En estos momentos de incertidumbre política y económica , cuando el estado a traves del gobierno y otras instituciones interviene cada vez más en la vida de los individuos , restringiendo su libertad día a día en aras de un supuesto " bien común" , queremos contribuir desde este blog a difundir los principios del liberalismo , cada vez más necesarios para conservar la libertad y la iniciativa como ciudadanos.

martes, 29 de noviembre de 2011

EL COPAGO ES MAYORITARIO . ¿Cómo gestionan la sanidad los grandes países de la UE?

La polémica de esta semana en la política española tiene que ver con el copago sanitario. Artur Mas ya ha anunciado que introducirá el llamado ticket moderador en el gasto farmacéutico. El objetivo es reducir el número de recetas por habitante y año (ahora mismo están en unas 20); además, el presidente de la Generalidad ha anunciado que impondrá una "barrera de acceso" al sistema para evitar el abuso, lo que también hace pensar en un próximo copago en los hospitales.

Desde la campaña electoral, la financiación de la sanidad ha estado en primera línea del debate político. Los sistemas de salud de las comunidades autónomas están muy cerca de la quiebra. Por eso, se buscan alternativas que permitan hacer económicamente sostenible un modelo al que se le empiezan a ver las costuras. El copago es, quizás, la alternativa más conocida, aunque no la única. En Europa ya es relativamente habitual.

El origen del problema

La sanidad pública tiene un problema de origen de índole económica: es un sistema gratuito que permite al usuario disponer de toda la cantidad de servicios que desee sin sobrecoste. Esto quiere decir que cualquiera puede ir a un médico, a urgencias o a cualquier otro servicio las veces que crea conveniente. Nadie le obligará a pagar nada por ello. Evidentemente, la mayoría de la población no acude por diversión al médico. Pero los incentivos sí incitan a sobreutilizar los servicios.

El profesor David Cantarero, doctor en Economía y experto en Economía Pública y de la Salud de la Universidad de Cantabria, admite que la situación es preocupante: "La saturación sigue siendo alta en el sistema y es complicado hacer más con menos recursos. La solvencia financiera está en entredicho: el desequilibrio acumulado es de 15.000 millones de euros y podría seguir aumentando en los próximos años. En atención primaria, los pacientes son asignados a un promedio de tiempo de menos de siete minutos por visita".

Una de las razones está en que los españoles están entre los europeos que "más veces acuden al médico al año, 8 veces de media. Estamos por encima del promedio europeo y lo mismo sucede con el gasto farmacéutico por cápita". De hecho, en el tema de los medicamentos, "un 75% de las recetas se concentran un 20% de la población que está exenta de pago (los pensionistas) y su consumo ha pasado a unas 55 recetas por año frente a las siete de un trabajador".

Lo cierto es que el gasto sanitario se ha disparado en la última década. Desde 2002 a 2009, el total ha pasado de 34.800 millones de euros a los 59.000 millones (de 876 a 1.316 euros per cápita). Por ejemplo, según explica Pablo Vázquez, de Fedea, en este artículo, "el presupuesto del Servicio Madrileño de Salud en 2010 será equivalente al presupuesto que tenía todo el Insalud en 2001; es decir, con lo que hoy nos gastamos en atender 1 Comunidad Autónoma, 30 hospitales y 140 centros de salud (que es lo que hoy tiene Madrid) en 2001 atendíamos 10 CCAA, 82 hospitales y 1800 centros de salud".

El copago en Europa

La financiación de la sanidad está en cuestión en toda Europa. Los avances tecnológicos son una muy buena noticia para la humanidad, pero desde el punto de vista económico suponen un elemento de presión sobre los sistemas sanitarios occidentales. Por un lado, los pacientes viven cada vez más; por otro, los tratamientos son cada vez más caros.

El copago tiene una larga tradición en muchos países del Viejo Continente, pero en los últimos años ha cobrado actualidad. Hacer que los usuarios paguen una pequeña parte del coste de su tratamiento o su medicamento es una forma de desincentivar el uso excesivo de los servicios sanitarios.

Los sistemas varían mucho en función de cada país. Unos aplican un ticket moderador a todas las visitas, otros sólo en atención especializada o en urgencias, el copago en algunos casos supone un porcentaje del coste total y normalmente hay elementos correctores en función de la renta o de la duración de la enfermedad. De esta manera, la factura suele subir cuando se visita a un especialista o a urgencias y niños, ancianos o enfermos crónicos están exentos en muchos casos de cualquier tipo de copago.

En Francia, por ejemplo, existe un ticket que se sitúa en el entorno del 30% del coste del tratamiento primario, que se une a un pago de un euro por consulta, con un máximo de 50 por año. Además, en la atención especializada se paga hasta el 25% del coste de la consulta y se pagan 16 euros por día de hospitalización. Además, existe una contribución variable de entre el 35 y el 65% del coste de cada medicamento y una fija de un euro por receta.

Fuente:libertaddigital.com - D.Soriano

Para sanidad obligatoria, ya tenemos la pública - Juan Ramón Rallo

Toda iniciativa dirigida a racionalizar el ingente y cada vez más insostenible gasto sanitario de este país debe ser acogida con una cierta esperanza de sensatez y sentido común. Que haya alguien que apunte con el dedo y denuncie que el rey está desnudo permite, al menos, que los súbditos tomen conciencia del problema. Pero al tanto con las soluciones que se ponen sobre el tapete, no sea que al final resulten casi peores que la enfermedad.

La última propuesta del conseller de Salut de la Generalitat, Boi Ruiz, consistente en forzar a los ciudadanos a que contraten un seguro sanitario privado discurre precisamente por esta línea. Su propósito es el de descongestionar unos servicios de sanidad públicos bastante más caros que sus pares privados –en especial para todos los tratamientos más habituales– y hacer que el usuario comparta una porción de los costes de la asistencia. Se matan así dos pájaros de un tiro: por el lado de la oferta, los ciudadanos acuden a aquellos proveedores más eficientes y baratos (los privados), reduciendo los costes totales del sistema y, por el lado de la demanda, el cliente paga un cierto precio que le lleva a moderar su uso indiscriminado al tiempo que aligera una parte de los desembolsos de la Administración.

Todo parece perfecto salvo por un detalle: la obligatoriedad. Y no lo digo ya por el ataque que supone a algo tan esencial y tan poco valorado en nuestras sociedades actuales como es la libertad individual, sino por meras y frías cuestiones economicistas. En particular dos: la soberanía del consumidor y la socialización masiva de los costes.

En cuanto a lo primero, debería resultar claro que, una vez convertido el seguro sanitario privado en obligatorio, el cliente de las aseguradoras deja de ser el ciudadano y pasa a ser el político regulador. Como industria pueden despreocuparse de atender de la mejor manera posible las necesidades de los consumidores –quienes no tienen la opción de no contratar un seguro– y, por el contrario, pueden concentrar su atención en el compadreo con el poder político (fenómeno conocido como "captura del regulador"). Al cabo, serían los gobernantes quienes establecieran las condiciones de acceso, de prestación de servicios mínimos, de rentabilidad garantizada, etcétera, etcétera, etcétera. Así que ya podríamos prepararnos para la proliferación de sobornos y corruptelas varias dirigidas a trasladar coactivamente cantidades crecientes de dinero desde el bolsillo del ciudadano al bolsillo de las aseguradoras. Quede claro que esto, de mercado libre y competitivo, tendría bien poco.

Por lo que se refiere a la socialización masiva de los costes, tengamos presente que los seguros, desprovistos de su sometimiento al consumidor soberano, en el fondo no se diferencian tanto de la colectivización de los costes similar al que sucede en un esquema de sanidad pública. Si cada ciudadano puede compartir con el resto de asegurados los costes de su tratamiento, el riesgo moral será muy parecido al que ya presenciamos en la sanidad pública –abuso de consultas y tratamientos–, por lo que el gasto total estará tanto o más inflado. En una sanidad privada y libre no es previsible que todo estuviera cubierto por un seguro privado (al igual que un seguro de automóvil no cubre el cambio de neumáticos), sino sólo aquellas intervenciones más desproporcionadamente caras y extraordinarias que ninguna persona podría asumir por sí sola (como ocurre con el seguro contra terremotos o incendios). El resto muy probablemente las pagaríamos de nuestra renta cada vez que acudiéramos al médico. Por eso, por cierto, el sistema sanitario de EEUU, donde los seguros universales van ligados obligatoriamente al contrato de trabajo, tiene muy poco que ver con un sistema sanitario privado y libre.

Así pues, si no parece que la propuesta del conseller catalán sea la más recomendable, ¿cuál sería la vía para reducir el gasto sanitario que en unos años se espera que duplique al actual? Pues, por un lado, dejar de socializar, vía impuestos, el enorme coste de la sanidad pública y repartirlo entre sus usuarios a través del copago: parece razonable que el beneficiario de los servicios sanitarios comparta parte del coste de su tratamiento en lugar de redistribuirlo entre millones de contribuyentes. Mas que la izquierda no se asuste: el copago no es incompatible con la progresividad, pues puede ligarse al nivel de renta.

Por otro, en lugar de convertir el seguro sanitario privado en obligatorio, convirtámoslo en voluntario pero permitiendo la desgravación fiscal de su coste. Si el Estado se ahorra dinero por el hecho de que la gente acuda a la sanidad privada –descongestionando los servicios públicos y reduciendo las necesidades de personal y de inversión per cápita–, no castiguemos a quienes optarían por la privada obligándoles a pagar dos sistemas sanitarios cuando sólo piensan utilizar uno

Una deducción del 100% sobre los gastos en sanidad privada unido al establecimiento del copago en los centros públicos llevaría de manera natural a la mayor parte de la población, y sin necesidad de volverles clientes cautivos de la industria, a optar por la sanidad privada en sus distintas modalidades, descargando así al ineficiente sistema público de tratar a millones de personas.

Y cuidado, que los socialistas demagogos a lo Tomás Gómez no confundan al personal: establecer el copago en la sanidad pública y permitir la deducción de los gastos en la privada no significa que los usuarios de la primera estén subvencionando a los de la segunda; unos no pagan más para que otros puedan pagar menos. El copago en el sistema público es una forma de acercar sus costes reales a lo que sus usuarios pagan indirecta (vía impuestos) y directamente (copago); un coste que hoy no está cubierto y que va generando un pesadísimo déficit sanitario anual. La deducción en el sistema privado, por su parte, es, primero, una forma de que sólo utiliza la sanidad privada no pague también la totalidad de la pública y, segundo, de que parte de los usuarios de la pública acudan a la privada para ahorrarle esos costes al Estado.

Por ponerle cifras: si el coste real de una plaza en el sector privado es de 800 euros, mientras que en la pública cuesta 1.500 euros de los cuales sólo pagamos vía impuestos 1.200, el copago es una manera de que el precio de los servicios sanitarios públicos aumente de 1.200 a 1.500 (y de que se deje de utilizar tanto el servicio y sus costes per cápita se reduzcan). La deducción para la sanidad privada es una forma de evitar que quienes pagan 800 euros por su seguro privado –ahorrándole al Estado 1.200 euros por su plaza en la pública– no tengan que pagar 2.000 euros (800 + 1200) por los servicios sanitarios que efectivamente reciben. A la vista está que hay una pequeña diferencia.

En definitiva, necesitamos más libre mercado, también en sanidad. Y eso, de momento, se traduce en aproximar el precio de la sanidad pública a su coste real sin socializar vía impuestos ese precio (es decir, instauración del copago) y en no obligar a que quienes escojan servicios sanitarios privados paguen dos veces. Pero no mezclemos lo privado con lo obligatorio: para coactivo e ineficiente, ya tenemos el sistema público.

Juan Ramón Rallo es doctor en Economía y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos y en el centro de estudios Isead. Puede seguirlo en Twitter o en su página web personal. Su último libro, coescrito con Carlos Rodríguez Braun, lleva por título El liberalismo no es pecado.
Fuente:libertaddigital.com

lunes, 28 de noviembre de 2011

El Islam sigue ganando terreno en Europa .


Guarderías danesas dejan de celebrar la Navidad para no ofender a los musulmanes

La problemática entre la inmigración musulmana y el país de acogida en Occidente se está tornando especialmente complicada en Dinamarca. Debido al número de extranjeros que profesan la religión islámica los seguidores de Mahoma son ya la segunda religión del país, representando el cuatro por ciento de la población.

Además, las quejas por el acaparamiento de los servicios sociales del país por parte de esta minoría y también por la actuación de algunos fundamentalistas islámicos en Dinamarca han generado un extraño clima. Sin embargo, en algunos barrios de las ciudades más importantes la inmigración musulmana se ha hecho fuerte y algunos de sus miembros más radicales han llegado incluso a declarar la sharia en ellos y en los que patrullas religiosas patean las calles en busca de quien vulnere las enseñanzas del profeta.

Pero la problemática ha ido más allá y afecta a uno de los sectores que más se han visto afectados por este boom de la inmigración musulmana: la educación. Dinamarca, al igual que el resto del mundo occidental se encuentra a la cola en nacimientos y la tasa de natalidad es de las más bajas del mundo. Esta tendencia queda atenuada gracias a las familias musulmanas, en gran parte con varios hijos. Esto provoca que en los colegios convivan los pocos niños daneses que van naciendo con los hijos, también daneses, de las familias musulmanas.

Y es aquí donde estriba la última polémica. El diario danés Jyllands-Posten uno de los amenazados por publicar las viñetas de Mahoma en 2006, publica lo ocurrido en un jardín de infancia del país. Allí este año no se celebrará la Navidad para no ofender a las familias musulmanas. Son los profesores los que temen irritar con esta festividad a este colectivo.

Además, esta polémica no ha saltado en la capital o en las grandes ciudades donde se concentran grandes núcleos de musulmanes en algunos de sus barrios. Esta medida del jardín de infancia se ha producido en la pequeña localidad de Lillerot, de tan sólo 15.000 habitantes.

El centro justifica su decisión alegando que existen un número importante de hijos de musulmanes. No opinan lo mismo los representantes de la iglesia danesa, que consideran que la celebración de la Navidad es una parte importante de la tradición del país, así como otros padres de alumnos, que pretenden que sus hijos mantengan sus raíces.

Fuente:libertaddigital.com

sábado, 26 de noviembre de 2011

¡¡ Ya están aquí !!


Los islamistas obtienen la victoria en las elecciones de Marruecos

El islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) ha obtenido el mayor número de diputados para el nuevo Parlamento marroquí, 80, según resultados difundidos por el ministro del Interior, Taieb Cherqaui, correspondientes a 288 de los 305 asientos ya dilucidados.

El segundo partido más votado sería Istiqlal, con 45 escaños, por delante de la Unión Nacional de Independientes, con 38 puestos, ha informado Cherqaui, según recoge la agencia de noticias oficial, MAP.

Por detrás estarían el Partido Autenticidad y Modernidad (33 diputados), la Unión Socialista de Fuerzas Populares (29 diputados), el Movimiento Popular (22 diputados), la Unión Constitucional (15 diputados) y el Partido del Progreso y el Socialismo (11 diputados).

Con dos escaños quedarían el Partido Laborista, el Partido de la Renovación y la Igualdad, el Movimiento Democrático y Social, el Partido del Medio Ambiente y del Desarrollo Sostenible, el Partido Al Ahd Addimocrati y con un asiento estarían el Frente de las Fuerzas Democráticas, el Partido de la Acción, el Partido Unido y Democrático, el Partido de la Libertad y la Justicia Social y el Partido de la Izquierda Verde.

Así, no habría una mayoría clara en el Parlamento, por lo que varios partidos deberán formar un gobierno de coalición con un primer ministro del PJD, ya que la nueva Constitución estipula que el partido más votado sea el que lidere el gobierno.

Precisamente la nueva Constitución, impulsada por el rey Mohamed VI, es una de las grandes triunfadoras de la jornada de votación del viernes, ya que registró un 45 por ciento de participación, según cifras oficiales, 8 puntos más que en las últimas elecciones legislativas, de 2007.

Fuente:libertaddigital.com

jueves, 17 de noviembre de 2011

Un liberal ante las elecciones del 20-N



Podemos decir que nos encontramos ante las elecciones más cruciales de este último período democrático de la historia de España .
La situación económica y sobre todo la falta de confianza son practicamente insostenibles, y es tremendamente necesario que a partir del día 21 de Noviembre haya en España un gobierno fuerte que genere confianza , dentro y fuera del país.

Es innecesario decir que el futuro gobierno pasa por el
Partido Popular , ya que no existe otra alternativa . Para un liberal no es del todo ilusionante , ya que el Partido Popular sigue atenazado por políticas proteccionistas y no parece que esto vaya a cambiar en un futuro próximo.

A pesar de todo pensamos que es necesario que el Partido Popular reciba un voto masivo , y cuando decimos masivo hablamos de obtener
200 o más diputados. Solo un gobierno con un fuerte apoyo popular puede frenar las intenciones de la izquierda y de las organizaciones sindicales mayoritarias de incendiar la calle ante las decisiones dolorosas que va a tener que tomar el próximo gobierno.

Desde
NEDA LIBERAL , pedimos responsabilidad a los ciudadanos y que piensen más en el futuro del país que en defender una u otra ideología.
Sabemos que los problemas no van a ser fáciles de resolver , pero tenemos la esperanza de que el Partido Popular aplique políticas liberales , que son las únicas que pueden ayudar a que España salga de esta crisis tan profunda.