En estos momentos de incertidumbre política y económica , cuando el estado a traves del gobierno y otras instituciones interviene cada vez más en la vida de los individuos , restringiendo su libertad día a día en aras de un supuesto " bien común" , queremos contribuir desde este blog a difundir los principios del liberalismo , cada vez más necesarios para conservar la libertad y la iniciativa como ciudadanos.

domingo, 28 de noviembre de 2021

El libro secreto de Escohotado. No se publicará hasta el 2023.


 "Tanto leer me está gastando los ojos. Pero entender lo que no entendía, hacerme sabio, bien vale la pena...". Adelanto en exclusiva del diario que el filósofo pidió que no se publicara hasta después de su muerte. Reflexiones y ensayos con heroína: "Será un escándalo".

 

17 de octubre: «Tanto leer me está gastando los ojos. Pero entender lo que no entendía, hacerme sabio, bien vale la pena».

Apenas hace una semana de su muerte y Antonio Escohotado ya ha empezado a pronunciarse. Su espíritu acaba de hablar a través de un diario de tapas de corcho, al que ha tenido acceso Crónica, que el filósofo empezó a escribir a mano en los años 90, y cuyo destino era la publicación después de su muerte.

El libro, o más bien la libreta de más de un centenar de páginas, es una sucesión de breves reflexiones, ideas y aforismos. O como decía el Antonio más prosaico: «Cuando se me ocurre algo que vale la pena lo apunto». Pero también un dietario de su régimen farmacológico, inspirándose en Confesiones de un opiómano inglés, de Thomas de Quincey, donde experimenta los efectos de las sustancias químicas en las emociones, en la percepción humana, y en su plasmación como literatura.

«Este diario permitirá a mi familia pagar sobradamente mi entierro, seguro que será un escándalo, y un best seller», comentaba con sorna Antonio engordando el interés. Y también: «No lo publico antes de morir por si viene una turba gris a quemarme la casa». De momento, explica su hijo y albacea literario, Jorge Escohotado, la familia «no ha cerrado su publicación con ninguna editorial, ni tiene previsto sacarlo a la luz al menos hasta 2023».

7 de octubre: «Justo antes de despertar sentí lo que Heráclito anunciara con 'una luz que se enciende en la oscuridad', ojalá una vida sea una llama que al apagarse devuelve la paz del nos ser».

14 de octubre: «Vejez y bondad. Dos moscas copularon a dos palmos de mis ojos, al menos dos horas largas. Luego, cuando volvieron a volar, les enseñé el matamoscas pero no lo usé».

29 de julio: «Psicoanálisis. Noble ocupación la introspectiva, pero no está claro que explicar con ingenio el origen de una reacción vaya a cambiarla. No está claro que baste saber. En mi caso, por ejemplo, las formaciones reactivas, teniendo al fondo un complejo de inferioridad. Con los ánimos, se diría que los alivia un oidor consejero mucho más que su interpretación genética. Y los alivia porque el sujeto pide compañía, atención, no luz. Quien busca luz, sólo eso, jamás acude a un psicoanalista. Sin embargo, quien busca luz no para de psicoanalizarse».

4 de octubre: «Lo que llamamos crímenes de lesa humanidad son ultrajes a nuestra decencia como especie, pues de convertirlos en imperativo categórico, desapareceríamos rápidamente».

«Pero es un maravilloso continente, por fino y traslúcido, que nos recuerda la superioridad de la técnica sobre todo el resto de los actos. Por fortuna un animal todavía tan adepto a la arbitrariedad como el humano descubrió como contrapartida razonable lo útil, mal que le pese al romántico. Vamos a la zaga de la invención inteligente, y eso es quizá el único antídoto eficaz para el irresponsable 'me da la gana' que tantos custodian como esencia de lo Satisfactorio».

BIOENSAYO SOBRE LOS OPIÁCEOS

Mientras Aprendiendo de las drogas fue un bioensayo esporádico, su obra póstuma incluye «un bioensayo crónico», explica Jorge Escohotado, «centrado principalmente en la familia de los opiáceos, y en el que mi padre va probando cronológicamente sustancias, dosis y calidades». El filósofo, añade su hijo, «experimenta con heroína, opio, y derivados como la oxicodona y el fentanilo, convencido de que la heroína retrasaba el metabolismo, bajaba el latido del corazón, aumentaba el sueño, reducía el apetito sexual y quitaba el hambre, lo que la convertía en una sustancia que podría llegar a utilizarse para cronificar enfermedades como el cáncer».

«Al estar escrito a mano, a lo largo de los años, con distintos bolígrafos y plumas, permite atisbar el ánimo con el que ese día escribía ese día mi padre», cuenta Jorge. Como también el avance del párkinson, que le obligó a dar por concluido el libro justo antes de partir hacia Ibiza en junio de 2020, en un viaje sin retorno. Entonces se sirvió de la mano de este redactor para seguir adelante. «Yo soy mi paciente. Yo soy el cobaya de la humanidad. Sé que la heroína es perfectamente compatible con la vida (...) Es un fármaco tremendamente activo. En pequeñas cantidades produce grandes efectos (...) Tomo drogas para sentirme mejor (...) pero hay que ser elegante, 'mesurao', responsable, y encontrar lo que buscas (...) Marco Aurelio, el más sabio y noble de los emperadores, desayunaba, casualmente, todos los días, un haba de opio de Egipto con vino caliente. Con eso le bastaba. Hoy por cierto, estoy así de feliz porque he tomado también un haba», cuenta en Los penúltimos días de Escohotado (La Esfera).

6 de mayo: «La regla de no revisar lo escrito me impide precisar si la última mención a dosis subrayaba algo semejante a con dos al mes voy sobrado. Sandez grande, pues ando en torno a tres y bajando de cuatro, sencillamente porque la sedentariedad -para acabar el Tomo II- me condenaba a aumentar sin beneficio, logrando tan sólo una mano temblorosa y un espíritu sombrío. Perdí peso y apetito, ya empezaba a conformarme con esperar señal más precisa de fallo sistémico, pero la buena de Nieves me llamó la atención y le prometí pelear con ejercicio. Pasaron quince días; pasé de una tabla alterna a dos tablas diarias, con paseos cotidianos, y volvieron la fuerza, el apetito y el peso. Vuelven a valer los tres gramos, que por supuesto siguen siendo misteriosos por lo que respecta a su composición y la consoladora certeza de que el esfuerzo crea endorfinas».

El diario en el despacho de Antonio Escohotado en Madrid en 2016.
El diario en el despacho de Antonio Escohotado en Madrid en 2016.LIBERTAD DIGITAL

10 de mayo: «La luz se fue hace algunos minutos, a las 4.55 PM, dejándome rabioso porque estaba trabajando con provecho, y todo colapsa. Qué fantástico grado de dependencia guardamos con la corriente eléctrica. Pero como no me rindo, enciendo una vela acorde con estos tiempos -de medida fina y poca llama- vuelvo a la tinta. Me habré pasado un mes largo con problemas de temblor en la mano, que cesó cuando volví a darle caña al cuerpo, y era inquietante que las emes y otras letras saliesen mal hechas, como terminadas antes de empezarse, y lo atribuyo a que el caballo carga la mano con un temblor».

4 de octubre: «Consentirme una línea mayor de la debida me castiga con un temblor de mano, y me costó escribir lo previo. No repetiré dosis hasta haber agotado el exceso. Tampoco es tan difícil respetarse con algo más de disciplina, anteponiendo otra vez la elegancia a la avidez».

Antonio se autoimpuso la norma de no releer nunca lo escrito en este diario, por lo que se ven tachones, mayúsculas y signos de puntuación colocados aleatoriamente. Se saltó la norma en el verano de 2016, como excepción para confirmar la regla, y leerle varios renglones a la periodista Nuria Richart, durante una serie que Libertad Digital hizo sobre las bibliotecas de varios escritores: «Para no acabar en un pataleo patético ante la Parca, ir envejeciendo debe usarse para aprender el desapego, reduciendo paso a paso un instinto de conservación, que nos ayudó a sobrellevar dificultades, pero resulta progresivamente absurdo».

Durante su entrevista, grabada cinco años antes de su muerte, ya advertía cómo afrontaría el final de sus días: «Si la vida se despide de ti, lo mejor es decir hasta luego. Es que es tremendo, hay gente que la vida se despide de ellos y de repente se aferran especialmente a ella, y te dicen, pues ahora es cuando quiero vivir, cuando resulta que tiene un cáncer horrendo. Pues ahora voy a luchar, y ahora me voy a quedar. Pero si ya tienes 80 años, por qué».

-A lo mejor somos así, es inevitable -le cuestionaba Nuria.

-Yo espero no ser así, pero hasta el último momento no se puede decir, porque podría ser como una bravata... ya veremos.

Y al final no sólo no fue así, sino que se mantuvo firme en su intención de dejarse morirse nada más aterrizar en la isla cinco años después, y morir a los 80 años que ya le ponía como presunto ejemplo aleatorio a Richart.

13 de septiembre: «...Durante buena parte de sus vidas optan por cuidarse muchísimo, cuando de nada sirve, ofreciendo así la última manifestación de una existencia equivocada durante la adolescencia, cuando consolidaron su deseo de hacer lo mínimo para disfrutar al máximo. Apartando el tribunal de la muerte como si no fuese con ellos. Prefiriendo la voz de la complacencia inmediata a la voz de la conciencia, de repente un papel con cifras, y alguien con bata blanca pone plazo a algo que nunca dejó de tenerlo. Y no haber progresado en el desapego, convierte sus vidas en el equivalente para los animales a estar en una embarcación que está en llamas. Que gran ridículo, y al tiempo qué merecido».

28 de enero de 2012: «Tantos amigos torturados por confiar en la revisión de sus fluidos. Llamar preventiva a una medicina que diagnostica males incurables es un contrasentido, ni más ni menos ridículo que prometer la vida eterna a través de la automomificación. Tanto hablar del sistema inmunitario, y ni un solo estudio sobre la bajada de defensas aparejada al diagnóstico del cáncer».

Escota, como le llamaban cariñosamente sus hijos y amigos íntimos, no quería morir en un hospital y no lo hizo. Lo hizo en la Policlínica Nuestra Señora del Rosario, construida como en Poltergeist, sobre un cementerio, el que fuera el más grande de la antigüedad, la necrópolis fenicia de Puig des Molins. Poco antes de las 7.30 del pasado domingo, espíritus con el óbolo de Caronte bajo la lengua debieron susurrarle al filósofo que había que pagarle al barquero, para que le llevara al otro lado de la laguna estigia, al mundo de los muertos, y entonces le pidió a su hijo Antonio que le metiera un bombón en la boca.

Jorge, al ver llegar el final, le colocó sobre el pecho un teléfono móvil, y le puso sus dos canciones favoritas, las mismas que sonaron día y medio después en el cementerio de Santa Inés, Go your own way de Fleetwood Mac, y These Days, de Jackson Brown, ambas que tocaba a la guitarra y cantaba el propio Escohotado. Pero el filósofo se marchó antes de que acabara la letra, porque quizá ocurrió lo que sospechaba en Los penúltimos días: «Una de dos, o mi flujo se apaga, y entonces viene un eterno silencio tranquilísimo al que me considero acreedor y merecedor, o bien hay algo más. (...) Román, mi hijo perdido, mis padres, todo el mundo espiritual de primer tipo que ha llenado mi vida. O sea, de alguna manera, revive la memoria. Resucita entera. Y en el delirio de mi imaginación digo, a lo mejor aparece Román. Eso es lo que pienso».

Hacía una semana que la muerte de Antonio parecía inminente porque, inconcebible sin un cigarrillo o un porro entre los dedos, de repente había dejado de fumar. Un edema en los pies fue ascendiendo hasta las manos. Luego se le encharcaron los pulmones. Y entonces empezó a retransmitir a sus allegados el fallo multiorgánico que horas después acabaría con su vida, como si retransmitiera un centro al área del Real Madrid en una de sus columnas en La galerna, donde no remata ningún jugador: fallo del hígado, fallo renal y fallo del corazón.

29 de abril: «Me asalta el temor de que el día de mi agonía vengan a agravarla los corazones rotos durante el largo extravío de mi vida como mujeriego. Qué lejos me encuentro de aquel hombre, con el que tanto me identifiqué. Eso gané, por otra parte, y gracias a ello contemplo más serenamente el ocaso, por no mencionar la inmensa ventaja de haber encontrado al fin la mujer debida».

 
El cuerpo de Antonio descansa en el cementerio de Santa Inés. Uno minúsculo, que parece de juguete, al lado de una iglesia con forma de panacota, y junto a pescadores y costureras, como indican los grabados y miniaturas de barcas y máquinas de coser que decoran sus nichos. A un lado tiene el agroturismo Can Partit, de sólo seis habitaciones, donde Antonio residió de marzo a octubre, con el cabezal de su cama apoyado en una de las paredes del cementerio. Pocos dudan de que el escenario se convertirá en breve en un mausoleo de porros, flores, vasos de whisky, y mensajitos depositados por peregrinos, similar al de Jim Morrison en Pere Lachaise.

HACER EL HIPPY, EL AJEDREZ Y AMNESIA

A su amigo de la infancia, el traductor y diplomático Manolo Sáenz de Heredia, fue al que le tocó hablar en el funeral. Con él compartió pupitre y partidos de fútbol en el patio. Con él se vino a Ibiza a hacer el hippy, y a jugar miles de partidas de ajedrez. Con él fundó Amnesia en el 76, el mismo número de su nicho en Santa Inés. Hay una foto de ambos. Rubios y melenudos en el campo, en la que Manolo mira con atención algo minúsculo que Antonio tiene entre los dedos, y que difícilmente sería un pistacho. El rubio melenudo es hoy un anciano de barba blanca, ojos azules y sombrero, que aguantándose las lágrimas pidió a los asistentes que no estuviéramos tristes, que era un día para celebrar la vida de Antonio. Y expuso las dos grandes lecciones que aprendió de su amigo tras sesenta años de relación: «No tengas miedo» y «no pierdas el tiempo». Su epitafio: «Quiso ser valiente, y aprendió a estudiar».

Sus seis hijos y su tercera esposa deberán gestionar ahora un patrimonio editorial formado por más de una veintena de libros. Daniel, el primogénito, piloto de vuelos comerciales, llegó casi de milagro para despedir a su padre, y convertirse en el nuevo portador del icónico anillo rojo de Escohotado. Ese que perdió en una playa de Ibiza, a la que se había ido con una amiga, y que apareció días después en un bar a muchos kilómetros, y en el dedo de otra mujer.

Allí también estuvo Jorge, periodista, y Alejandro, ingeniero informático; Rebeca, licenciada en Historia del Arte y portadora de la belleza de su madre, un icono de las fotografías de la Ibiza hippy. Y Antonio, psicólogo y con el que Escota compartía sus principales aficiones, el fútbol y el ajedrez, al que el filósofo dedicó años de estudio y muchas partidas, para acabar engendrando un hijo que se convirtió en un rival invencible. Y también Claudia, la más pequeña y futura abogada.

La familia pretende iniciar un proceso de desnarcotización de su obra, conscientes de el discurso que le popularizó, eclipsó el resto de su trabajo, y le privó de muchos reconocimientos. De momento, lo que tienen sobre la mesa es un homenaje público en Madrid. A medio plazo una Fundación. Y la vicealcaldesa de la capital, Begoña Villacís, ya anunció en Twitter: «Madrid debe reconocer con una calle a uno de sus sabios».

Escohotado se ha ido, y los demás ya podemos escribir una línea de nuestro epitafio, como Ulises en Troya: «Si alguna vez cuentan mi historia, que digan que caminé con gigantes, los hombres vienen y van como trigo en invierno, pero estos hombres jamás morirán... Que digan que viví en los tiempos de Héctor, domador de caballos; que digan que viví en los tiempos de Aquiles». Pues si alguna vez cuentan nuestra historia, que nadie dude en decir que vivimos en los tiempos de Escohotado.

Fuente :www.elmundo.es

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

martes, 23 de noviembre de 2021

D. Antonio Escohotado - D.E.P.


 



La buena educación - Alfonso Ussía


 

Hay intelectuales con una sola idea que terminan aprendiéndose la idea de memoria y la repiten cada vez que pueden, adornándola o adormeciéndola. Don Antonio era una olla a presión de conocimientos, vivencias, anécdotas y lecturas, y los conocimientos, vivencias, anécdotas y lecturas no entienden de disciplina

 Coincidí con don Antonio Escohotado unas pocas veces. Soy su admirador, pero no me atrevo a presumir de amistad. Es más, siempre lo traté de «usted» anteponiendo el «don» a su nombre. Me inspiraba un infinito respeto. No soy de tertulias organizadas a fecha fija. En el bar de «Mayte», en la plaza de la República Argentina, también conocida como de los Delfines, José Luis Coll organizaba una tertulia de pretendido humor, con actores y dibujantes. Nos pidió a Mingote y al arriba firmante que asistiéramos, y lo hicimos para no volver jamás. Las tertulias de humoristas son las más aburridas, de escritores las más pesadas y las de dibujantes y pintores las más vacías. Claro, que otra cosa era toparse de cuando en cuando con don Antonio Escohotado, que tampoco era partidario. Don Antonio era luminoso, preciso y valiente, pero poseía tanta sabiduría que en muchas ocasiones, al exponerla se trabucaba. Hay intelectuales con una sola idea, y claro está, terminan aprendiéndose la idea de memoria y la repiten cada vez que pueden, bien adornándola o adormeciéndola. Don Antonio era una olla a presión de conocimientos, vivencias, anécdotas y lecturas, y los conocimientos, vivencias, anécdotas y lecturas no entienden de disciplina. Se mezclaban, surtían de su boca, alegraban su mirada, se pisaban unos a otras y nos quedábamos alelados. Un ejemplo taurino. Le pidieron a Antonio Ordóñez, el gran maestro, que asistiera a una tienta en la que iba a torear un niño que iba para figura del toreo. Y llegó a serlo. El niño toreó a la vaquilla con muchísimo arte y gracia. Y Antonio Ordóñez le puso nota: 

–Me ha gustado. No ha hecho nada feo. 
Eso mismo lo tenía don Antonio. 
–Me ha gustado. No ha dicho ninguna tontería. 
Hablaba y hablaba con una brillantez modesta y devastadora, de una cosa y de la otra, y jamás se le escapaba una tontería. Por lo demás, era acogedor, amable, misericordioso y llevaba el señorío en sus venas. Lo dejó grabado en una conversación que ha transcrito El Debate: «Un país no es rico porque tenga diamantes o petróleo. Un país es rico porque tiene educación. Educación significa que, aunque puedas robar, no robas. Educación significa que tú vas paseando por la calle, la acera es estrecha, y tu te bajas y dices: 'Disculpe'. Educación es que, aunque vas a pagar la factura de una tienda o de un restaurante, dices 'gracias' cuando te la traen, das propina, y cuando te devuelven, lo último que te devuelven, vuelves a decir 'gracias'. Cuando un pueblo tiene eso, cuando un pueblo tiene educación, un pueblo es rico». Un genio bien educado es mucho más genial que un genio grosero. Ahí tienen el ejemplo de un autodidacta, que no hizo ni el bachillerato, y se convirtió en un triunfador en el teatro –con Miguel Mihura–, en el dibujo y el humor. Se llamaba Antonio de Lara, y su mote era «Tono». Agonizaba y fue a visitarlo su gran y jovencísimo amigo Antonio Mingote. «Tono» fue uno de los talentos más grandes de la «Generación Simpática del 27». José López-Rubio ofreció en Hollywood una cena a sus amigos españoles interesados por el cine. Edgar Neville, «Tono», Jardiel Poncela y algún otro. Entre los invitados destacaban Charles Chaplin, Buster Keaton y un señor con una melena grisácea desmedida, que habló y habló con «Tono» largo y tendido. El de la melena se llamaba Albert Einstein, que chapurreaba el español. Y López-Rubio le preguntó a «Tono»: 
–¿De qué hablabas con Einstein, que estaba tan interesado? 
–Pues de nada en particular, Pepe. Le decía que todo en este mundo, es relativo. 
Pues «Tono» se moría y Antonio Mingote le dio un último abrazo. La buena educación ante la muerte es un símbolo grandioso en el ser humano. Como lo ha mostrado don Antonio con la suya. Y «Tono» se despidió de Mingote con la más sublime educación: 
–Perdona, Antoñito, que no te pueda acompañar hasta la puerta, porque esto de morirse es una lata.
Don Antonio, con independencia de su sabiduría, su libertad y su generosidad era uno de los españoles mejor educados de los entresiglos XX y XXI. Queda su obra publicada. Para leerla, hay que saber leer y ofrecerse a su inteligencia. Y seguirá, empolvada, en las esquinas de las librerías. Gracias por tanto y por todo, don Antonio.
 
Fuente:www.eldebate.com

Perdón, perdón y gracias - Alfonso Ussía


 

Cuando la izquierda fusila, ejecuta a fascistas. Cuando lo hace la derecha, asesina. Perdón por haberme confundido

Con el fin de adaptarme anímicamente a la Ley de Memoria Democrática de Sánchez, Bolaños, Marlaska, Podemos, ERC y la ETA, necesito pedir perdón. Y lo hago, en hinojos y humillado desde una petición de misericordia iluminada por la gratitud histórica. Quiero agradecer desde aquí a socialistas y comunistas su entereza y coraje por fusilar sin dudas a cinco mil peligrosos elementos de la Reacción conservadora en Paracuellos del Jarama, entre ellos, a 267 menores de edad. Obviamente, esos asesinatos, ya perdonados por la Ley de Amnistía, no pueden calificarse como tales. Cuando la izquierda fusila, ejecuta a fascistas. Cuando lo hace la derecha, asesina. Perdón por haberme confundido.

Como nieto de un ejecutado en Paracuellos, el escritor y comediógrafo Pedro Muñoz-Seca, quiero pedir perdón a socialistas y comunistas por haberlos responsabilizado de su muerte. El culpable fue él, escribiendo lo que no gustaba a socialistas ni comunistas. Y les agradezco, con muchos años transcurridos después de su valiente gesta, de haberse mofado de Muñoz-Seca, cuando herido de muerte sobre la tierra de Paracuellos, tuvo que esperar más de cuatro minutos de agonía mientras los milicianos, con gran sentido del humor, se reían de sus últimos estertores, para recibir el tiro de gracia. Y deseo agradecerles la eficacia de su tiro de pistola en la sien, tardío pero definitivo, prueba de la caridad y humanidad de quienes se vieron obligados, por culpa de sus comedias, a terminar con su vida.
Pido perdón en nombre de la familia Ceñal. Ocho hermanos asturianos. Ramón y Rafael y el mayor de todos no se hallaban aquella noche en su casa. Los primeros estaban en el Seminario, y el tercero se había incorporado al Ejército Nacional, el que ganó la guerra y hoy, afortunadamente, la ha perdido con más de 80 años de retraso. Pido perdón en nombre de su madre, que vio cómo, con justicia revolucionaria, se llevaron a sus cinco hijos para fusilarlos por el terrible delito de creer en Dios, y entre los cinco, al más pequeño, que había cumplido diez años de edad. Pido perdón a los que se vieron inducidos a fusilar a esos cinco jóvenes y peligrosos cristianos, y lo hago también en nombre de su madre, que no supo interpretar la situación, perdió la cabeza, y se fue apagando poco a poco en un hospital con un rosario entre las manos hasta que su merecido sufrimiento terminó con su vida.
Pido perdón y agradezco a socialistas y comunistas el fusilamiento de los cinco hermanos De la Quadra Salcedo y Arrieta Mascarúa. De los obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas, monjas y hermanas de la Caridad que murieron torturados y fusilados, ellas previamente violadas, por su empecinamiento antidemocrático de creer en Dios y no dar su brazo a torcer, prueba inequívoca de su soberbia, renegando de su fe. Pido perdón a socialistas y comunistas y al presidente de la Generalidad de Cataluña, Luis Companys, por las muchas decenas de miles de militares y paisanos ejecutados, por no tener cabida, lugar ni sitio en la España roja y separada, paraíso de la igualdad, de Largo Caballero, Negrín, Prieto y Stalin. Y como la nueva Ley de Memoria Democrática alcanza hasta 1982, ruego encarecidamente a la ETA, hoy gobernante con sus votos, que me perdone por no saber aceptar las ejecuciones –jamás asesinatos–, de los vascos y demás españoles que no perdieron ni un segundo en intentar ser comprensivos con la valentía de sus comandos. Especialmente, los comandos que asesinaron niños, futuros fascistas.
Pido perdón y agradezco que, al fin, gracias a la Ley de Memoria Democrática de Sánchez, Bolaños, Marlaska, Podemos, ERC y la ETA, haya alcanzado la luz de la verdad, y aprendido la diferencia que se establece entre el asesinato derechista y la ejecución obligada por motivos de progreso, sostenibilidad, empoderamiento y futuro.
Perdón, perdón, y gracias mil, Sánchez, Bolaños, Marlaska, ERC, Podemos y la ETA.

 Fuente :www.eldebate.com

lunes, 22 de noviembre de 2021

80 cumpleaños de D. Antonio Escohotado. En Ibiza con su familia y amigos. D.E.P.



Escohotado o el hombre completo - Juan Carlos Girauta


 

La vida sin Escohotado va a resultar más pobre, pero ahí están los libros. El último lo tengo en la mesilla por desvirgar: ‘Hitos del sentido’. España sin su magisterio será más roma, más aburrida. Porque le cupo al sabio mantener en su ancianidad los destellos del descubrimiento continuo, profundo y voraz. No había nada que no mereciera su interés, ni reflexión que no apurara. Tuvo la pericia de ahondar en la razón sin botellas de oxígeno y sin perder en el descenso la bonhomía. Bondad y humor de sabio son crema de la crema, fruto y sutileza últimos del jardín de los dones.

Nació para conferir sentido y desdeñó hasta la sombra de la posibilidad de una trampa en

 favor de su personaje. Ni una concesión como las que han echado a perder a otros filósofos contemporáneos. Pienso en el joven y brillante Markus Gabriel: Escohotado no habría caído nunca -nunca cayó- en la tentación de acompasar su pensamiento al espíritu de los tiempos sacándose de la manga una pseudoética muy muy muy preocupada, ay, por el planeta. ‘Tilt!’

Su lectura para siempre estará disponible. Allí hallará bálsamo y alivio del espíritu, allí gozará del placer inefable de la inteligencia en todo su esplendor el hombre del futuro, que aún no ha nacido. Y el niño del presente que consiga esquivar el adocenamiento preparado por esta izquierda rebordenca que ahora trabaja para perpetuarse en el poder por lo civil o por lo penal, para desplegar su ingeniería social, castrarle el cerebro y lobotomizarle ambas pelotas a la muchachada. Bibliotecas habrá en el espacio intangible, salvo que la dictadura que viene desenchufe internet. No veo a la UE permitiéndolo, aunque nunca se sabe.

A lo que iba. Estarán sus libros, que la mayoría no leerán y que a la minoría seguirán alumbrando. El curioso accederá a las claves y a los razonamientos que, desdeñando adjetivos, cambian la visión del mundo y, a menudo, la vida: la persistente calamidad del pobrismo, las sorpresas del caos. La libertad, nuclear. Pero no podrán recordar su mirada, portalón abierto que te hacía partícipe de los tesoros últimos. Eso es, y agradezco al destino tal regalo, la memoria de ciertas conversaciones. Danzas verbales de dicha por la razón en marcha, por la vida tan ancha y tan inacabable. Y sin quererlo fueron lecciones impagables porque él era maestro todo el tiempo (así le llamé siempre, nunca Escota), y yo apuré hasta las heces cada oportunidad que me brindó, y no fueron pocas.

No dejó de asombrarme su curiosidad insaciable de niño anciano, aquella inexplicable combinación de inocente sorpresa y claridad cegadora del intelecto aun cuando se aplicaba sobre algún asunto menor. Porque en su palabra ninguno seguía siéndolo, toda anécdota cobraba trascendencia; había pasado por su mente y había salido de nuevo, rodeada la luz. Hay una felicidad inmortal en la lucidez. Ahí has estado siempre, y ahí sigues.

Fuente:abc.es

Escohotado - Federico Jiménez Losantos


 

A los 80 de su edad y 50 años después de publicar su primer libro, La conciencia desdichada. Ensayo sobre la religión en Hegel, ha muerto Antonio Escohotado, uno de los intelectuales realmente importantes del último medio siglo en España, y cuya obra la trasciende. La recepción de la noticia, en los medios de comunicación y los comentarios de sus lectores, permiten ver con nitidez la sima de burricie, manipulación sectaria y asnal conciencia feliz de un país, que, en sus generaciones más jóvenes, se niega a la obligación de saber, con un descaro de pavo real.

Vayamos a lo importante, que no es que fuera hippie y comunista, fundara la discoteca Amnesia o que la Policía le tendiera una trampa y pasara un año en la cárcel por "delito imposible" -hoy "inducido"-, de tráfico de drogas, cuya libertad de comercio siempre defendió. Más que lo discutible de asegurar su pureza hay que acercarse a su Historia general de las drogas para alcanzar más allá de una biografía novelesca y novelada.

Su gran obra es Los enemigos del Comercio, subtitulado en su primer tomo Historia de las ideas sobre la propiedad y en el tercero, Una historia moral de la propiedad. El País, que ya no lee ni las solapas de los libros que ignora, decía ayer que trata sobre "la sociedad de consumo". De heno, en el caso del goyesco burro que finge leer los libros que come.

Esa trilogía es uno de los pocos libros realmente importantes sobre la lucha entre pobreza y riqueza, libertad y control, y responde a esa desdicha placentera de la conciencia de Escohotado que le llevó a luchar contra su ignorancia en economía leyendo a Menger en las playas de Tahití, yendo siempre más allá de la cómoda bruma de lo socialmente aceptado y políticamente correcto. Lo que iba a ser un estudio sobre el comunismo en los socialismos del XIX se convirtió en encuesta sobre el cristianismo y la moral de la pobreza, que a su vez le llevó a Ciro y las formas primitivas de propiedad y libertad, dependientes del salario y contrarias a la esclavitud y al "precio justo" de las cosas. Fue el primer lector de Memoria del comunismo y le entrevisté para Libertad Digital durante dos horas inolvidables, sitas en Youtube. Y nos comprometimos a estudiar la lucha en la Escuela de Salamanca entre la responsabilidad social de la Iglesia y el ancestral pobrismo evangélico.

Ya no podrá ser. O si.

Fuente. www.elmundo.es

Antonio Escohotado, 'Escota', el pensador que se fue cuando más falta hace - Jano García


 
Jano García es economista y escritor. Acaba de publicar 'El rebaño' (Esfera de los libros), ensayo prologado por Antonio Escohotado.

 

 Lo único seguro que hay en esta vida es que la muerte es un sendero que recorreremos todos antes o después. A pesar de ello, cuando fallece un ser querido la pena nos inunda de igual modo. Es inevitable pensar que ya no escucharás más su voz, sus ácidas expresiones, su mirada, su fina ironía, sus gestos y que cualquier contacto desaparece hasta que el paso del tiempo te vuelve a reencontrar con él.

A Escota lo conocí personalmente tarde, demasiado tarde, pero eso no me impidió detectar que estaba frente a una persona única e irrepetible. Mi temor era que pensara que ese chico jovencito que quería conocerlo le resultara decepcionante. No fue así. La complicidad brotó al instante y la sensación era que nos conocíamos de toda la vida. Lo que transmitían sus textos, un humanismo y un amor por la verdad y la libertad inconmensurables, se palpaba todavía más en persona.

Cuando sentía que todo el mundo iba en la dirección opuesta, escribirle era una necesidad para comprobar si el mundo se había vuelto loco o, por el contrario, el loco era yo. Sus respuestas eran un bálsamo de tranquilidad. Escota experimentó el desprecio, el silencio y la deformación de su imagen porque sus pensamientos no coincidían con lo políticamente correcto (y eso que todavía no se había popularizado el término).

Escota no se plegaba ante nadie y eso le costó ser apartado hasta que la llegada de internet le brindó la oportunidad de ser escuchado a lo largo del globo terráqueo. Su mensaje pudo ser escuchado por aquellos a los que se les había robado la oportunidad de oír las lecciones de un hombre sabio que acumulaba una gran cantidad de información y experiencias vitales. La mayor enseñanza que me ha dejado es preguntarme por qué constantemente. Resulta imposible entender nuestra realidad y encontrar la solución a los problemas que se nos presentan si somos incapaces de detectar previamente los motivos.

A diferencia de otros pensadores y filósofos, Escota no era un dogmático, cosa que le engrandecía todavía más. Se lo cuestionaba todo y no tenía ningún inconveniente en cambiar de idea si estaba equivocado. Nunca antes conocí a alguien con tan bastos conocimientos, con esa humildad y honestidad intelectual. La cabeza más lúcida, libre y valiente que jamás he conocido se marcha cuando más falta hace. Como decía él: «Dejar que el otro sea libre es la gran asignatura pendiente de la humanidad».

Fuyente :wwwelmundo.es

Simplemente Escota - Fernando Sánchez Dragó


 

Así lo llamábamos nosotros, los de la tropa de la libertad, la ilustración y el pensamiento en marcha. Así lo he llamado yo en el primer tuit escrito por mi mano tras su muerte. Era un dolor extremo el que la movía. ¿Debo aclarar que me refiero al filósofo Antonio Escohotado, fallecido en Ibiza hace unas horas?

Había vuelto allí como van los elefantes hacia su cementerio.

Decir que fuimos amigos es decir poco. Éramos compañeros del alma, compañeros, como de Ramón Sijé dijo Miguel Hernández en la elegía que le dedicó en El rayo que no cesa.

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Esta columna es una esquela, y las esquelas se publican simultáneamente en distintos medios de información. Permítanme que haga algo que jamás he hecho: publicar una columna, la misma, en todas las cabeceras donde escribo e incluso en alguna donde habitualmente no lo hago. La filosofía es, por definición, universal, no admite particularismos, no se trocea, y Escohotado era, sigue siendo, uno de los grandes y escasos filósofos que a contrapelo de la irresistible ascensión de la trivialidad reinante prolongaba y ensanchaba la tarea de Aristóteles, de Hegel, de Hobbes, de Hume... De sus fuentes, de sus colegas, de sus maestros.

No hablo sólo de España; hablo del mundo. Su docencia era disidencia, como siempre lo es la alta filosofía. Escohotado saltó a la fama con su Historia general de las drogas y a la posteridad que ahora, quiéralo o no, le aguarda con los tres hercúleos volúmenes de Los enemigos del comercio. Es ésta una de las más colosales obras de filosofía de la historia que jamás se hayan escrito. Casi una enmienda a la totalidad del pensamiento progresista. Debería ser de lectura preceptiva en todos los centros de enseñanza. Yo, antes de que saliera su primer volumen, le aconsejé que lo llamara, parafraseando a Kant, Critica de la razón roja. No me hizo caso. Sugiero ahora a la editorial Espasa que agrupe los tres tomos, más el apéndice formado por sus últimas y aún inéditas reflexiones, bajo ese título genérico. A tiempo están.

Pero no quiero glosar ni elogiar aquí, por más que elogio merezca y admiración, rayana en la estupefacción, suscite, el magisterio y la inmensa obra literaria, científica, jurídica, política, sociológica y filosófica que Escohotado nos deja en herencia contra la que nada podrá la segunda ley de la termodinámica, esa aguafiestas, sino recordar, celebrar y llorar al amigo, al compañero de tantas aventuras de letras y de armas vitales, psicoactivas y extracorporales... No tanto a Escohotado, sino a Escota, simplemente Escota.

Serán muchas las páginas que dedicaré a todas esas andanzas en el cuarto volumen, si llega, de mis Memorias, pero aquí voy a limitarme a reproducir lo que, con el título de Carta de un amigo —la enviaba él—, escribí un martes del mes de marzo de 1990 en la revista Época. Fue esto...

"Llegó ayer por la tarde. Dice así:

Amados míos: la eternidad de belleza y de benevolencia, los torrentes de ternura, la lujuria sin prisa demorándose en sus lentos grados como una espiral entre la tierra y el cielo, la generosidad del alma, largueza nacida del espíritu que no conoce el miedo, del espíritu templado en lo más alto…

De ella, la pureza no forzada; de él, la serenidad desnuda. Y lo uno y lo otro desembocando, a veces, en el estupor del recién nacido.

Todos recién nacimos de aquella ebriedad.

Compartí eso con vosotros, y decir que estoy en deuda no roza la enormidad del hecho vivido. El hecho vivido es amor, confianza, admiración. Quizá, ante todo, es amor al espíritu y espíritu del amor.

Disponed de mí. Que Dios os bendiga.

Y, a pie de página, un nombre y un ser que voy a guardar bajo siete llaves maestras en el secreto de mi almario. Habíamos emprendido juntos un viaje sin fondo al fondo del misterio de la carne de los dioses. Que entienda quien quiera, pueda, sepa y deba entender. ¡Oh, Quetzalcóatl!".

Aquel nombre, que entonces no quise revelar, era el de Escota, que hoy ya no está, pero es, sigue siendo, fundido ya en lo que él llamaba Absoluto.

Vuelvo a Miguel Hernández... "Tanto dolor se agrupa en mi costado / que por doler me duele hasta el aliento (...) ¡A las aladas almas del almendro de nata te requiero, / compañero del alma, compañero!".

Fuente ; www.libertaddigital.com

- Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/cultura/2021-11-21/fernando-sanchez-drago-muere-antonio-escohotado-simplemente-escota-6839293/

domingo, 21 de noviembre de 2021

Las víctimas inservibles - José Manuel de Prada

 


Los chacales que nos gobiernan callan sórdidamente ante una violación que ha dejado horrendas secuelas físicas y espirituales en la víctima

 

Recientemente, una muchacha menor de edad era violada y sometida a sevicias que han dejado en su organismo secuelas indelebles en la localidad de Igualada. Este crimen nefando apenas ha sido tratado por la prensa sistémica, que ha declarado a la víctima inservible para los nauseabundos fines de sectarismo ideológico e ingeniería social que la mueven.

Conviene recordar que esta misma prensa sistémica no escatimó titulares aspaventeros ni reportajes tremendistas con motivo del que luego ha sido conocido como ‘bulo del culo’, un montaje protagonizado por un pobre depravado que convirtió los chuscos estigmas de su perversión en lesiones infamantes. Conviene recordar también que la prensa sistémica y los chacales que nos gobiernan siguieron azuzando los activismos más fanáticos, incluso

 después de que se descubriera el montaje. Y es que aquella falsa víctima servía extraordinariamente los intereses de la prensa sistémica y de los chacales que la subvencionan, que es la construcción de un ‘relato’ ideológico que favorezca su hegemonía.

Reparemos en el tratamiento que la prensa sistémica brindó al caso de la conocida ‘manada’ de Pamplona. Durante semanas, los rostros de aquellos jóvenes fueron divulgados machaconamente con la evidente intención de que fueran incorporados a la memoria subconsciente de la población; y las filtraciones sobre su familia, sobre su círculo de amistades o sobre sus hábitos, no dejaron de multiplicarse, día tras día. Los rostros de aquellos jóvenes se volvieron de pronto familiares para todos los españoles, que además pudieron conocer los barrios en los que residían, los trabajos que desempeñaban, sus orígenes familiares, etcétera. ¿Qué sabemos de los violadores de Igualada? Hace casi dos semanas nos aseguraron que habían sido identificados; desde entonces, misteriosamente, nada se ha avanzado en la investigación, nada se ha filtrado a la prensa sistémica. Los chacales que nos gobiernan, tan prestos a condenar agresiones fantasmagóricas o de contornos difusos, callan sórdidamente ante una violación que ha dejado horrendas secuelas físicas y espirituales en la víctima. ¿Por qué? Evidentemente, porque los autores de este crimen nefando -a buen seguro de alguna raza que no conviene airear- no sirven los intereses de la prensa sistémica y de los chacales que nos gobiernan.

Han hecho algo semejante con otros crímenes nefandos. Los infanticidios, por ejemplo, sólo son aireados cuando quien los perpetra es el padre. No les interesa denunciar el crimen, no les interesa hallar justicia, tampoco confortar a la víctima o a sus familiares. Y, antes de divulgar una noticia o propiciar una filtración, miran las gónadas o la raza del criminal, para comprobar si conviene a la construcción de su ‘relato’ ideológico, para confirmar si alimenta las demonizaciones y antagonismos sociales que interesan a los mecanismos de control social impuestos para garantizar su hegemonía. Constituye una obligación moral revolverse contra toda esta chusma.

Fuente :www.abc.es


Escohotado y la droga: "Phármakos no significa ni remedio ni veneno sino las dos cosas inseparables" - Luis Alemany

 


 

 


Durante décadas, Antonio Escohotado (muerto hoy a los 80 años) ha sido una parte pinoresca de la cultura popular española: un personaje contradictorio, un hombre mayor de aspecto correcto, más bien anodino, con maneras de viejo sabio, una visión política paradójica y un discurso escandalosamente transgresor. La droga era, de entre todos los temas de su pensamiento e investigación, la monería que las televisiones y los editores le llamaban para que recitara, igual que se le pide a un niño que declame un poema que ha aprendido de memoria. No es justa esa imagen: en el interés de Escohotado por la droga se unen tradiciones intelectuales muy ricas e información llegada desde campos muy amplios: la historia del arte, la botánica, la teología, el psicoanálisis, la neurología, la economía y, por supuesto, la filosofía.

José Ortega y Gasset está en el principio del viaje. Escohotado estudió Filosofía en Madrid en los años de la posguerra en los que se recuperaba la tradición de la vieja Escuela de Filosofía de la calle San Bernardo, truncada en la Guerra Civil. Zubiri, Gaos, García Morente, Ortega y Gasset... Aquella cultura hablaba, básicamente, de vivir verdaderamente, de llevar hasta el límite de lo esencial la experiencia humana. Si por ese camino, Julián Marías llegó a un pensamiento de la bondad hacia el otro más o menos burgués y convencional, Escohotado, que tenía edad de haber sido el hijo, llegó a la ruptura.

En la muy orteguiana Revista de Occidente publicó su primer texto sobre la droga, en 1967, con 26 años y en los primeros pasos de su carrera académica. Se tituló Los alucinógenos y el mundo habitual y era, en parte, la clásica crónica del chico burgués que tenía acceso privilegiado a la cultura cosmopolita y la introducía en la España ensimismada de la época.

Escohotado había leído a Huxley, estaba informado de lo que ocurría en California en ese momento y traía sus noticias a España. Hablaba de los brotes de esquizofrenia relacionados con el LSD pero aseguraba que son mucho más frecuentes las "experiencias celestiales". Después, le ponía un contexto intelectual valioso a ese redescubrimiento de la ebriedad : Rilke, Blake, el arte cubista... La conclusión de aquel texto era que el verdadero valor del ácido consiste en romper con el "universo de símbolos" que han alejado al hombre de la experiencia de la realidad.

Como buen discípulo de Ortega, Escohotado pretendía llevar hasta el límite la verdad de la vida. Los siguientes años consistieron en eso: en estar en la vida más que en la palabra: revolución sexual, experimentación, paternidad atípica... Por el camino, el mundo conoció la contracultura y su reacción y a él le tocó ser víctima de ese conflicto. En 1983 fue detenido por tráfico de drogas. En 1988 volvió a la cárcel acusado del mismo cargo. La Fiscalía pidió seis años de cárcel. La sentencia dejó la condena en dos porque reconocía que su delito se había desarrollado "en grado de tentativa imposible". Él mismo explicó que hizo de tonto útil en una conspiración policial. Escohotado medió en una compraventa en la que tanto los compradores como los vendedores eran policías que le inducían al crimen.

Dio igual. el filósofo, advertido de que el Penal de Cuenca le permitiría acceder a un ordenador y a ciertas condiciones de aislamiento, ingresó voluntariamente en prisión y aprovechó la condena para escribir "cuatro quintas partes" del libro más famoso de su obra: Historia general de las drogas (Espasa, 1989), una bestia de 1.500 páginas que no dejó nunca de revisar, ampliar y reeditar.

¿Qué es lo que tiene de singular Historia general de las drogas? Sobre todo, el entrelazado del conocimiento histórico (quién consumió qué droga en qué momento, con qué consecuencias), el botánico (qué hace que una planta tenga determinados efectos) y el fenomenológico (qué pasa cuando tomamos una droga y en qué se diferencia de lo que pasa cuando tomamos otra). Durante las sucesivas revisiones del libro, fue profundizando en el conocimiento botánico, que sentía que era el lado más débil de su trabajo inicial. Sin embargo, la cultura popular se ha quedado con la parte fenomenológica, las experiencias personales del sabio que lo había probado todo y había vuelto de una pieza, más o menos.

Vista hoy, Historia general de las drogas es más interesante por lo que ofrece de interpretación de esa historia. La metáfora para Escohotado es la del mito de la caverna de Platón. "La psicofarmacología ejemplifica hoy el más irreductible conflicto entre la bendición y la maldición", escribió en 1997. La bendición tiene que ver con los usos terapéuticos y lúdicos, con la alegría de vivir, el conocimiento y el "control de emociones indeseables". La maldición, en cambio, está en el riesgo de la intoxicación y, sobre todo, en el miedo de la sociedad a vivir verdaderamente.

En resumen: lo que él sostenía es que el uso de plantas y químicas lenitivas, euforizantes o delirantes ha sido una parte universal de la cultura humana durante milenios y que, hasta épocas muy recientes, se trató con sabia prudencia y con conciencia tanto de las posibilidades de la ebriedad como de los riesgos de intoxicación. Un ejemplo: la palabra griega phármakos "no significa ni remedio ni veneno sino las dos cosas inseparablemente unidas":

Esa cultura, según Escohotado, se rompió con los estados teocráticos modernos, que empezaron a legislar sobre la conciencia personal y sobre la conducta privada y, después, con los estados post teocráticos, que reciclaron el hábito de quemar herejes en un sistema de derecho dirigido a perseguir a los individuos demasiado libres. La persecución de la droga, según Escohotado, se había convertido en "el equivalente hoy de las fratricidas guerras religiosas, [...] una histeria de masas crónica, explotada muy rentablemente por unos y padecida devastadoramente por otros".

La referencia a la "histeria de masas" parece llevar hasta Freud, que aparece varias veces citado en Historia general de las drogas. Escohotado veía en la represión de esa cultura de la droga un equivalente del clima de represión sexual de la antigua Viena, en la que miles de mujeres caían en la neurosis porque los códigos sociales no les permitían desear el placer. Como Freud, él quería liberar al mundo de un sistema de opresión y miedo que llevaba a miles de personas a la enfermedad. Quería sacarlo de la cueva, convencerle de que el problema no estaba en la libertad sino en la represión.

Los años en los que escribió Historia general de las drogas fueron los de la epidemia de la heroína y los de la guerra contra la droga del Gobierno de Estados Unidos. ¿Cuál fue su interpretación? Que la histeria del instinto natural reprimido había llevado de la droga al sucedáneo, fatalmente alterado y mucho más tóxico. No era la droga la que mataba sino su adulteración. La prohibición impedía que la sociedad desarrollase una cultura saludable del opio, como la había desarrollado con el vino. Una cultura en la que caben la emotividad, el refinamiento y también la borrachera, con todo lo que tiene de engorrosa... pero no la autodestrucción social.

Escohotado llamaba en aquel libro a romper con la dualidad puro/impuro y recordaba que el trato que en 1989 recibían los toxicómanos no era muy diferente al que recibieron los primeros cristianos. En el fondo, lo único que esperaba era que sus lectores vivieran en la verdad, como había aprendido de Ortega.

Fuente:www.elmundo.es

Muere a los 80 años el filósofo Antonio Escohotado, el gran defensor de las drogas y la libertad


 

Un año antes de morir, Antonio Escohotado, se hizo pasar por su propio fantasma. Se vistió con una enorme camisa blanca, que flotaba sobre su esqueleto de alambre, y que le daba cierto aire de hospitalizado en manicomio, o de filoso griego, o de espectro adlib, y se encerró en una cabaña en la isla de Ibiza.

Al parecer tenía cosas importantes que hacer antes de morir, como estudiar la fonética noruega, o la geología de Islandia: "Veo a otros viejos de mi edad intentando evitar, o saber, lo inevitable, y me da pena y me da orgullo. Pena de ellos y orgullo de haber llegado a mi situación, donde prestarle atención a la fonética noruega y a la geología de Islandia, es lo único que me permite sentir lo previo, es decir, si la vida se despide, yo me despido antes. ¿tú pataleas ante lo inevitable? Yo no".

La última clase del profesor de filosofía terminó esta madrugada a las 7.30 de la mañana con una última lección, que el saber no sólo no ocupa lugar, sino que también devora la materia, convirtiéndose en una escuálida estatua de mármol, a la que se le leían las venas como garabatos en un pergamino.

Durante nueve meses su cadáver jugó conmigo al ajedrez y me hizo declaraciones. Jugábamos a que yo era Thomas De Quincey y él era Kant. Y te contaba lo que había aprendido ese día, y qué le había hecho cambiar de idea en estos tiempos en los que "parece que muchos han vendido al mundo a confirmar", y qué era en realidad a lo que él había decido consagrar toda su vida. "La curiosidad, joder, tiene unos placeres muy gordos. Por favor, Ricardo. Me amplía el alma. Me da la sensación de que soy más. Porque soy menos Antonio Escohotado Espinosa y soy más mundo. Soy más realidad. Me da la sensación de que con eso hago la muerte más benévola".

Antonio hablaba desde la nube de humo de un cigarrillo, tras la que parecía que en cualquier momento iba a desaparecer como la bruja malvada del oeste, dejando tras de sí la camisa blanca y su anillo rojo. Uno que le regaló su madre, procedente de una extraña veta de Brasil, donde pasó buena parte de su infancia. Uno que perdió en una playa de Ibiza, donde pasó buena parte de su madurez, haciendo la revolución sexual y traficando con drogas, y que semanas después recuperó en un bar en el dedo de otra mujer.

Cuenta que al volver de Brasil quiso entrar en la cantera del Real Madrid, pero que su padre, el periodista Román Escohotado, le quitó la idea de la cabeza. Este verano, poco antes de su 80 cumpleaños, el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, se plantó en la isla burlando el espacio-tiempo para traerle una camiseta con la que posó con su nombre a la espalda. Sin embargo, Antonio le pidió una pistola para suicidarse, como le pedía a todos los que íbamos a verle.

La cabaña se convirtió en una especie de cripta a la que empezaron a peregrinar periodistas, profesores universitarios, youtubers y, hasta donde yo sé,cocteleros italianos, actrices, traductores de Naciones Unidas, políticos, vendedores de armas, traficantes de droga, constructores, hoteleros, vulcanólogos, masajistas, pilotos aéreos, rastreadores Covid, yonquis buscando recetas, científicos buscando contrastar tesis inventadas, y desconocidos buscando cosas más sencillas, como milagros por imposición de palabra, o un corazón, o valor, o volver Kansas, o un cerebro para ilustrar el espantapájaros que habitan.

Antonio se hizo comunista en la universidad. Boicoteaba las clases de Manuel Fraga. "Qué vergüenza, por dios, perdóneme don Manuel", decía hace pocos días. Corrió delante de los grises, pero de verdad. La ex alcaldesa de Madrid Manuela Carmena aún le llamaba jefe. Un día se plantó en París para tratar de entrar en el Vietcong, pero le rechazaron. Y acabó sacándose una oposición al Instituto de Crédito Oficial, que no trató en abandonar para irse a vivir a la isla de Ibiza a: "Hacer la revolución sexual, a mi juicio la única revolución válida, duradera y justa. Fue muy satisfactorio poder contribuir porque era el tipo de revolución que se hacía con absoluto placer".

En su obra Mi Ibiza privada repasa los 14 años en los que vivió en la isla, en los que se convirtió en narcotraficante y traductor. La segunda la practicaba en pelotas en la playa, armado con un magnetofón, mientras traducía directamente del inglés al castellano las obras de Newton, Hobbes, Jefferson, Bakunin, y cualquier cosa que le mandaran las grandes editoriales del momento, como Tusquets o Anagrama. "Puedo mejorar un libro malo durante su traducción. Lo hice con Patty Smith, por ejemplo. Me comentaba siempre Jorge Herralde, una cosa es Patty Smith en inglés y la otra pasada por Escohotado. Muy amable Jorge".

Por la otra acabó en la cárcel por "una memez", dice. O por "una trampa", dice también. De la policía y de la mafia corso marsellesa. Durante sus años en la isla había utilizado su cuerpo como "cobaya de la humanidad", anotando los efectos que producían toda clase de sustancias estupefacientes. Y el resultado, Historia general de las drogas, su obra maestra, un referente literario para consumidores, psiquiatras y farmacéuticos, lo redactó en prisión, y el manuscrito se lo mandó a Sánchez Dragó.

Antonio Escohotado con su familia en la isla de Ibiza.
Antonio Escohotado con su familia en la isla de Ibiza.

Antonio se hizo famoso en los ochenta visitando en la tele La Clave de Balbín, convirtiéndose en el primer español políticamente incorrecto, cuando todavía no existía lo políticamente incorrecto, con greatest hits que repetiría a lo largo de toda su vida como: "Apología significa que uno toma algo como incondicionadamente bueno. Las drogas no son ni incondicionadamente buenas ni incondicionadamente malas". Y también: "Uno fundamentalmente se muere de ignorancia". E incluso: "Señora, a usted le está tomando el pelo su hijo de una forma ignominiosa. Usted es mucho más dependiente de sus medicinas que su hijo de la supuesta heroína o cocaína".

Antonio niega que él defendiera alguna vez las drogas. Defendía "la libertad de tomarlas o no tomarlas". Por este tema se enfrentó públicamente a las madres contra la droga, a Maradona, y el Gobierno de Menem llegó a pedir su extradición a Argentina por hacer apología; mientras el profesor de Filosofía de la Uned pasaba de las drogas a la metafísica, de las letras a las ciencias, y abundaba en la materia y el origen del universo, que desembocó en obras como Caos y orden, y Realidad y sustancia. Paso previo a otra de sus grandes obras, la trilogía de Los enemigos del comercio, cuyas reediciones siguieron llegando a kilos a la cabaña, convirtiéndose en aislante literario entre las paredes y el invierno ibicenco.

Hasta el último día de su vida, Antonio echó mano de su vademecun farmacéutico legal e ilegal. Tratando de no perder el tiempo: "Muchos jóvenes encuentran dificultad en amar algo (...) Para aventurarse y ganarse la vida hay que hacerse útil, y eso todavía les interesa menos, porque no han aprendido a no perder el tiempo, querido amigo. Esta es la tragedia contemporánea". Rajando de la política actual con breves vídeos que colgaba, cada vez con menos frecuencia, para sus 100.000 seguidores en Youtube: "La extrema derecha no existe, es un camelo, un 'camelazo', un fantasma inventado por la extrema izquierda". O de lo políticamente correcto: "Es el mundo de la mentira. Que sea lo que yo querría que debiera ser. Pero para qué, si eso no sirve para nada. Enmendarle la plana a la naturaleza, tú, que eres un analfabeto. Pero esto en nombre de qué. Es acojonante".

Antonio Escohotado con el periodista Ricardo F. Colmenero, autor de 'Los penúltimos días de Escohotado'.
Antonio Escohotado con el periodista Ricardo F. Colmenero, autor de 'Los penúltimos días de Escohotado'.

Tres mujeres, siete hijos, 25 libros y más de 200 sustancias estupefacientes después, el filósofo transita hacia un lugar en el que el alma y la materia se entremezclan, y en el cinco meses después de su publicación, por fin puede dar respuesta al final de 'Los penúltimos días de Escohotado" (La Esfera):

-¿Dónde te ves dentro de cien años? - le pregunté.

-En ninguna parte, afortunadamente, espero dormirme y no despertar. Si despertase me alegraré mucho de estar con mi hijo y mis padres, a quienes tanto quiero, todavía. No tengo ningún miedo al infierno, creo que temerlo es propio de personas todavía más culpables. Yo me culpo de haber matado una rata aquí, en los años setenta.

-¡Qué dices!

-Un espléndido animal. No quería matarlo, pero insistieron mi mujer y mis hijos. Me culpo de eso, sí.

-¿Cuánto hace,dices?

-La tira.

-Pero hombre, ¿te acuerdas ahora de la rata que mataste hace tanto?

-Lo recuerdo, y me remuerde la conciencia.

-No es verdad.

-Es verdad. Me remuerde la conciencia haber matado aquel pobre animal a escobazos.

-Pero Antonio, si te acabas de comer una langosta.

-Me duele mandar matar a la langosta que nos comimos. Ha llegado un momento en el que la vida es una unidad inseparable.

-Bueno, en el fondo la langosta vive dentro de ti.

-Sí, vive dentro de mí, y supongo que nos respetamos ambos de alguna manera. Pero convertirla en base de la caldereta no me remuerde como aquella gran rata.

-Joder.

-Hace muchos años me digo uf, cuando la parca aparezca será diciendo «¿qué hiciste con la rata?».

-Me sorprendería menos que se te apareciese la parca que te preguntase por la rata.

-Muchacho, soy un chalao, no te olvides. Soy muy consciente de que soy un chalao.

Fuente:www.elmundo.es


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