nada carentes de importancia de la Conferencia Episcopal. En este último caso, sólo un ejercicio disciplinado de caridad me impide entrar en detalles, porque pocas, muy pocas veces he sido testigo de tanta ingratitud y cicatería con alguien del que sólo se habían recibido beneficios. Baste decir que los que se mostraron año tras año ridícula y miserablemente mezquinos a la hora de renovar los contratos de Federico en COPE no tardaron en suscribir uno por una duración de tres años –algo que nunca tuvo Federico– con un director de La Mañana que apenas ha alcanzado la mitad de la audiencia que en su día tuvo aquél.

Quizá el único consuelo es que, en todos y cada uno de los casos, los que así actuaron recibieron más de treinta monedas de plata... siquiera por la inflación.

Cualquiera que repase las jugosas páginas de este libro verá con transparente y cristalina claridad que al olor de la sangre acudieron no pocos; entre ellos hubo algún pseudo-exorcista (subrayo lo de pseudo porque no he podido comprobar que ninguna autoridad eclesial le haya encomendado tan delicado encargo), algún sacerdote decidido a hacer carrera y que acabó iniciando un procedimiento legal contra unos humoristas simplemente porque habían aparecido unas fotos en internet donde se divertía en una piscina con unos jovencitos –fotos totalmente inocentes, quiero insistir en ello– y buena parte de los que debían sus salarios y sus pluses al trabajo de Federico y a la audiencia que tenía, o que, simplemente, se sentían desairados porque no les había franqueado la puerta de COPE.

Recuerdo haber vivido aquellos años en un estado de guerra encarnizado y, por encima de todo, constante, en el que los peores ataques no nos venían de frente sino por la espalda. Las anécdotas son numerosas y Federico cuenta no pocas aquí. Yo recuerdo alguna en especial, como cuando, tras anunciarse que echaban a Federico, me apresuré a manifestar desde los micrófonos que me parecía un disparate. Se produjo entonces un episodio que no es conocido y en el que me vi presionado por uno de los directivos de la casa de una manera que nunca hubiera podido imaginar. En cualquiera de los casos, no lo sientan ustedes por el personaje. Abandonó sus funciones llevándose una indemnización extraordinaria, a diferencia de lo que sucedió con Federico o conmigo, que nunca recibimos un euro en ese sentido.

Resumiendo: al final, los adversarios eran muchos y sólo podíamos aspirar a ser derrotados con honor; derrotados, pero ni vencidos ni eliminados. Por el contrario, estábamos dispuestos a seguir dando la batalla desde un nuevo medio, que recibió el nombre de esRadio.

Me consta que cuando comenzamos esRadio la mayoría nos daba por amortizados, así me lo señaló un importante personaje de los medios de comunicación, que, no obstante, me hizo saber que aquella apreciación era errónea... y me recomendaba invertir en esRadio porque tenía futuro. Incluso se ofreció a prestarme dinero con ese fin... No lo acepté, pero la anécdota indica hasta qué punto había gente que sabía que no estábamos liquidados.

Por fin, el 7 a las 7 comenzaba esRadio. Allí estaba Federico, por supuesto; el equipo de Libertad Digital, con Javier Rubio, Javier Somalo y Dieter Brandau, entre otros; Isabel y Rosana; Luis Herrero, que, pasada su etapa de eurodiputado, regresaba felizmente a los medios, y, como no podía ser menos, un servidor de ustedes.

Muchos, muchísimos habían decidido –¡han decidido!– entregar España a un propósito maligno simplemente porque de ello dependían y dependen su medro y sus intereses personales. Sinceramente, daba igual que llevaran al cinto una pistola, un escaño, una columna o un crucifijo. Nosotros, sin embargo, teníamos otro compromiso: el de defender España y la libertad. En eso estábamos, en eso seguimos y, Dios mediante, seguiremos.

Para finalizar esta reseña, quisiera dar las gracias a todos los que nos han perseguido y calumniado, a todos los que se han querellado contra nosotros y han buscado nuestra extinción.

Tendrán que permitirme que les cuente una historia para que comprendan el por qué de mi agradecimiento.

Cuando los envidiosos hijos del patriarca Jacob decidieron vender a su hermano José a unos mercaderes que se encaminaban a Egipto, soñaron con haber eliminado de manera definitiva a alguien al que injustamente odiaban; simplemente porque era mejor que ellos. Sin embargo, Dios, en su sabia Providencia, hizo que aquella acción, perversa e inicua como pocas, se convirtiera en la antesala del triunfo de José, que acabó siendo visir del faraón y viéndose precedido por un siervo que gritaba "Abrek Abrek" para que le dejaran paso. Me han dicho que lo mismo sucede hoy en día con algún asesor de Gallardón, pero no he podido contrastar el dato. En cualquier caso, y por volver a la historia, no me cabe duda de que sin nuestros enemigos, sin los enemigos sobre todo de Federico que nos echaron de COPE, nunca habríamos podido crear esRadio, que, a día de hoy, es la radio más libre de España. Tampoco se habría podido escribir este libro extraordinario que debemos a Federico Jiménez Losantos.

Creo yo que son dos motivos más que suficientes para estarles agradecidos.

NOTA: Este texto está basado en la presentación que de EL LINCHAMIENTO hizo CÉSAR VIDAL en la presentación del libro, celebrada el pasado día 1 en un hotel de Madrid.

FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS: EL LINCHAMIENTO. La Esfera (Madrid), 2011, 656 páginas.

Fuente:libertaddigital.com

jueves, 22 de diciembre de 2011

España, plataforma para saudíes e iraníes - GEES

La inauguración de sendas cadenas de televisión por satélite en español, una iraní y otra saudí, implica que España e Iberoamérica van a ser “bombardeadas” con las diatribas político-religiosas de ambos países en nuestra lengua.

La inauguración de sendas cadenas de televisión por satélite en español, una iraní, el 21 de diciembre, y otra saudí, el 1 de enero, implica no sólo que España e Iberoamérica van a ser "bombardeadas" con las diatribas político-religiosas de ambos países en nuestra lengua, sino que lo más pernicioso de sus doctrinas va a irradiarse en ambos lugares. Para algunos simplistas, más cadenas y más puntos de vista implican más libertad, pero para los mejor informados significa más radicalismo para más destinatarios.

Comenzando por la iraní, Hispan TV, que es la de proyección más reducida por su carácter persa y shií, lo que no significa que su lanzamiento no sea potencialmente pernicioso. Ahí está el precedente de Al Manar, la combativa cadena del Partido de Dios (Hizbollah) libanés, a la que ya han puesto freno algunos países europeos. Ahora que declaraciones recogidas por el diario El Universal de Caracas del Presidente Obama indican que EEUU vigila la proyección iraní en Iberoamérica, los servicios estadounidenses tendrán que pensar en cómo contrarrestar los efectos de esta nueva herramienta.

Pero centrándonos en el caso saudí, es sin duda el más peligroso por la capacidad de irradiación de esta potencia emergente. Que lo es financiera, pero también, y sobre todo, propagandística del nefasto salafismo, y el liderazgo del jeque Abdulaziz Al Fawzan en la cadena debería de preocuparnos a todos. A través del satélite Hispasat la maliciosamente bautizada como "Córdoba Televisión" –de nuevo el uso de referencias históricas manipuladas, como hace AQMI con Al Ándalus– va a emitir contenidos de todo tipo pasándolos por el prisma del salafismo, ideología en boga como vemos entre nuestros vecinos (egipcios, marroquíes, tunecinos, etc). Y que no hace sino radicalizar a esos islamistas "moderados" que comienzan a ganar elecciones. La Fundación para el Mensaje del Islam que dirige el susodicho jeque no es una herramienta inocente de propagación religiosa, sino un instrumento para vender el modelo saudí en momentos en los que el faro iluminador del Islam más ortodoxo se encuentra empeñado en una campaña de expansión global, desde Afganistán a Libia y el resto del Magreb, pasando por Yemen, Turquía, Líbano o Siria, entre otros muchos destinos.

La inmigración musulmana en suelo occidental, particularmente en Europa donde desde el enfermizo análisis salafista reina la impiedad y la depravación, ha sido tradicionalmente objetivo prioritario para tan puritana visión, y ahora gracias a "Córdoba Televisión" lo va a ser la instalada en suelo español e iberoamericano. Lograr conversiones es también su objetivo, sobre todo en tiempos de crisis de valores como los actuales, pero peor aún es la politización en momentos en los que la marea islamista se expande por la cornisa norteafricana y se prepara para su gran ofensiva en Argelia, aprovechando el adelanto de las elecciones generales y municipales y el papel estimulador de no pocos irresponsables occidentales que quieren ver, también ahí, triunfar a los "barbudos" para que se confirmen sus delirantes teorías sobre el islamismo como verdadero, y autóctono, motor de cambio.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
Fuente:libertaddigital.com

martes, 13 de diciembre de 2011

¿Es que en Génova 13 no saben sumar? - Roberto Centeno

Roberto Centeno 12/12/2011 06:00h

Hace unos días, un irritado Bernanke decía que los analistas de Bloomberg no saben sumar, por unas estimaciones de la agencia que, según el presidente de la FED, no se correspondían con la realidad. Igualmente, cualquier persona informada podría preguntarse hoy si en Génova 13 saben sumar o si, embriagados en la humareda de incienso, se enteran de qué está pasando. El PP está infravalorando peligrosamente la urgencia y la situación de desastre total que empeora cada día.

Los indicadores adelantados manufactureros y de servicios (más del 85% del PIB) predicen, como publicaba el viernes en este diario Juan Carlos Barba, una enorme recesión para el segundo y tercer trimestre de 2012, tan grave que la economía española podría estar cayendo entre el 8 y el 10% a finales de ese año, con los consiguientes efectos devastadores sobre el empleo.

Según augura JP Morgan, utilizando la denominada Ley de Okun - relación entre variación PIB y tasa de paro, una herramienta de cálculo muy precisa-, el paro en España subirá en un millón de personas en 2012, para situarse en el 27% al final del ejercicio. Y, mientras tanto, Rajoy mantiene en secreto sus planes, si es que tiene planes del nivel necesario para frenar tamaño desastre, y solo parece decidido a expoliar a los españoles con el banco malo, robando el dinero de la gente honrada para regalárselo a unos irresponsables que deberían ser procesados.

Pero, sobre todo, es un escándalo que las AAPP -el corazón de nuestra ruina-, mayoritariamente gobernadas por el PP desde hace siete meses, no solo siguen gastando mucho más de lo que ingresan, es que prevén seguir haciéndolo durante toda la legislatura, sin que ni Rajoy ni sus colaboradores, ocupados a tiempo completo en apuñalarse unos a otros para conseguir un ministerio o una canonjía, hayan diseñado y puesto en marcha un plan de acción conjunto y coordinado de reducción de gasto. Cada uno va completamente a su aire. Para comprenderlo, nada mejor que ilustrarlo con un ejemplo microeconómico de cómo entienden los nuevos gestores del PP eso de la austeridad y los compromisos de deuda.

El ejemplo de Castilla-La Mancha

El ejemplo saltó la semana pasada a las noticias y se refiere a Castilla-La Mancha, la punta de lanza, la auténtica Panzerdivision de la austeridad gobernada por María Dolores de Cospedal. El flamante nuevo director de la TV local, Nacho Villa, que en la COPE hundió la audiencia hasta el nivel de cierre de la cadena pero que, hábil en otros menesteres, consiguió un hada madrina que le salvó del paro y del ostracismo, sale en los medios para denunciar muy serio y armado de papeles la golfería de sus predecesores. Pagaban tanto a fulana, lo otro al jardinero, no sé cuánto a uno que ni aparecía, los programas costaban un ojo de la cara, los daban a dedo a sus amiguetes y se forraban con ello...

Sin embargo, a la vez que denuncia el despilfarro anterior, Villa abre corresponsalías en Hong Kong, Washington, Sao Paulo y Bruselas. Sin inmutarse, se concede algo que no pueden permitirse ni Antena 3 ni Tele 5. La pregunta es cómo, en una CCAA cuyo déficit superará en 2011 en siete veces el límite permitido, se atreven a tales lujos en vez de cerrar una televisión innecesaria.

Para seguir con la burla, ahora van a vender los coches de alta gama viejos y comprar coches de gama inferior nuevos, una operación que cuesta el doble que mantener los ya existentes. La opción de prescindir completamente de coches oficiales ni se plantea. Ni en Castilla La Mancha ni en ningún otro sitio. Antes se recortan gastos en Educación, en Sanidad o se hunde España que ellos renunciar a sus privilegios. ¿De cuántos coches oficiales dispone el gobernador de California o el de Texas o el alcalde de Nueva York? De ninguno.

El agujero en C-LM a fin de año será del 9,7% del PIB pero gastar solo lo que se ingresa, el déficit cero, ni se plantea en toda la legislatura. Solo cabe endeudarse más y más cada año con aval del Estado, es decir, con la ayuda de Rajoy

En agosto, Cospedal hablaba de ahorrar 1.815 millones entre 2011 y 2012 gracias al “mayor recorte del gasto de la Historia de España” sin explicar cómo se iba a aplicar tal recorte. Desde entonces, el déficit no ha parado de crecer. Siete meses después (se lo han tomado con calma), comienzan a concretar: ajuste de 350 millones con recortes de salarios y servicios públicos. Cabe añadir, “¿y los casi 1.500 que faltan, para cuándo?, ¿para el día del Juicio?”

El agujero a fin de año será del 9,7% del PIB pero gastar solo lo que se ingresa, el déficit cero, ni se plantea en toda la legislatura. Solo cabe endeudarse más y más cada año con aval del Estado, es decir, con la ayuda de Rajoy. Y esto no es la excepción, es la regla, multiplicada por 17 en las CCAA y por miles en los Ayuntamientos con diez veces más personal y veinte veces más gasto que en los años 60.

Un despropósito de país

Por ello, la pregunta es ¿acaso en Génova 13 nadie sabe sumar? España ya está quebrada. En primer lugar, porque en 2012 necesitamos entre refinanciaciones y endeudamiento nuevo 500.000 millones de euros (1) -440.000 vencimientos de deuda; 120.000 millones deuda del Estado; 80.000 deuda autonómica; 120.000 bancos y 100.000 empresas no financieras- más lo que las AAPP planean gastar de más en el año, unos 60.000 millones, unas necesidades de financiación totales equivalentes al 50% del PIB en un solo año, algo imposible para cualquier país del planeta.

En segundo lugar, porque la deuda total supera el 300% del PIB, un tercio de la cual es al exterior, y eso jamás se podrá devolver. Tercero, porque la carga de la deuda es ya inasumible, España esta pagando tipos de interés más altos que Grecia o que Portugal, algo increíble y que arruinará el país para varias generaciones.

En cuarto lugar, porque los mercados se nos han cerrado y nadie nos presta dinero ya, solo las compras masivas de deuda del BCE nos permiten sobrevivir. Quinto, porque los ingresos fiscales se han desplomado -un 23 % los del Estado- y la Seguridad Social ingresa menos de lo que paga desde principios de año. En sexto lugar, porque la economía está cayendo alrededor del 4% real, si se mide por indicadores independientes, el paro sigue creciendo en miles de personas diarias y todos los indicadores adelantados, como explicaba al principio, muestran para 2012 un desastre económico sin precedentes. Y así las cosas, Rajoy, cada día más encantado de haberse conocido, se fuma un puro y se relaja con los baños de incienso diarios.

El viernes nos contaba Carlos Sánchez, que nos tiene al día como nadie en España de la situación cuantitativa real, que la deuda del conjunto de las AAPP a junio ascendía según el BdE a 863.826 millones de euros –no confundir con deuda computable a efectos de la eurozona, que es la que nos cuentan los políticos–. Pero ¿y lo no contabilizado? A tenor de lo encontrado precisamente en junio tras los cambios de Gobierno y no incluida en esa cifra, más las AAPP que no cambiaron pero que ocultan igual o más, no menos de 100.000 millones adicionales, y si se compara con el PIB real, no el oficial, eso es casi el 100% de la riqueza nacional. Una salvajada imposible de devolver. Y como dice Carlos Sánchez para que la gente lo entienda mejor, entre 2008 y 2011 la deuda pública se viene incrementando10.000 millones mes y el paro, en 60.000 personas también al mes, no solo por el hundimiento de la economía, también porque los empresarios a la espera de la reforma laboral, que nadie ha explicado en que va a consistir, no contratan a nadie.

Y mientras tanto, D. Mariano disfrutando días de vino y rosas. Presidente de facto agasajado por todos y sin responsabilidad alguna, porque ha decidido no tomarse ninguna, ni siquiera en las CCAA y Ayuntamientos donde gobierna, aunque muchas estén al borde de la suspensión de pagos. Da la impresión de que al líder del PP le encantaría mantener el “statu quo” actual de dolcefarniente durante el resto de la legislatura. No es de extrañar que la periodista económica mas influyente del mundo, la británica GillianTett, directora del Financial Times en EEEUU afirme, “espero que España se este preparando para volver a la peseta”, porque realmente esto ya no es un país, es un despropósito absoluto por culpa de una casta política irresponsable, egoísta, incompetente y venal, de una magnitud jamás conocida, y todo ello en nuestra hora mas crítica.

(1) Estas cifras las he ido variado cada semana al alza a las vista de los nuevos datos que van apareciendo, sobre todo de vencimientos de deuda.
Fuente:cotizalia.com

miércoles, 7 de diciembre de 2011

No al 'banco malo' - Juan Ramón Rallo

Del programa económico de Rajoy sabemos poco o nada, salvo, según se ha filtrado, que pretende crear un banco malo. Es decir, otro banco malo, pues al parecer el sistema financiero español debe de estar plagado de ellos.

¿Y qué es eso del banco malo? Básicamente, el Gobierno de España emite deuda pública y compra a nuestras entidades todas sus malas inversiones, que pasan a ser acumuladas en un vehículo de inversión denominado banco malo.

Presuntamente, y según se nos cuenta, la adquisición se efectuaría con un importante descuento con respecto al valor real, de manera que a largo plazo los contribuyentes podrían incluso salir ganando. Por ejemplo: si unos promotores deben a una caja 100 millones de euros y el Estado adquiere ese préstamo a cambio de 70 millones, el Gobierno podría terminar embolsándose al cabo de unos años unos beneficios de 30 millones. Fantástico, ¿no? Pues no tanto. Pregúntese por qué, si estamos ante una indudable ganga, la caja de marras está deseosa de desprenderse del préstamo incluso con un descuento del 30% y, sobre todo, por qué ningún inversor, salvo el Estado, está dispuesto a comprar.

¿Tal vez sea, no sé, porque en realidad no se trata de ninguna ganga? Suponga que, como no sería de extrañar, los promotores impagan sus deudas y la caja sólo puede cobrar con el suelo que adquirieron esos promotores y que hoy, vaya por dónde, sólo tiene un valor de 10 millones. Resultado final de la operación: el Estado ha pagado 70 millones por un cubo de basura que sólo vale 10. ¿Y quién se ha agenciado la diferencia de 60 millones? Claramente, la caja que invirtió donde no tenía que invertir y que ha sido capaz de convencer a los políticos para que compren a precios inflados sus activos tóxicos.

Al final, pues, el banco malo sólo es un mecanismo para redistribuir la riqueza del país desde los contribuyentes hacia los accionistas, directivos, trabajadores y acreedores de las entidades financieras. En Irlanda, los contribuyentes han tenido que aportar 50.000 millones de euros (más del 30% de su PIB) y, de momento, el vehículo acumula unas pérdidas superiores a los 1.100 millones; es decir, ganancias... más bien pocas. Es de pura lógica: si el único dispuesto a comprar esos activos a precios tan desorbitados es el Estado, será que los activos no valen lo que el Gobierno va a pagar por ellos; será que todo es un opaco artilugio montado para transferir dinero desde el bolsillo del contribuyente a las cuentas de resultados del sector financiero.

Los habrá que, con algo de razón, argumenten que en estos momentos el mercado se encuentra demasiado revuelto como para asignar valoraciones realistas a los activos de los bancos; no es que muchas entidades no quieran sanear sus balances vendiendo sus préstamos basura a un importante descuento, sino que, si lo hicieran ahora, el precio al que podrían colocar sus activos sería tan injustificadamente bajo que quebrarían de inmediato. Dicho de otro modo, el único agente capaz de mantener la cabeza fría en estos momentos de tribulación es el Gobierno, quien, lejos de dejarse llevar por un precio de los activos irracional, es capaz de calcular su auténtico valor a largo plazo y sanear nuestro sistema financiero.

El razonamiento, como todos los realmente tramposos, tiene su pizca de verdad. En efecto, en momentos como los actuales muchos inversores, salvo aquellos con una visión más largoplacista, no tienen demasiadas ganas de seguir cargando sus balances de activos arriesgados a largo plazo, sino que, dada la incertidumbre, prefieren mantenerse tan líquidos como les sea posible. Con todo, me limitaré a efectuar dos preguntas: ¿cuánto tiempo ha pasado desde que comenzó la crisis financiera? Si bien es una cuestión controvertida, todos coincidiremos en que, en octubre de 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers, la crisis ya había estallado, de modo que, como mínimo, han transcurrido tres años. Segunda pregunta: en estos tres años, ¿los bancos y cajas españoles no han disfrutado de un solo momento de calma para enajenar sus activos a precios realistas?

Es evidente que sí, de forma que sólo cabe colegir que si no lo han hecho ha sido por no reconocer su auténtico valor sobre sus balances; y si no quieren contarnos la verdad es porque, en tal caso, quebrarían. Es obvio que el banco malo que planea Rajoy no comprará los activos de bancos y cajas a unos precios tan bajos como para provocar la bancarrota de los mismos, por lo que el Gobierno del PP, si es que sigue adelante con este bárbaro proyecto, necesariamente pagará unos precios artificialmente altos. Es decir, el Gobierno del PP esquilmará todavía más al contribuyente para dejar limpios de polvo y paja los balances de unas cajas y unos bancos contaminados por su propio proceder.

¿Existe alternativa a este despropósito? Sí, y no me refiero a dejar quebrar sin más a las entidades financieras, ya que, por desgracia, y como consecuencia del abandono del patrón oro, los medios de pago de nuestras sociedades son en su práctica totalidad depósitos bancarios, de modo que su bancarrota ocasionaría un colapso total del sistema. La alternativa justa y pragmática pasa por no rescatar a las entidades con el dinero de los contribuyentes, sino con el de los acreedores.

Una empresa está quebrada cuando el valor de sus activos es menor al de sus pasivos. En tal caso, los acreedores no pueden recuperar todo lo que han prestado por la simple realización de sus activos. Pero, como es lógico, esa misma empresa puede salir de la situación concursal convirtiendo en acciones parte del dinero que adeuda a sus acreedores. Por ejemplo, si una empresa tiene activos valorados en 95 euros y deudas por 100 euros, podría pagar 10 euros de los que debe a sus acreedores entregándoles acciones con un valor nominal de 5: la compañía estaría así inmediatamente recapitalizada (debería 90 euros y tendría 5 euros de patrimonio neto). La operación está a la orden del día en el mundo mercantil y se conoce como capitalización de deuda.

Según se ha filtrado, el PP pretende inyectar hasta 150.000 millones de euros de los contribuyentes en el sistema financiero mediante la argucia del banco malo. Pues bien, bastaría con que convirtiéramos en acciones la deuda basura de nuestras entidades financieras, un 20% de su deuda garantizada y un 5% de las imposiciones a plazo fijo (a saber, que los pagos de intereses de uno o de dos años no se efectuaran en dinero, sino en acciones), para que el sistema financiero español se recapitalizara en cerca de 200.000 millones. Todo sin meter un solo euro del contribuyente y redistribuyendo los derechos de propiedad sobre los activos bancarios de una manera absolutamente justa: no han de hacerse cargo los contribuyentes, que como contribuyentes nada tienen que ver con las entidades, sino los acreedores (aquellas personas que confiaron lo suficiente en la entidad como para prestarle su dinero). Por supuesto, estamos hablando de valores medios para el conjunto del sistema financiero, de modo que, para las entidades más insolventes, la conversión sería mayor, pero tiene todo el sentido del mundo que la penalización (el intercambio de deuda en acciones con un valor fluctuante) sea creciente según el tamaño del pufo.

Con lo cual, ¿por qué no utilizar este esquema para el sector financiero español? ¿Por qué incrementar todavía más la deuda de nuestro sector público en unos momentos en que deberíamos estar reduciéndola? ¿Por qué cargar sobre las espaldas de unos contribuyentes que tienen sus propios problemas de deuda privada el coste de los errores ajenos? Es difícil de decir, probablemente sea una mezcla de miopía política, escaso respeto a la propiedad privada y pusilanimidad a la hora de enfrentarse a ciertas oligarquías económicas. Sin embargo, en mi opinión existe otra poderosa razón para que los populares ni siquiera estén considerando esta opción: Alemania.

Los españoles debemos casi 200.000 millones de euros a los bancos alemanes, en gran medida por los préstamos que nos hicieron para financiar la burbuja inmobiliaria. Si parte de la deuda de bancos y cajas se convirtiera en acciones, los bancos alemanes, en lugar de cobrar religiosamente cada euro adeudado, pasarían a ser propietarios de unas entidades financieras que probablemente no tengan ningún interés en poseer. Tres cuartos de lo mismo sucedió con Irlanda, cuyos ciudadanos y empresas debían 140.000 millones a los bancos alemanes: como es sabido, su Gobierno fue conminado a crear un banco malo.

En general, soy del todo comprensivo con las quejas y reivindicaciones de los alemanes. Nos prestaron un dinero que quieren recuperar y nosotros, si es que somos responsables, deberíamos hacer todo lo que esté en nuestras manos para devolvérselo. Pero Alemania también debería ser consciente de que no será posible que le repaguemos todo cuanto le adeudamos a menos que nos lo refinancie durante bastante tiempo o –y esta es su opción preferida– que socialicemos las pérdidas. El primer camino queda a su discreción (la capitalización de deudas sería una manera de refinanciarnos); el segundo queda a la nuestra... y deberíamos negarnos en rotundo. No se trata de argentinizarnos y mandarles orgullosos a hacer gárgaras, sino de que asuman su responsabilidad a la hora de comerse parte del agujero que contribuyeron a crear: si es injusto y contraproducente que el contribuyente alemán cubra los despilfarros de los políticos españoles –motivo por el cual los políticos españoles deberían ajustar de inmediato ingresos y gastos–, también lo es que el contribuyente español cubra los errores de los banqueros españoles... y alemanes.

Dicen que Rajoy concederá casi tanta importancia a la política exterior como a la económica a la hora de lograr la recuperación. La ocurrencia me parece disparatada, pues no se trata de que vengan a salvarnos desde fuera, sino de que volvamos a generar riqueza desde dentro. Pero el gallego sí tiene algo muy importante que negociar, o, al menos, algo muy importante por lo que plantarse: el banco malo sería una pésima idea, por mucho que interesadamente la defiendan parte de los banqueros de aquí y los políticos de allí.

juanramonrallo.com

Fuente:libertaddigital.com

En defensa del copago - Mónica Mullor

El sistema sanitario español es financieramente insostenible. Se nos hace creer que aquí no pasa nada, a pesar de la crisis, y que podemos ir al médico las veces que queramos y por lo que sea sin que nos suponga el menor coste directo.

Los partidos mayoritarios y los sindicatos combaten al unísono el copago, como si fuera una perfidia atroz, pero se cuidan de decir a la gente que nuestro sistema no obtiene buenos resultados justamente porque conduce a un mal uso de unos recursos cada vez más escasos.

La escasez de recursos y la cada vez mayor demanda son algunos de los retos que tiene que afrontar el sistema sanitario. A este respecto, la sanidad –al igual que la educación– es y debe ser un objetivo nacional y concitar acuerdos básicos, que involucren a la población.

El sistema se encuentra en estado crítico debido a que en los años de crecimiento económico el gasto sanitario aumentaba más rápidamente que el PIB; gasto que luego no ha podido ser contenido porque nadie se atreve a pinchar la burbuja de ilusiones creadas en torno a una amplia oferta de acceso ilimitado. En 2002, ese gasto era del 5,2% del PIB, mientras que en 2008 alcanzó el 6,5%. Ante la caída de los ingresos públicos como consecuencia de la crisis, el gasto se ha hecho insostenible y ha tendido a generar déficits en todas las administraciones públicas.

Por ello, concienciar a los pacientes sobre los costes de la sanidad ha sido una acertada iniciativa de la Comunidad de Madrid, que comprende la entrega de una factura informativa en la que consta el costo de –según los casos– una consulta médica, una visita a Urgencias, una intervención quirúrgica, etc.

Se trata de una iniciativa muy útil pero claramente insuficiente. Cuando menos menos, se debería haber introducido alguna medida de castigo a la utilización irresponsable de los servicios sanitarios. Por ejemplo, la imposición de una multa a quien no acuda a una cita médica sin previo aviso. Cancelar una operación de manera injustificada no sólo representa un coste elevadísimo, sino que impide atender a otro paciente igualmente necesitado.

A pesar de que una parte importante de nuestros impuestos se utiliza para pagar la sanidad, lo cierto es que, cuando se tiene la impresión de que se está recibiendo algo a coste cero, la atención no se valora.

Según la OCDE, los españoles son los ciudadanos europeos que más van al médico (8,1 veces frente a las 5,8 veces de media en la UE). Y según el informe del Euro-Canada Health Consumer para 2010, no es España sino Suecia el país que obtiene la más alta puntuación (300) en resultados médicos (outcomes); le siguen Holanda, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Alemania, Italia, Francia... Al final de la tabla se encuentran el Reino Unido y España (214 puntos), los dos países que no tienen copago alguno, y Portugal.

El sistema español no resiste el despilfarro. Nos gusta porque podemos, sin costo directo alguno, ir cuantas veces queramos al médico; pero esto no nos hace estar más sanos, ¡todo lo contrario!

La aplicación de medidas de copago y de multas por uso irresponsable provoca escándalo. Ahora bien, es justamente lo que se estila en los países más eficientes; y no porque sus gestores sean malos, despiadados o neoliberales, sino porque no son demagogos ni populistas, porque consideran que hay que ser responsables con el buen uso de los recursos.

Los modelos son muy diversos; aquí nos centraremos en el de un país conocido por su gran Estado del Bienestar y su altísima eficiencia sanitaria, Suecia, que encabeza el ranking arriba mencionado.

En Suecia el copago en la atención primaria ha existido siempre. Una cita al médico de familia cuesta unos 15 euros; al especialista, unos 32 euros; una mamografía, 14 euros; recurrir a los servicios de urgencia, unos 40 euros; pasar un día en un hospital, unos 9 euros. En cuanto a los que no anulan una cita médica con la debida antelación, han de pagar una multa de unos 32 euros.

En Suecia, sociedad racional pero altamente solidaria, tratan de que el coste de la atención médica no resulte insoportable a gente como los enfermos crónicos. De ahí que tengan unas tarjetas de gasto máximo anual (frikort) que posibilitan a sus usuarios seguir siendo atendidos luego de haber superado dicho gasto. Aunque las cantidades varían según las regiones, la frikort se suele obtener una vez se han superado los 100 euros en visitas médicas o los 180 en compra de medicamentos. De esta manera se logra el doble objetivo de corresponsabilizar al ciudadano y de proteger solidariamente a los más necesitados.

El resultado es un mejor uso de los recursos, que al no ser sobredemandados en la atención primaria pueden dedicarse en mayor medida a la especializada, lo que permite que el conjunto del sistema obtenga mejores resultados. Por otro lado, con el copago se refuerza la financiación del sistema, si bien éste es más un efecto secundario (cubre no más de un 10% del costo del sistema sueco), ya que lo importante es el uso racional y responsable de los recursos existentes. Uno de los resultados más notables de este tipo de medidas, por cierto, es que se contiene el gasto sanitario sin que la calidad del sistema se resienta.

Así se protege el Estado del Bienestar, en vez de reventarlo, que es lo que estamos haciendo en España.

ideasyanalisis.wordpress.com

Fuente:libertaddigital.com

martes, 6 de diciembre de 2011

Rosa Díez: "La traición revelada"



LA TRAICIÓN REVELADA

He dudado mucho antes de sentarme a escribir este artículo porque siento un profundo desasosiego ante la cuestión que voy a abordar.

Nunca se está suficientemente preparado para conocer y reconocer el mal; siempre se abriga una esperanza, aunque sea ligera, de que las cosas no sean tan horribles como aparentan.

Pero llega un momento en que no cabe ya albergar ninguna duda. Es ese momento en el que quien ha hecho el mal se siente impune, presume de sus fechorías e incluso quiere ganar dinero con el relato de las mismas.

El golpe llega cuando el macguffin de la paz deja de ser tal y se convierte en espanto; la bofetada, inmisericorde, golpea cuando lo perpetrado por quienes tienen el encargo de velar por que se cumpla la ley y se haga justicia hacen cosas que serían perseguibles de oficio en cualquier país en el que la separación de poderes fuera algo más que una declaración constitucional.
Pero el shock definitivo se produce cuando ese complot contra el orden instituido se pone en evidencia y nadie reacciona, y no pasa nada.

Hago estas consideraciones tras leer las dos primeras entregas del diario de la negociación entre el Gobierno y ETA escrito en comandita por el presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, y el periodista de cabecera de José Luis Rodríguez Zapatero, Luis Rodríguez Aizpeolea.

Dos hombres que estuvieron en los pormenores de la traición tantas veces negada y tantas veces consumada por el Gobierno socialista y el PSOE.

Dos hombres que cuentan ahora con todo lujo de detalles lo que hicieron mientras lo desmentían e insultaban de paso a quienes lo denunciábamos y criticábamos; no me sorprende que los que nos vendieron ante ETA quieran vendernos ahora su historia de indignidad y sacar suculentos dividendos con ello.

Pero me asusta la falta de respuesta democrática ante estos hechos; me da más miedo el silencio que la propia traición.

Es, una vez más, el síntoma de una sociedad democráticamente imberbe, falta de cuajo, necesitada de una profunda regeneración. Una sociedad decente no aloja en su seno gobernantes dispuestos a mentir en nombre de una paz que no encierra sino la renuncia a defender los valores democráticos.

En un país que se respete a sí mismo no hay espacio para quienes traicionan los principios democráticos; tampoco lo hay para quienes por cálculo y/o por cobardía callan y otorgan.

El silencio tiene muchas caras. Quizá haya quien calla porque espera repartirse dividendos, aunque se opusiera cuando el proceso de claudicación ante ETA estaba en marcha; otros piensan que el fin justifica los medios, así que si ETA no mata no vale la pena pensar cuál ha sido el precio pagado.

Luego están los que se buscan una coartada para no hablar del asunto, los que prefieren mirar para otro lado mientras se proclaman amantes de la paz.

Son esas gentes que lo único que buscan es que les dejen en paz, seguir con su vida, no comprometerse con nada ni con nadie; son los que prefieren olvidar que centenares de españoles, conciudadanos suyos, arriesgaron y perdieron la vida para defender sus libertades.

Están también los que han llegado a la conclusión de que los enemigos de la paz somos nosotros, los que no estamos dispuestos ni a olvidar ni a callar; nos llaman intransigentes y nos culpan del mantenimiento del conflicto; a veces son los mismos que siempre acompañaron la estrategia de mimetizarse con la bestia para humanizarla; algunos nos odian más que a ETA porque no les dejamos que vivan en paz con su mala conciencia y con su mentira.

La historia de la indignidad de principios del siglo XXI en España tardará tres o cuatro generaciones en escribirse. Hará falta tiempo para que tomemos distancia, para que los protagonistas no se sientan culpables por acción u omisión, para que puedan hablar de ello sin pedir perdón en primera persona.

Y es que la historia de la indignidad tiene algunos nombres propios, pero los protagonistas han hecho su trabajo miserable porque una ingente mayoría de ciudadanos cobardes lo han permitido. Por eso digo que hace falta tiempo para que alguien cuente a nuestros nietos la verdad de este tiempo oscuro; porque quien más y quien menos ha sido cómplice de la felonía.

Sé que mucha gente que me tiene simpatía preferiría que no escribiera sobre estas cosas. Habrá quien me llame exagerada, quien me recrimine la crudeza de los términos que empleo, quien me acuse de no ser objetiva por ser vasca... Pero me consta que hay muchísimas personas que no tienen una tribuna en la que decir lo que piensan y que se encuentran tan aturdidas y avergonzadas ante la traición desvelada como yo; por eso no callaré.

Aunque a nadie represento, no callaré en nombre de los más de 300 crímenes de ETA que aún no han sido juzgados; no callaré en nombre de todos los que siempre creímos que con ETA no cabe negociación política alguna, que si se empieza a hablar con la banda terrorista de una sola de las reivindicaciones en cuyo nombre instauraron la primera víctima ya se ha traicionado a la democracia; no callaré en nombre de los que nos negábamos a creer que el PSOE pudiera caer tan bajo; no callaré en nombre de tantos compañeros y amigos que fueron asesinados por ETA mientras la banda hablaba con sus jefes de filas; no callaré en nombre de tantos hombres y mujeres buenos que vinieron desde pueblos remotos de España a recoger a sus hijos muertos, a sus maridos asesinados, a sus hermanos, a sus padres...; no callaré en nombre de todos esos nombres propios que no conocemos, de todas esas fotos de carné en blanco y negro que nos recuerdan cada día que hay asesinos vivos que aún no han sido juzgados, que aún no han pagado por sus crímenes.

No callaré porque un día creí en alguno de ellos, de los culpables de la traición; no callaré porque creí que me decían la verdad quienes siguen dirigiendo el Partido Socialista Obrero Español; no callaré porque me mintieron cuando pregunté si estaban negociando con ETA en el 2004, en el 2005, en el 2006...

No callaré porque nos engañaron a todos, porque siguieron negociando mientras los cuerpos de las víctimas aún estaban calientes; no callaré porque lo hicieron premeditada y alevosamente, porque fueron cobardes y mentirosos, porque nos faltaron al respeto. No callaré porque hemos de defender la democracia de sus enemigos y también de aquellos que no están dispuestos a protegerla.

Tampoco callaré ante el silencio estruendoso de quienes tienen más voz que yo pero prefieren callarse.

No callaré ante la hipocresía ni ante el cálculo partidista; no callaré para tener la fiesta en paz; no callaré si se empiezan a archivar expedientes, si se pone sordina, si se extiende el cloroformo, si deciden que por la paz un avemaría...

No callaré mientras haya un solo crimen de ETA sin juzgar, mientras una sola familia no haya podido hacer su duelo, no conozca el nombre de los asesinos de sus seres queridos, no haya sido recompensada por y con la justicia.

En España convivimos bien con la mentira; fíjense que nuestro particular Chamberlain y su estratega ni siquiera reconocieron que hubieran viajado a Múnich y a pesar de la mentira y de sus consecuencias millones de españoles siguieron votándoles.

Es desolador, lo sé; pero yo me niego a aceptar que no nos quede otro remedio que vivir en una sociedad que no se avergüenza de su indignidad colectiva; sé que existen millones de españoles esperando una señal para despertar de este letargo que les ha llevado a considerar la baja calidad de nuestra democracia más como una atmósfera que como un accidente, que diría Chesterton. Por eso, porque tengo fe en el ser humano, sigo escribiendo sobre estas cosas.

Por eso y porque hay 852 conciudadanos nuestros que ya no pueden hacerlo y que fueron asesinados para que otros pudiéramos seguir disfrutando de nuestra vida en compañía de nuestros seres queridos.

Fuente:UPyD

martes, 29 de noviembre de 2011

EL COPAGO ES MAYORITARIO . ¿Cómo gestionan la sanidad los grandes países de la UE?

La polémica de esta semana en la política española tiene que ver con el copago sanitario. Artur Mas ya ha anunciado que introducirá el llamado ticket moderador en el gasto farmacéutico. El objetivo es reducir el número de recetas por habitante y año (ahora mismo están en unas 20); además, el presidente de la Generalidad ha anunciado que impondrá una "barrera de acceso" al sistema para evitar el abuso, lo que también hace pensar en un próximo copago en los hospitales.

Desde la campaña electoral, la financiación de la sanidad ha estado en primera línea del debate político. Los sistemas de salud de las comunidades autónomas están muy cerca de la quiebra. Por eso, se buscan alternativas que permitan hacer económicamente sostenible un modelo al que se le empiezan a ver las costuras. El copago es, quizás, la alternativa más conocida, aunque no la única. En Europa ya es relativamente habitual.

El origen del problema

La sanidad pública tiene un problema de origen de índole económica: es un sistema gratuito que permite al usuario disponer de toda la cantidad de servicios que desee sin sobrecoste. Esto quiere decir que cualquiera puede ir a un médico, a urgencias o a cualquier otro servicio las veces que crea conveniente. Nadie le obligará a pagar nada por ello. Evidentemente, la mayoría de la población no acude por diversión al médico. Pero los incentivos sí incitan a sobreutilizar los servicios.

El profesor David Cantarero, doctor en Economía y experto en Economía Pública y de la Salud de la Universidad de Cantabria, admite que la situación es preocupante: "La saturación sigue siendo alta en el sistema y es complicado hacer más con menos recursos. La solvencia financiera está en entredicho: el desequilibrio acumulado es de 15.000 millones de euros y podría seguir aumentando en los próximos años. En atención primaria, los pacientes son asignados a un promedio de tiempo de menos de siete minutos por visita".

Una de las razones está en que los españoles están entre los europeos que "más veces acuden al médico al año, 8 veces de media. Estamos por encima del promedio europeo y lo mismo sucede con el gasto farmacéutico por cápita". De hecho, en el tema de los medicamentos, "un 75% de las recetas se concentran un 20% de la población que está exenta de pago (los pensionistas) y su consumo ha pasado a unas 55 recetas por año frente a las siete de un trabajador".

Lo cierto es que el gasto sanitario se ha disparado en la última década. Desde 2002 a 2009, el total ha pasado de 34.800 millones de euros a los 59.000 millones (de 876 a 1.316 euros per cápita). Por ejemplo, según explica Pablo Vázquez, de Fedea, en este artículo, "el presupuesto del Servicio Madrileño de Salud en 2010 será equivalente al presupuesto que tenía todo el Insalud en 2001; es decir, con lo que hoy nos gastamos en atender 1 Comunidad Autónoma, 30 hospitales y 140 centros de salud (que es lo que hoy tiene Madrid) en 2001 atendíamos 10 CCAA, 82 hospitales y 1800 centros de salud".

El copago en Europa

La financiación de la sanidad está en cuestión en toda Europa. Los avances tecnológicos son una muy buena noticia para la humanidad, pero desde el punto de vista económico suponen un elemento de presión sobre los sistemas sanitarios occidentales. Por un lado, los pacientes viven cada vez más; por otro, los tratamientos son cada vez más caros.

El copago tiene una larga tradición en muchos países del Viejo Continente, pero en los últimos años ha cobrado actualidad. Hacer que los usuarios paguen una pequeña parte del coste de su tratamiento o su medicamento es una forma de desincentivar el uso excesivo de los servicios sanitarios.

Los sistemas varían mucho en función de cada país. Unos aplican un ticket moderador a todas las visitas, otros sólo en atención especializada o en urgencias, el copago en algunos casos supone un porcentaje del coste total y normalmente hay elementos correctores en función de la renta o de la duración de la enfermedad. De esta manera, la factura suele subir cuando se visita a un especialista o a urgencias y niños, ancianos o enfermos crónicos están exentos en muchos casos de cualquier tipo de copago.

En Francia, por ejemplo, existe un ticket que se sitúa en el entorno del 30% del coste del tratamiento primario, que se une a un pago de un euro por consulta, con un máximo de 50 por año. Además, en la atención especializada se paga hasta el 25% del coste de la consulta y se pagan 16 euros por día de hospitalización. Además, existe una contribución variable de entre el 35 y el 65% del coste de cada medicamento y una fija de un euro por receta.

Fuente:libertaddigital.com - D.Soriano

Para sanidad obligatoria, ya tenemos la pública - Juan Ramón Rallo

Toda iniciativa dirigida a racionalizar el ingente y cada vez más insostenible gasto sanitario de este país debe ser acogida con una cierta esperanza de sensatez y sentido común. Que haya alguien que apunte con el dedo y denuncie que el rey está desnudo permite, al menos, que los súbditos tomen conciencia del problema. Pero al tanto con las soluciones que se ponen sobre el tapete, no sea que al final resulten casi peores que la enfermedad.

La última propuesta del conseller de Salut de la Generalitat, Boi Ruiz, consistente en forzar a los ciudadanos a que contraten un seguro sanitario privado discurre precisamente por esta línea. Su propósito es el de descongestionar unos servicios de sanidad públicos bastante más caros que sus pares privados –en especial para todos los tratamientos más habituales– y hacer que el usuario comparta una porción de los costes de la asistencia. Se matan así dos pájaros de un tiro: por el lado de la oferta, los ciudadanos acuden a aquellos proveedores más eficientes y baratos (los privados), reduciendo los costes totales del sistema y, por el lado de la demanda, el cliente paga un cierto precio que le lleva a moderar su uso indiscriminado al tiempo que aligera una parte de los desembolsos de la Administración.

Todo parece perfecto salvo por un detalle: la obligatoriedad. Y no lo digo ya por el ataque que supone a algo tan esencial y tan poco valorado en nuestras sociedades actuales como es la libertad individual, sino por meras y frías cuestiones economicistas. En particular dos: la soberanía del consumidor y la socialización masiva de los costes.

En cuanto a lo primero, debería resultar claro que, una vez convertido el seguro sanitario privado en obligatorio, el cliente de las aseguradoras deja de ser el ciudadano y pasa a ser el político regulador. Como industria pueden despreocuparse de atender de la mejor manera posible las necesidades de los consumidores –quienes no tienen la opción de no contratar un seguro– y, por el contrario, pueden concentrar su atención en el compadreo con el poder político (fenómeno conocido como "captura del regulador"). Al cabo, serían los gobernantes quienes establecieran las condiciones de acceso, de prestación de servicios mínimos, de rentabilidad garantizada, etcétera, etcétera, etcétera. Así que ya podríamos prepararnos para la proliferación de sobornos y corruptelas varias dirigidas a trasladar coactivamente cantidades crecientes de dinero desde el bolsillo del ciudadano al bolsillo de las aseguradoras. Quede claro que esto, de mercado libre y competitivo, tendría bien poco.

Por lo que se refiere a la socialización masiva de los costes, tengamos presente que los seguros, desprovistos de su sometimiento al consumidor soberano, en el fondo no se diferencian tanto de la colectivización de los costes similar al que sucede en un esquema de sanidad pública. Si cada ciudadano puede compartir con el resto de asegurados los costes de su tratamiento, el riesgo moral será muy parecido al que ya presenciamos en la sanidad pública –abuso de consultas y tratamientos–, por lo que el gasto total estará tanto o más inflado. En una sanidad privada y libre no es previsible que todo estuviera cubierto por un seguro privado (al igual que un seguro de automóvil no cubre el cambio de neumáticos), sino sólo aquellas intervenciones más desproporcionadamente caras y extraordinarias que ninguna persona podría asumir por sí sola (como ocurre con el seguro contra terremotos o incendios). El resto muy probablemente las pagaríamos de nuestra renta cada vez que acudiéramos al médico. Por eso, por cierto, el sistema sanitario de EEUU, donde los seguros universales van ligados obligatoriamente al contrato de trabajo, tiene muy poco que ver con un sistema sanitario privado y libre.

Así pues, si no parece que la propuesta del conseller catalán sea la más recomendable, ¿cuál sería la vía para reducir el gasto sanitario que en unos años se espera que duplique al actual? Pues, por un lado, dejar de socializar, vía impuestos, el enorme coste de la sanidad pública y repartirlo entre sus usuarios a través del copago: parece razonable que el beneficiario de los servicios sanitarios comparta parte del coste de su tratamiento en lugar de redistribuirlo entre millones de contribuyentes. Mas que la izquierda no se asuste: el copago no es incompatible con la progresividad, pues puede ligarse al nivel de renta.

Por otro, en lugar de convertir el seguro sanitario privado en obligatorio, convirtámoslo en voluntario pero permitiendo la desgravación fiscal de su coste. Si el Estado se ahorra dinero por el hecho de que la gente acuda a la sanidad privada –descongestionando los servicios públicos y reduciendo las necesidades de personal y de inversión per cápita–, no castiguemos a quienes optarían por la privada obligándoles a pagar dos sistemas sanitarios cuando sólo piensan utilizar uno

Una deducción del 100% sobre los gastos en sanidad privada unido al establecimiento del copago en los centros públicos llevaría de manera natural a la mayor parte de la población, y sin necesidad de volverles clientes cautivos de la industria, a optar por la sanidad privada en sus distintas modalidades, descargando así al ineficiente sistema público de tratar a millones de personas.

Y cuidado, que los socialistas demagogos a lo Tomás Gómez no confundan al personal: establecer el copago en la sanidad pública y permitir la deducción de los gastos en la privada no significa que los usuarios de la primera estén subvencionando a los de la segunda; unos no pagan más para que otros puedan pagar menos. El copago en el sistema público es una forma de acercar sus costes reales a lo que sus usuarios pagan indirecta (vía impuestos) y directamente (copago); un coste que hoy no está cubierto y que va generando un pesadísimo déficit sanitario anual. La deducción en el sistema privado, por su parte, es, primero, una forma de que sólo utiliza la sanidad privada no pague también la totalidad de la pública y, segundo, de que parte de los usuarios de la pública acudan a la privada para ahorrarle esos costes al Estado.

Por ponerle cifras: si el coste real de una plaza en el sector privado es de 800 euros, mientras que en la pública cuesta 1.500 euros de los cuales sólo pagamos vía impuestos 1.200, el copago es una manera de que el precio de los servicios sanitarios públicos aumente de 1.200 a 1.500 (y de que se deje de utilizar tanto el servicio y sus costes per cápita se reduzcan). La deducción para la sanidad privada es una forma de evitar que quienes pagan 800 euros por su seguro privado –ahorrándole al Estado 1.200 euros por su plaza en la pública– no tengan que pagar 2.000 euros (800 + 1200) por los servicios sanitarios que efectivamente reciben. A la vista está que hay una pequeña diferencia.

En definitiva, necesitamos más libre mercado, también en sanidad. Y eso, de momento, se traduce en aproximar el precio de la sanidad pública a su coste real sin socializar vía impuestos ese precio (es decir, instauración del copago) y en no obligar a que quienes escojan servicios sanitarios privados paguen dos veces. Pero no mezclemos lo privado con lo obligatorio: para coactivo e ineficiente, ya tenemos el sistema público.

Juan Ramón Rallo es doctor en Economía y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos y en el centro de estudios Isead. Puede seguirlo en Twitter o en su página web personal. Su último libro, coescrito con Carlos Rodríguez Braun, lleva por título El liberalismo no es pecado.
Fuente:libertaddigital.com

lunes, 28 de noviembre de 2011

El Islam sigue ganando terreno en Europa .


Guarderías danesas dejan de celebrar la Navidad para no ofender a los musulmanes

La problemática entre la inmigración musulmana y el país de acogida en Occidente se está tornando especialmente complicada en Dinamarca. Debido al número de extranjeros que profesan la religión islámica los seguidores de Mahoma son ya la segunda religión del país, representando el cuatro por ciento de la población.

Además, las quejas por el acaparamiento de los servicios sociales del país por parte de esta minoría y también por la actuación de algunos fundamentalistas islámicos en Dinamarca han generado un extraño clima. Sin embargo, en algunos barrios de las ciudades más importantes la inmigración musulmana se ha hecho fuerte y algunos de sus miembros más radicales han llegado incluso a declarar la sharia en ellos y en los que patrullas religiosas patean las calles en busca de quien vulnere las enseñanzas del profeta.

Pero la problemática ha ido más allá y afecta a uno de los sectores que más se han visto afectados por este boom de la inmigración musulmana: la educación. Dinamarca, al igual que el resto del mundo occidental se encuentra a la cola en nacimientos y la tasa de natalidad es de las más bajas del mundo. Esta tendencia queda atenuada gracias a las familias musulmanas, en gran parte con varios hijos. Esto provoca que en los colegios convivan los pocos niños daneses que van naciendo con los hijos, también daneses, de las familias musulmanas.

Y es aquí donde estriba la última polémica. El diario danés Jyllands-Posten uno de los amenazados por publicar las viñetas de Mahoma en 2006, publica lo ocurrido en un jardín de infancia del país. Allí este año no se celebrará la Navidad para no ofender a las familias musulmanas. Son los profesores los que temen irritar con esta festividad a este colectivo.

Además, esta polémica no ha saltado en la capital o en las grandes ciudades donde se concentran grandes núcleos de musulmanes en algunos de sus barrios. Esta medida del jardín de infancia se ha producido en la pequeña localidad de Lillerot, de tan sólo 15.000 habitantes.

El centro justifica su decisión alegando que existen un número importante de hijos de musulmanes. No opinan lo mismo los representantes de la iglesia danesa, que consideran que la celebración de la Navidad es una parte importante de la tradición del país, así como otros padres de alumnos, que pretenden que sus hijos mantengan sus raíces.

Fuente:libertaddigital.com

sábado, 26 de noviembre de 2011

¡¡ Ya están aquí !!


Los islamistas obtienen la victoria en las elecciones de Marruecos

El islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) ha obtenido el mayor número de diputados para el nuevo Parlamento marroquí, 80, según resultados difundidos por el ministro del Interior, Taieb Cherqaui, correspondientes a 288 de los 305 asientos ya dilucidados.

El segundo partido más votado sería Istiqlal, con 45 escaños, por delante de la Unión Nacional de Independientes, con 38 puestos, ha informado Cherqaui, según recoge la agencia de noticias oficial, MAP.

Por detrás estarían el Partido Autenticidad y Modernidad (33 diputados), la Unión Socialista de Fuerzas Populares (29 diputados), el Movimiento Popular (22 diputados), la Unión Constitucional (15 diputados) y el Partido del Progreso y el Socialismo (11 diputados).

Con dos escaños quedarían el Partido Laborista, el Partido de la Renovación y la Igualdad, el Movimiento Democrático y Social, el Partido del Medio Ambiente y del Desarrollo Sostenible, el Partido Al Ahd Addimocrati y con un asiento estarían el Frente de las Fuerzas Democráticas, el Partido de la Acción, el Partido Unido y Democrático, el Partido de la Libertad y la Justicia Social y el Partido de la Izquierda Verde.

Así, no habría una mayoría clara en el Parlamento, por lo que varios partidos deberán formar un gobierno de coalición con un primer ministro del PJD, ya que la nueva Constitución estipula que el partido más votado sea el que lidere el gobierno.

Precisamente la nueva Constitución, impulsada por el rey Mohamed VI, es una de las grandes triunfadoras de la jornada de votación del viernes, ya que registró un 45 por ciento de participación, según cifras oficiales, 8 puntos más que en las últimas elecciones legislativas, de 2007.

Fuente:libertaddigital.com

jueves, 17 de noviembre de 2011

Un liberal ante las elecciones del 20-N



Podemos decir que nos encontramos ante las elecciones más cruciales de este último período democrático de la historia de España .
La situación económica y sobre todo la falta de confianza son practicamente insostenibles, y es tremendamente necesario que a partir del día 21 de Noviembre haya en España un gobierno fuerte que genere confianza , dentro y fuera del país.

Es innecesario decir que el futuro gobierno pasa por el
Partido Popular , ya que no existe otra alternativa . Para un liberal no es del todo ilusionante , ya que el Partido Popular sigue atenazado por políticas proteccionistas y no parece que esto vaya a cambiar en un futuro próximo.

A pesar de todo pensamos que es necesario que el Partido Popular reciba un voto masivo , y cuando decimos masivo hablamos de obtener
200 o más diputados. Solo un gobierno con un fuerte apoyo popular puede frenar las intenciones de la izquierda y de las organizaciones sindicales mayoritarias de incendiar la calle ante las decisiones dolorosas que va a tener que tomar el próximo gobierno.

Desde
NEDA LIBERAL , pedimos responsabilidad a los ciudadanos y que piensen más en el futuro del país que en defender una u otra ideología.
Sabemos que los problemas no van a ser fáciles de resolver , pero tenemos la esperanza de que el Partido Popular aplique políticas liberales , que son las únicas que pueden ayudar a que España salga de esta crisis tan profunda.

domingo, 30 de octubre de 2011

El clamor de una nación que se niega a suicidarse- Editorial de Libertad Digital

Decenas de miles de personas arroparon ayer con su presencia el acto convocado por las víctimas del terrorismo en contra de la rendición de la nación española ante una banda terrorista. Ni el desprecio de los principales partidos políticos, ni el vacío orquestado por la mayoría de medios de comunicación, pudo impedir ayer que el clamor de las víctimas del terrorismo se escuchara en el centro de la capital de España, en uno de los lugares que mejor simboliza el sufrimiento de las víctimas del terror nacionalista de los terroristas de ETA como es la Plaza de la República Dominicana, escenario de uno de sus atentados más sangrientos.

Los espléndidos discursos de las víctimas participantes en el acto, además de la emoción de su desgarro, fueron el acta de acusación formal contra un régimen político que, con el consenso de sus principales agentes, pretende orquestar una nueva etapa de concesiones a una banda terrorista para que obtengan por la vía del trapicheo clandestino lo que no consiguieron asesinando.

Ninguna nación libre puede admitir que la sangre de 859 españoles inocentes sirva como moneda de cambio para negociar con los culpables de tanto dolor. No sólo por el respeto reverencial que las víctimas del terrorismo merecen, sino porque esa claudicación ante el terror sería el fin de nuestro estado de derecho.

Toñi Santiago, madre de Silvia, la niña de tan sólo seis años asesinada por la ETA en Santa Pola en 2002, resumió perfectamente en una frase la cuestión principal que se dirime en esta humillante escalada de genuflexiones ante los asesinos terroristas, cuando proclamó que no se puede premiar a los asesinos a costa del sufrimiento de todas las familias destrozadas por ellos. En efecto, por desgracia, eso es exactamente lo que están intentando por todos los medios instituciones sedicentemente democráticas como el gobierno vasco con el silencio culpable y el apoyo cómplice del resto de los actores de esta asquerosa trama.

En el acto de repulsa a las concesiones a los asesinos estuvieron presentes, entre otros políticos, algunos representantes del Partido Popular, pero eso sí, "a título personal". Estaría bien que también a título personal hicieran todo lo posible para que su partido defienda, de una vez y con claridad, el derecho de una nación libre a no arrodillarse frente a una banda de asesinos terroristas. Las víctimas están esperando ese pronunciamiento. Sus votantes también.

Fuente:libertaddigital.com

sábado, 29 de octubre de 2011

Empiezo a entender qué son las reformas estructurales- Leopoldo Abadía

Todos hablan de que hay que hacer reformas estructurales. Todos vienen a decir algo así como: “¡Pobre próximo Gobierno, que va a tener que decir la verdad!”

Es una pena, desde luego, porque, a base de decir cuentos y soltar bobadas, seguimos pensando que, con un poco de suerte, pasamos el apuro y volvemos a aquellos felices tiempos en que se nos fue la olla y creímos que éramos muy ricos y que, además, teníamos derecho a ser siempre ricos y que el que no fuera rico, allá él; porque o era tonto o se le había ocurrido nacer en Somalia o países limítrofes. ¡Que hubiera nacido en Cuenca!

Y, además, éramos europeos y nuestra economía era sólida como una roca y éramos el número no sé cuántos del mundo y los que estaban antes de nosotros en la clasificación temblaban porque les íbamos a pasar en un decir Jesús.

En 1745, en un pueblo de Álava, nació un chaval que se llamaba Félix María de Samaniego. Cuando se hizo mayor, se ganaba la vida escribiendo fábulas. (Siempre ha habido gente rara).

Escribió una, que se hizo famosa, que se titulaba “El cuento de la lechera”. Ya sabéis el argumento: una moza que “llevaba en la cabeza el cántaro al mercado” y que, como era eso que luego se llamó optimista antropológica, o sea, de las que no saben dónde pisan, se le ocurría decir (en verso), cosas tales como “¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!”

Frase que, por esas conexiones mentales extrañas que tengo de vez en cuando, me recuerda aquello de “La venganza de D. Mendo”: “¡Infeliz del varón, que nace, cual yo, tan guapo!”.

Lo malo no es decir eso cuando eres guapo. Lo malo es decirlo cuando eres feo y te crees guapo. Eso es malo. Y peligroso.

Al final, la pobre lechera, que era bastante boba, “con este pensamiento enajenada, brinca de manera que, a su salto violento, el cántaro cayó”.

Samaniego, que era un profeta, aunque no esté catalogado como tal, acaba diciendo: “¡Oh loca fantasía! ¡Qué palacios fabricas en el viento!…No anheles impaciente el bien futuro. Mira que ni el presente está seguro”.

Mientras estoy con Samaniego, recibo una carta de un amigo mío. Dice cosas interesantes:

1. Que la banca europea está mal, por los activos tóxicos. O sea, por esas cosas que tienes, que dices que valen mucho, pero que, en realidad, valen poco.

2. Esos activos tóxicos son de dos clases (seguro que hay más clases, pero mi amigo habla de dos, supongo que para no liarla demasiado):

a. Activos inmobiliarios, que se han quedado/tragado las entidades financieras y que están tratando de digerir, poniendo buena cara. (“Poner buena cara” quiere decir mantenerlos en el activo al precio original y no al precio real, el de hoy).

b. La famosa deuda soberana. Por ejemplo, en España, los bancos y cajas tienen deuda soberana española, por un importe de 222.000 millones de euros. En otras palabras, han prestado dinero a España por esa cantidad.

c. España parece que aun es de fiar, aunque alguna gente mala le quiere aplicar una quita del 20 %, quita que hace que los Bancos y Cajas que han puesto ese dinero estén un poco nerviosos.

d. Otros bancos de otros países están más preocupados, porque le prestaron dinero a Grecia, o sea, a esos chicos de los que se ha dicho que no se les debía haber dejado entrar en la Unión Europea. Pero como les dejaron, alguien se va a tragar una quita del 60 % sobre ese préstamo.

e. Mi amigo echa la culpa de todo eso a las presiones políticas. Según él, los 222.000 millones de euros que los bancos le han prestado a España son una especie de “bonos patrióticos”. El Gobierno de turno (y el anterior y el otro) se han dirigido a los bancos y cajas y les ha dicho: “La Patria os necesita”. Y los bancos y cajas, patrióticos ellos, han contestado: “¡Faltaría más!” Y se han puesto en cola para prestar dinero a España.

f. Total, que entre lo inmobiliario y lo soberano, las entidades financieras andan mal.

g. Según mi amigo, “nada (de dinero) o muy poco ha quedado disponible para el deprimido sector privado, que es el creador (el subrayado es mío) de puestos de trabajo”.

h. Y mi amigo, que es muy buena persona, pero a veces un poco mal pensado) me dice: “¿Será esto la antesala, mejor dicho, la excusa, para una futura nacionalización de la banca?”

Mi amigo remata su argumentación, diciendo que, a él, “los bancos no le han hecho favor alguno, pero que quiere dejar las cosas claras”.

Ahora ya no sé qué pensar. Porque yo estaba convencido -y sigo estándolo- de que las entidades financieras lo han hecho muy mal.

Pero, por lo que parece, los gobiernos, también.

Y, durante unos años, como la lechera de Samaniego, hemos vivido de un modo que no era real, pero como nos gustaba tanto…

Vuelvo al primer párrafo: “¡Pobre próximo Gobierno, que va a tener que decir la verdad!”

En realidad, la verdad es muy fácil de decir. Yo creo que solo hay que decir las siguientes cosas:

1. Hay que hacer reformas estructurales. No sé qué quiere decir eso. Cuando me pasan cosas así, intento discurrir, a ver si se me ocurre algo, cosa que a veces sucede y otras no.

2. Después de discurrir, pienso que “reformas estructurales” deben ser las que afectan a la estructura, o sea, a “la distribución y orden de las partes importantes de un edificio”.

3. Cuando miro el edificio de España, veo que hemos puesto 17 pisos, (les llamamos autonomías), además de otro piso, el 18, propiedad de la Administración central.

4. El terreno sobre el que se asienta ese edificio, que es alto -18 pisos son 18 pisos- es pequeño. Para colmo, me acabo de enterar que el Big Ben de Londres, desde 2003, se va inclinando 0,9 milímetros por año, que parece una nimiedad, pero que como desde 2003 hasta ahora han pasado 8 años, resulta que ya se ha inclinado 7,2 milímetros y que, como siga así, un día se cae.

5. Entonces, como el próximo Gobierno tiene que decir toda verdad desde el primer día, de modo que si cuando toman posesión está lloviendo, no puede decir “Buenos días”, en el primer discurso el nuevo Presidente tiene que decir a los españoles:

“Mirad, majos, hace ya bastantes años decidimos establecer 17 Comunidades autónomas, y todos nos fuimos a casa muy contentos.

Por una serie de cosas (aquí puede hablar de lo malos que son los mercados y lo malos que son los americanos), me gustaría comprobar que las 17 hacen falta.

Porque quizá podríamos juntar dos o tres y quedarnos solo con 14 o 15.

Además, algunas de las Comunidades Autónomas (si el discurso le coge un poco bajo de tono, puede decir ´bastantes´, ´muchas´, ´casi todas´) han hecho cosas, no digo malas, sino mejorables (si el discurso le coge un poco bajo de tono, puede decir ´horrorosas´, ´espeluznantes´ o ´increíblemente absurdas/idiotas´), pues resulta que andamos mal de perras”.

Como un poco de demagogia en los discursos siempre viene bien, puede añadir:

“Y, para colmo, los malvados mercados no nos quieren prestar dejar dinero o nos lo dejan caro, porque dicen que sí, que hacemos las cosas bien, pero que las podíamos hacer mejor”.

Estuve ayer en un programa de televisión. Me preguntaron si era moral que se efectuasen recortes en sanidad y educación. O sea, la preocupación de siempre.

Les dije que no me gusta nada lo de los recortes, pero que con un modelo de Estado como el que tenemos y un comportamiento enloquecido de muchos de los que lo dirigen (¿?), habrá recortes en sanidad, en educación y hasta en el chocolate del loro, expresión, por cierto, que nunca he sabido de dónde ha salido.

Y les dije -no sé si se lo dije, pero se lo tenía que haber dicho- que si nos fijamos en la sanidad y en la educación, y en el chocolate, nos distraemos contemplando los síntomas y no atacamos la enfermedad.

O sea, que en el primer discurso, el nuevo Presidente puede perder de entrada unos cuantos amigos diciendo al pueblo español simplemente:

1. Voy a ver si lo de las 17 Autonomías sigue siendo válido.

2. Voy a ver cómo han gastado los dineros cada una de las 17.

3. Y de aquí a un mes, vengo y se lo digo.

Por supuesto, antes le debería llamar a Merkel y decirle: “Angela, pon la tele, que a las 9 salgo y quiero que te enteres de lo que voy a decir”.

P.S. Lo de perder amigos es desagradable, pero ¿no habíamos quedado de acuerdo en que hay que ser honrados?

Fuente:elconfidencial.com

miércoles, 5 de octubre de 2011

El presente y el difícil futuro de Novacaixagalicia

"Oh vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza ", rezaba en el marco de las puertas del infierno de Dante. Un lema similar se podría grabar en la sede de la entidad gallega, cuyo viaje iniciático no acaba más que de empezar, y a la que le esperan todavía los momentos más duros. En su camino, si bien no sirve de consuelo, comparte destino con muchas otras (CCM, CAM, UNIMM, Catalunya Caixa...), actuando el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (Mafo), a modo de Mefistófeles del otrora glorioso, y hoy ruinoso, sector de las Cajas de Ahorro patrias.
En estos días nos hemos desayunado con la polémica, más bien anecdótica, acerca de las liquidaciones millonarias que están percibiendo los antiguos directivos de Caixa Galicia y Caixa Nova, a cuenta de los programas de prejubilaciones y los procesos de renovación de la cúpula directiva que ahora lidera José María Castellano. Si bien hay que reconocer que el asunto se ha llevado con evidente torpeza, puesto que es difícil entender para un contribuyente el por qué se les prejubila con cifras millonarias a directivos que han llevado a las entidades a la nacionalización.
Ante el escándalo y malestar de la sociedad, el Consejo ha reaccionado y anuncia que "investigará las indemnizaciones millonarias de los directivos", lo cual no deja de ser un eufemismo, dado que no hay nada que investigar, ya que son directivos que compartían hasta ahora cuadro de mando con la actual cúpula, y de cuyas liquidaciones son perfectamente conocedores, entre otras cosas, porque las han tenido que autorizar. Pero más allá de tácticas dilatorias con las que tratar de echar tierra y tiempo al asunto, resulta de mayor interés centrarnos en la parte del león en lo que a NovaCaixaGalicia se refiere, y esto no es más ni menos que su situación actual, y previsible evolución futura.
La semana pasada culminaba un proceso gestado hace meses, mediante el cual el Gobierno y el Banco de España han tratado de reestructurar las Cajas de Ahorros españolas, tratando de dar solución, por una parte, a los requisitos impuestos desde nuestros administradores concursales nacionales (esto es, Bruselas), y por el otro, recapitalizar las entidades, concentrándolas en bancos, para supuestamente lanzarlas a mercado y asegurar su supervivencia.
El proceso ha sido largo y plagado de dificultades más que previsibles: resistencias por parte de los Gobiernos Autonómicos, oposición y dilatación en el tiempo por parte de unos directivos con mucho que ocultar, impotencia del Banco de España a la hora de imponerse a las entidades, problemas políticos derivados de la pérdida de poder financiero a nivel regional...
En el caso que nos concierne, la solución pasó por la creación de una "gran Caja gallega", del gusto de todos los políticos locales y autonómicos, defendida a capa y espada como mejor opción "para mantener el ahorro de los gallegos en Galicia", "para evitar que el ahorro y la inversión de los gallegos acabe controlada desde Madrid". Todo muy patriota y muy gallego.
El intento fallido de captar inversores
Una vez optada por esta vía, las condiciones establecidas por el Gobierno eran claras, segregación del negocio hacia una nueva entidad con ficha bancaria y salida a mercado, bien en Bolsa, bien mediante inversores privados, quedando la antigua Caja con estructura de Fundación, a través de la que canalizar las actividades específicas de obra social.
Este proceso tiene una parte burocrática, que se completó sin incidencias, y una parte financiera, que es donde era previsible, y de hecho se produjeron, la mayor cantidad de problemas. Para sacar al mercado una empresa, es necesario valorarla a fin de establecer un precio de las acciones, que los mErcados y los inversores puedan utilizar para decidir si optan por entrar en la misma y en qué volumen. Una valoración excesivamente cara dará lugar a una falta de interés por parte de los inversores, a lo que se unen las especiales circunstancias de falta de liquidez que estamos viviendo (véase el caso de la OPV de Loterías, fiasco épico y muy caro para los bolsillos de los españoles). Una valoración excesivamente barata sembrará dudas entre los inversores, que en estos tiempos, más que ver un regalo, lo que ven es un muerto.
Por otra parte, la entrada en el capital con fuertes paquetes de inversión requiere del acceso a los libros por parte de los grandes inversores, y ha sido práctica habitual en estos tiempos el negar el mismo, como si un gran patrimonio decidiera invertir cifras millonarias en un proyecto basado en un Powerpoint y un folleto para mercado minorista.
A esta actividad, y es de suponer que es la razón del fichaje de José María Castellano, se dedicó la nueva cúpula del recién nacido banco, a captar inversores dispuestos a adquirir participaciones relevantes, iniciando para ello una gira por diversos países, en los que supuestamente el prestigio y contactos de este nuevo equipo actuaría como catalizador de la captación de capitales interesados en entrar en esta nueva fase de la megaCaja o megaBanco gallego. Sin embargo, las semanas y los meses han ido pasando, sin que apareciera nada en concreto. Mientras, el Banco de España ha ido concediendo plazos cada vez más dilatados, con el fin de cerrar definitivamente el proceso, con resultados negativos hasta el momento.
Nacionalización a precio de saldo
Presionado por los calendarios, finalmente el Banco de España opta por la nacionalización de NovaCaixaGalicia, adquiriendo el 93% de las acciones del banco a través del FROB, mediante una valoración que supone un 88% de descuento sobre el valor en libros, lo cual podría interpretarse como un puro valor de liquidación, aunque otros lo ven como una valoración ridícula, realizada para regalarles a los futuros inversores la joya de la corona a precios de risa.
Con este acto, el FROB inyecta 2.465 millones de euros, apuntalando de este modo el "core capital" de la entidad, con el fin de cumplir con los requerimientos del 10% respecto a activos ponderados por riesgo. Al final, a la Xunta de Galicia le han pegado un revolcón, pues si bien se apresuró a anunciar que NCG ostentaría un 15%, finalmente se ha quedado en un exiguo 7%. Ya se sabe que, quien paga, manda.
Un plan de viabilidad irreal
Hasta el momento, debemos recordar que la aventura de NovaCaixaGalicia ha costado a los españoles la friolera de 3.627 millones de euros, esto es, 603.482 millones de las antiguas pesetas. El destino de dichos fondos ha sido principalmente el pago de prejubilaciones y reducción de estructura. Y esto nos lleva al asunto de verdadero interés: la viabilidad del Plan presentado por la Dirección.
En dicho Plan, del que apenas se conocen unas páginas de Powerpoint, a pesar de que son los contribuyentes españoles los que financian la operación, la apuesta por el futuro de la entidad se sustenta en el incremento de eficiencia derivado del ajuste de infraestructura y personal. Sin embargo, dicho Plan está lleno de sombras e incógnitas sin resolver. Entre ellas, destacan las siguientes:
El Plan no contempla escenarios futuros fuertemente adversos: crisis de la eurozona, incrementos de morosidad hasta los dos dígitos, estrechamiento de márgenes o continuación de la sequía en los mercados mayoristas, entre otros.
Fiar la viabilidad a un aligeramiento estructural de la entidad, si bien es un punto esencial para la recuperación del equilibrio, no deja de ser un atajo fácil, financiado con dinero público, con el que enterrar posibles conflictos.
Como en el resto de Cajas de Ahorros españolas, se sigue imponiendo la "omertá", es decir, el pacto de silencio cómplice entre el Banco de España y los directivos. Y es que, a día de hoy se desconocen las cifras reales en balance, la concentración de riesgo en el inmobiliario, la morosidad real que están soportando, las prácticas que han llevado a estas entidades a la insolvencia. Todo ello es un lastre que genera desconfianza en los inversores internacionales, y que acabamos pagando todos con mayores tipos de interés y sequía crediticia.
Es decir, el Plan de viabilidad presentado por la caja se centra en la reestructuración organizativa mediante el recorte de plantilla y oficinas, sin prestar atención al meollo de la cuestión: el necesario saneamiento del balance, como resultado de la depreciación de activos inmobiliarios y el aumento de la morosidad de promotores y particulares. Ante tal situación, según las fuentes del sector consultadas, no es de extrañar que a NovaCaixaGalicia le esperen nuevos capítulos por escribir, y no agradables precisamente.

Fuente:libertaddigital.com