En estos momentos de incertidumbre política y económica , cuando el estado a traves del gobierno y otras instituciones interviene cada vez más en la vida de los individuos , restringiendo su libertad día a día en aras de un supuesto " bien común" , queremos contribuir desde este blog a difundir los principios del liberalismo , cada vez más necesarios para conservar la libertad y la iniciativa como ciudadanos.

domingo, 22 de febrero de 2015

«No volveremos jamás al 2006 y la austeridad será nuestra vida futura» . ( El autor de este artículo da por sentado que jamás vamos a poder librarnos de las políticas socialistas que nos atenazan, gobierne la "derecha" o gobierne la izquierda.)





Santiago Niño-Becerra


Continúa fiel a su modo descarnado y nada complaciente de hacer análisis económico. La radiografía del futuro que nos espera recuerda a los escenarios de Blade Runner, una de sus películas favoritas. De hecho, Santiago Niño-Becerra (Barcelona, 1951) sostiene que aunque sea posible que la económica española crezca este año por encima del 2,5 %, la «recuperación será asimétrica y no llegará a todos», por lo que el futuro que nos espera es el de vivir en la austeridad permanente, con tasas de paro insufribles y mirando «tres veces al día la cartera». «No volveremos jamás al 2006», subraya. El catedrático de Estructura Económica de la IQS School of Management (Universidad Ramón Llul), acaba de publicar La economía. Una historia muy personal (Los libros del lince, 2015).
-¿No tiene ni un solo mensaje de esperanza, después de la dureza de esta crisis?
-La esperanza es la estabilidad. Durante años, desde 1991, pero sobre todo desde el 2002, se ha vivido a un ritmo insostenible. Había un excedente de dinero brutal que se prestó a la gente para que pudiera mantener un nivel del consumo salvaje. Fue genial hasta que se agotó. Ahora nos dicen que hay que ser austeros, que la austeridad es necesaria para reducir el déficit, para la competitividad de las empresas y para no sé cuantas cosas más. Pero la verdad es que tenemos que acostumbrarnos a que para el 99,9 % de los mortales eso que se ha llamado austeridad va a ser nuestra forma de vida. No solamente no vamos a volver jamás al 2006 sino que, además, esta va a ser nuestra forma de existencia. Ahora, eso sí, estabilidad. El sube y baja se acabará. Tendremos una inflación contenida, el crecimiento será muy bajo, el paro estructural será inabsorbible... Pero estable.
-Pinta feo...
-En el nuevo escenario al que vamos, el concepto de seguridad, de que tengo un trabajo, cotizo, tengo mi plan de pensiones, mi hijo ha acabado una carrera, se ha acabado. Desde la perspectiva del empleo, la vida laboral se compondrá de «trocitos de trabajo». Esto Rifkin lo explica muy bien. Ya no habrá nada seguro y continuo. Por eso la renta básica será tan necesaria, no porque lo diga Podemos.
-Hablando de Podemos. ¿Qué le parece su programa económico?
-Las 68 páginas de su programa económico tienen dos ideas buenas: que la deuda no se puede pagar es la primera. Podemos no lo dice así, pero es eso. El planeta se debe a sí mismo 200 billones de dólares. La deuda global, no solo la de España, es impagable. Y la segunda -aunque tampoco lo dice así- es que sobran cuatro millones de personas. Y como no los vamos a gasear, hay que darles algo para que vivan. La renta básica. Esas dos ideas son, para mí, válidas.
-¿Entonces nos estamos haciendo trampas al solitario con una deuda impagable? ¿Mejor quitas que la patada hacia delante?
-Se está haciendo: ganando tiempo. Es una ficción que ha funcionado pero que habrá que resolver en algún momento. Hay que planificarlo, porque se traducirá en un empobrecimiento generalizado. La contrapartida de esa deuda que se eliminará tiene que ser el PIB, por tanto tenemos que acostumbrarnos a que en ese futuro vamos a ser más pobres.
-Esta crisis sistémica ha marcado el fin de un modelo agotado, insostenible. ¿Por cuál lo sustituimos?
-Está agotadísimo. Necesitamos otro, que tiene que estar basado en premisas diferentes: adiós a un endeudamiento que no da más de sí, al hiperindividualismo bestial, al consumo sin límite y al Estado como ente protector, porque no hay recursos.
«En tres años empezarán a recortarse las pensiones porque no hay dinero»
El experto ve muy negro -insostenible, de hecho- el futuro del sistema de pensiones.
-¿Cree que el colapso es inevitable entonces?
-En dos años la Seguridad Social se ha pulido 20.000 millones del Fondo de Reserva. Y queda para tres años, en el mejor de los casos. Es decir, que en el 2018 empezarán a recortarse pensiones, independientemente de lo que hayas cotizado y con efecto retroactivo.
-Plantea un escenario de guerra ciudadana. Las pensiones son quizá la última línea roja...
-Es muy fácil, saldrán por la tele a decir «españoles y españolas, es que no hay pasta». Es tan simple como eso. Estén o no de acuerdo, vótenme o no me voten. No hay dinero. Y además lo dirán todos los partidos.
-Pero usted considera buena idea la propuesta de renta básica. Otra cosa será de dónde saldrán los recursos para pagarla, ¿no?
-Es que la renta básica es necesaria. El informe de BBVA Research de diciembre habla de un paro estructural en el país del 18 %. Y eso es un paro estacional del 30 %, con lo cual, o renta básica o problemas de orden público. Es así.
-¿Pero podemos pagarla?
-Se puede pagar ya. No es cierto lo que dice Pedro Sánchez de que costaría 280.000 millones. Lo que nunca se explica de la renta básica es que absorbe subsidios. Si la fijamos en 550 euros, hay gente que ya está percibiendo 420 de subsidios, en realidad ese subsidio desaparece, y serían 180. Además, hay pensiones que las podrías convertir en renta básica. Esa va a ser su evolución, dejando al margen -insisto- que las pensiones no se van a poder pagar.
Fuente:lavozdegalicia.es

¡ Eureka ! Un comunismo pagado por liberales


                                                                          
La Grecia de Varufakis es una utopía tramposa. Es utopía porque propone un bienestar y una equidad que no puede llevar a la práctica, y porque da a entender que los servicios sociales y sanitarios, si son de justicia, se pueden pagar con versos de Píndaro. Y es tramposa porque, lejos de reconocer y asumir su carácter irrealizable, Varufakis la plantea como un farol de póker que algún incauto tendrá que pagar. Y esa es la razón por la que todos los juegos de ingeniería presupuestaria que está haciendo, y todo el nominalismo con el que quiere ocultar su inevitable fracaso, son pan para hoy y hambre para mañana. Un juego de tahúres que aparta a Grecia del camino trillado, y que entretiene a sus ciudadanos en una inútil búsqueda del malvado exterior que los libere de asumir responsabilidades colectivas.
La principal arma con la que cuentan Tsipras y Varufakis es la de ofrecer un paraíso comunista e igualitario pagado por los liberales, en el que, mientras los griegos presumen de justicia social y de bienestar a crédito, los países más ricos de Europa central, a los que su éxito les produce remordimientos, tienen que hacerse perdonar su crueldad congénita pagando todas las facturas.
Así se explica que, en vez de actuar como hubiese hecho Pericles, hayan iniciado una desafiante huida hacia adelante, con la absoluta seguridad de que Alemania no puede dejarlos caer. Pero la UE, si quiere salir adelante, tiene que defender un orden económico viable y equitativo. Y eso significa que Grecia tiene derecho a casi todo -a que se le ayude, a que se le facilite un tercer rescate y a que se le hagan nuevas quitas- siempre que su colosal fracaso no sea convertido en una estúpida soberbia disfrazada de inteligente humildad.
Lo malo es que Europa sigue siendo un batiburrillo insolidario, en el que nunca faltan quienes, dando por supuesto que es otro el que tiene que ordenar el cotarro, disfrutan haciendo buenismo al gusto de Varufakis. Y ahí se mueven los Renzi, los Juncker y los Hollande. Y también el populismo emergente, que, apoyado por los poetas que dominan la economía académica, ganan todos los partidos en la pizarra, sin pisar nunca la cancha ni tocar un solo balón. Y la pizarra dice que todo iría de perlas, y todos podríamos vivir del cuento, si no fuese porque la cacocracia -que es el Gobierno de los mangantes que disfrutan torturando al pueblo bendito- suele ganar todas las elecciones -¡a saber con qué votos!- en los grandes países. Y ahí nace la soledad del poder en la que viven Merkel y sus cuatro fieles, y que les obliga a decir, como si disfrutasen con ello, lo que todo el mundo sabe que no se puede callar. Por eso espero que la historia acabe poniendo a cada cual en su sitio. Porque lo que hoy encandila a las masas es un peligroso error y una tremenda injusticia.
 Fuente : lavozdegalicia.es