En estos momentos de incertidumbre política y económica , cuando el estado a traves del gobierno y otras instituciones interviene cada vez más en la vida de los individuos , restringiendo su libertad día a día en aras de un supuesto " bien común" , queremos contribuir desde este blog a difundir los principios del liberalismo , cada vez más necesarios para conservar la libertad y la iniciativa como ciudadanos.

domingo, 21 de marzo de 2021

Asesinatos entre los canales con civismo de bicicleta


 

Son las nueve de la mañana del 2 de noviembre de 2004 en la calle Linnaueusstaat (Ámsterdam, Países Bajos). Un joven con barba larga y vestido con una chilaba comienza a perseguir a Theo Van Gogh, un polémico director de cine bisnieto del hermano del pintor, muy crítico en sus cintas y declaraciones contra el islam. El hombre le alcanza, le dispara seis balas, le remata en el suelo, le acuchilla, le degüella y le clava una daga en el pecho con una carta de cinco páginas. Después, se va andando, tranquilamente.

El suceso, digno de una novela negra nórdica, aconteció entre los canales de la bella ciudad neerlandesa, conmocionando al país... por segunda vez. Y es que sólo dos años antes, en mayo de 2002, otro detractor de las creencias y preceptos de la religión de Mahoma había muerto a tiros en un garaje. En esa ocasión la víctima fue Pim Fortuyn, un político de la entonces ya llamada derecha populista.

Con Van Gogh y Fortuyn hubo doble conmoción y conexión: el cineasta había rodado un filme sobre el asesinato del político.

"Holanda ha sido muy naif", dijo, en el momento de producirse los terribles crímenes, la ministra de Inmigración, Rita Verdonk. "Esta incómoda atmósfera debe desaparecer. No podemos dejarnos llevar por aquellos que pretenden introducirnos en una espiral de violencia", remató quien era primer ministro, Jan Peter Balkenende. Pero las cartas estaban ya echadas y la mecha prendida en las tierras bajas del reino de los Orange.

En los días que rodearon al inolvidable funeral de Theo Van Gogh (con carcajadas, cigarrillos Gauloises y música de Lou Reed), un político radical llamado Geert Wilders comenzó a resaltar con sus declaraciones directas, dirigidas a conectar con todos aquellos que querían expresar en voz alta su hartazgo y malestar con una parte de la población migratoria marroquí y turca, a los que acusaban de vivir en guetos y no quererse integrar. "Habría que cerrar un buen número de mezquitas mañana mismo", fue una de las primeras frases de Wilders que empezaron a destacar en la prensa mundial.

Diecisiete años después, las elecciones de este pasado miércoles celebradas en Países Bajos (recuerden que desde enero de 2020 ya no quieren llamarse más Holanda) son un claro reflejo de la dicotomía que afecta al país simbolizado por un tulipán. En el segundo puesto del ranking electoral, se ha situado la formación de centroizquierda de Sigrid Kaag, una progresista casada con un árabe que defiende y ensalza la multiculturalidad. Como tercera fuerza política, ha quedado el mencionado Wilders, con un predicamento absolutamente dispar.

El triunfo al quedar como segundo gran partido de una política que cuenta cómo sus hijos han sufrido discriminación por ser su padre palestino versus el éxito también de Wilders, quien, junto con otros dos partidos más de ultraderecha, rozan los 30 escaños en un Parlamento de 150, es otra muestra de un país bifaz.

Para más inri, otro ejemplo salido de las urnas esta semana: la victoria de Mark Rutte, un liberal que será primer ministro por cuarta vez y que es admirado por repudiar el coche oficial e ir a todas partes (incluido al Palacio Real) en bicicleta, por seguir viviendo en su casa de toda la vida y por dejarse fotografiar junto a su coche viejo Saab. Pues bien, el consecuente Rutte tuvo que dimitir en enero por un caso de... racismo: Hacienda persiguió y dejó en la ruina a miles de familias (mayoritariamente marroquíes y turcas), tras acusarlas de manera infundada de haberse lucrado de ayudas que no les correspondían.

Para los politólogos, Países Bajos es una especie de referente, un lugar donde muchas tendencias se manifiestan primero. Su enclave es importante cerca del corazón de Europa, así como su tamaño mediano como miembro de la Unión Europea, o el peso que va adquiriendo en el club de Bruselas... Un auténtico laboratorio para las sociedades que nos esperan. Cuando arrancó la pandemia del Covid, Rutte hizo un alarde de exaltación por la libertad individual y apeló a la responsabilidad de cada uno, negándose a imponer duras medidas. En las pasadas Navidades, con unas cifras terribles de víctimas por coronavirus tras un brote originado el día de las masivas compras del Black Friday, Rutte tuvo que empezar a aplicar cerrojazos. ¿Qué hizo una parte de la población? Se negó a acatar, protagonizó caceroladas y los negacionistas más acérrimos y virulentos provocaron disturbios y actos vandálicos.

Todo es posible en los 50.000 kilómetros cuadrados contenidos por diques en Países Bajos: desde votar con cuidado exquisito entre obras de arte en las urnas instaladas en el Museo Van Gogh de Ámsterdam hasta lanzar cada año 15.000 bicicletas a los canales cuando se tienen que deshacer de ellas o tras ser robadas.

No hay que perder de vista este poliédrico país, de tranvías y mercados de flores, de pinacotecas que acogen La joven de la perla o La Ronda de Noche, de juventud en las calles y de girasoles inmortalizados para siempre en nuestra retina por Vincent Van Gogh.

Fuente:elmundo.es